Las cofradías ultiman detalles con la decoración floral de los pasos que ha evolucionado con los años y marca la diferencia entre los distintos cortejos pasionarios
Es primavera y Semana Santa, un acontecimiento único que se repite cada año cuando decenas de cofrades salen a la calle a procesionar sus pasos. Son escenas muy fervorosas en las que se cuida al máximo cada detalle en una devoción que no conoce límites.
Cualquiera que vea estas procesiones podrá comprobar cómo estos pasos están detalladamente engalanados con flores. Lirios, claveles, rosas y otras especies abundan en el trono y en la talla sagrada, encaramándose por encima de los hombros de los costaleros. Pero más allá de ser un simple detalle, es el color, el sentido y simbolismo de cada paso al que visten y acompañan.
No se concibe un paso de Semana Santa sin su séquito de flores. Algunos pasos necesitan más de cinco horas de preparación para ‘vestirse’ con sus galas florales, como es el caso de la Amargura donde ayer decenas de hermanos cofrades trabajaban meticulosamente para reunir los soportes y las rejillas en las que colocar la flor cortada.
“El paso del Misterio lo comenzamos alrededor de las 12.00 horas y lo hemos concluido a las 17.00, aproximadamente”, comentaba el hermano mayor de la cofradía, Jesús Rey. A su espalda dos miembros ultimaban detalles en ese paso, los últimos claveles a falta de los lirios que le rodean. Junto a él se encontraba el paso del Palio todavía ‘desnudo’ y en el que acababan de comenzar a trabajar.
Una labor que se mide al milímetro porque no puede quedar nada al azar. “El Palio es más laborioso y es bastante probable que no concluyamos hasta altas horas de la madrugada”, señalaba. Un paso vestido en la zona frontal y en los grandes jarrones que porta, donde comenzaban a disimular los corchos con helechos que posteriormente quedarían cubiertos con rosas blancas y flores de cera.
Pero, por muy simple que parezca, esta laboriosa tarea está en manos de unos pocos. “Siempre buscamos al equipo de vestidores y hermanos con años y experiencia”, expresaba Rey. La flor, además, está condicionada por la escena que representa el paso: puede estar relacionada con el Cristo o con la Virgen, con la pureza o el sacrificio, con la última cena o con la llegada de Jesús a Jerusalén. Por otro, las flores también se utilizan para caracterizar a las cofradías, de tal forma que cada una pueda representar su idiosincrasia.
El rojo, siempre tan intenso, simboliza el sacrificio de las figuras bíblicas, en tanto que recuerda el derramamiento de sangre. Los claveles son la primera apuesta para personificar este color. En numerosos pasos, un manto de cientos de flores alfombra el avance del Cristo cautivo y en penitencia. Pese a todo, tras tantos años de crisis, algunas cofradías han buscado sustitutos más económicos para los claveles, pudiendo encontrarse iris como reemplazo.
Seguido del rojo, el morado es otro de los matices más comunes en una procesión de Semana Santa. Este color es un fiel reflejo del sufrimiento, un sentimiento protagonista durante la Pasión de Cristo. Los lirios suelen ser la flor más utilizada para interpretar el morado, como es el caso de la Amargura, cuyo color morado viste el monte del Cristo. “Este año hemos decidido innovar y hemos sustituido el sangre de toro por el rojo cardenal”, apuntaba. Por su parte la Virgen se mantiene con sus flores blancas que siempre fueron claveles hasta que hace tres años se sustituyeron por las actuales rosas.
Desde Sevilla han llegado las decenas de rosas, lirios y claveles que hoy visten a Nuestra Señora de la Amargura y a Nuestro Padre Jesús Caído, sin embargo el pedido se realiza con meses de antelación y se ultima el plazo para que las flores no se marchiten antes de su salida. “Solemos hacer el pedido unos 3 meses antes y llegaron ayer, aunque es lo último que hacemos, sobre todo las rosas las dejamos para el final porque son muy delicadas y se ajan muy rápido”, explicaba.
Un paso serio que ha ido evolucionando a lo largo de los años y que, como apuntaba Rey, se adapta a los tiempos, es el resultado de la Amargura que esta tarde se encontrará nuevamente con el pueblo de Ceuta.