El pasado 17 de enero, Haytman El Amrani cumplió 19 años. Meses después anunciaría a su familia que se marchaba con ánimo de cruzar a Ceuta dejando atrás a sus padres en Ued Lau. Primero marchó a Tánger, antes de llamar para comunicar su intención de “meterse en Ceuta”, cuenta Zakki, uno de sus mejores amigos en una entrevista con El Faro. De Haytman nada se sabe desde hace 25 días. Su último anuncio fue el de que iba a pasar a nuestra ciudad, después de eso ni una sola llamada más ni tampoco funciona su teléfono.
Los familiares y amigos de este joven marroquí piden ayuda por si alguien lo ha visto en Ceuta, si llegó a tener contacto con él o fue interceptado en algún momento. Su pase se tuvo que producir en mayo, pero desconocen la fecha exacta. Nunca más han sabido de él ni tampoco sus amigos más próximos han tenido alguna notificación. Es como si se lo hubiera tragado la tierra.
Su familia no sabe nada de él desde hace 25 días, cuando llamó para despedirse
Haytman es peluquero, también le gustaba el deporte sobre todo el boxeo. Como cualquier chico de su edad gustaba de subir sus fotos a perfiles en redes sociales y estilar la vida acorde a sus 19 años. Pero en Marruecos no hay futuro y la situación se antoja complicada para quienes quieren prosperar o buscar trabajos nuevos con los que ganarse la vida. Para Haytman no los había así que decidió marcharse como otros chicos de su edad, continuando ese camino que se ha convertido en una auténtica sangría para la juventud marroquí.
La familia teme lo peor, resulta extraño que el joven no se ponga en contacto con ellos de ninguna forma; tampoco han tenido conocimiento de que fuera detenido. Nadie se puso en contacto con ellos para aportarles algún dato sobre su paradero.
La historia de Haytman se pierde como la de otros tantos jóvenes marroquíes cuyas fotografías terminan protagonizando crónicas periodísticas que tienen un inicio pero del que se desconoce el final. Las familias quedan al otro lado esperando saber algo del paradero que nunca se aclara, que queda perdido y que causa mucho dolor sobre todo entre unos padres que un día despidieron a su vástago para no volverlo jamás a ver.