“La vacuna para el virus COVID-19 puede que esté para finales de año”

Javier Carrillo de Albornoz, jefe del Servicio de Vacunas de la Ciudad de Ceuta y especialista en vacunas por la Universidad Complutense de Madrid, explica la importancia de las vacunas y la vacunación en una sociedad, además de cómo funciona el movimiento social antivacunas. Cuestiones relacionadas con el COVID-19 y la investigación sobre la vacuna del virus forman parte de esta entrevista.

–¿Para cuántas enfermedades tenemos vacunas actualmente? Y, ¿cuánto tiempo lleva conseguir una fiable?

–Tenemos vacunas para 26 enfermedades infecciosas y unos diez años de media de investigación hasta que puede usarse en el mercado de forma fiable en humanos. Actualmente, además, hay 125 candidatos de vacunas y 10 de ellas ya se están probando en humanos. Fundamentalmente en Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, China. En España tenemos un gran problema y es que no somos productor de ninguna de las vacunas y por eso dependemos siempre del mercado extranjero.

–¿Dónde están trabajando principalmente con la vacuna del COVID-19? Y, ¿cómo se produce una vacuna?

–En Brasil y Canadá están trabajando ahora mismo la vacuna para el COVID-19. Se produce en varias fases. La primera es la preclínica, que se prueba en cultivos celulares a nivel de laboratorio y en animales. Si esta fase da un resultado positivo, se pasa a la fase 1. La cual se prueba en humanos, en decenas de personas voluntarias. En torno a unos seis meses se prueba la efectividad y la seguridad, es decir, que no deje efectos secundarios graves. Después se inicia la fase 2, pero en vez de usar decenas de personas, se utilizan centenares. Y, por último, en la fase 3, se prueba en miles de personas voluntarias. Suponiendo que siguen manteniendo la seguridad y efectividad de las vacunas, una vez fabricada –que tarda entre 6 y 36 meses– se hace un seguimiento de los efectos secundarios durante años. A esto se le llama la ficha amarilla.

Concretamente, en la vacuna del COVID-19 el objetivo es conseguirla antes de los 18 meses. El primer problema es científico, es decir, los ingredientes de la vacuna. El segundo problema es médico, hay que demostrar que es eficaz y funciona. Y, por último, el problema de ingeniería: cómo manufacturamos un producto en grandes cantidades y de manera segura.

–¿Cuándo cree que habrá una primera vacuna?

–Los expertos dicen que habrá una primera generación de vacunas de eficacia limitada y que, normalmente, se piensa que las primeras vacunas que se desarrollen serán para el personal sanitario ya que estamos en primera línea. Y también para los más vulnerables que, posiblemente, serán los más mayores.

Quizá estas primeras vacunas estarán basadas en material genético de ARN o ADN y serán de puente hasta que se consiga la vacuna definitiva. La Fundación Bill Gates, el mayor financiador de vacunas del mundo, calcula que una vacuna para el COVID-19 con una eficacia del 70% sería suficiente para parar la pandemia.

"Una vacuna con una eficacia del 70% de eficacia sería suficiente para parar la pandemia”

–¿Por qué un 70% es suficiente?

–Porque es la llamada inmunidad de rebaño o, como yo lo llamo, de grupo. Si nos da una efectividad del 60% podría valer pero habría brotes localizados y, por debajo del sesenta por ciento de efectividad, no frenaría nada.

–¿Cuántas vacunas harían falta en el mundo para parar la pandemia?

–Si ya es un reto producir siete mil millones de vacunas en pocos meses, el problema que vamos a tener va a ser fabricarlo doblemente a catorce mil millones de vacunas.

–¿Qué puede ocurrir de aquí a final de año?

–A final de año ya es posible que haya dos o tres vacunas. Y haya algunos millones de dosis de vacunas y lo esperable es que durante el primer semestre del año próximo sí que haya miles de millones de dosis de vacunas.

Primero habrá pocos tipos de vacunas pero, conforme pase el tiempo, sí que habrá diferentes tipos de vacunas para elegir y serán de efectividad mayor.

–¿Qué puede ocurrir si hay parte de la sociedad que no quiere vacunarse del COVID-19?

–Vacunarse es una acción solidaria. Es bueno para la personas y solidaria porque vamos formando entre los vacunados la inmunidad de grupos. Y, precisamente, los antivacunas se aprovechan de la inmunidad de grupo para proteger a sus hijos no vacunados.

"El pensamiento del movimiento antivacuna no se basa en la evidencia científica”

–¿Cómo se puede ejemplificar este proceso?

–Imagínese que está lloviendo y vamos tres personas. Dos tenemos paraguas (vacunados) y la otra no tiene (sería el no vacunado), ¿qué hacemos los que llevamos paraguas con nuestros dos paraguas? Proteger al otro de que no se moje. Este ejemplo es la inmunidad de grupo.

–¿Tienen argumentos científicos las personas con mentalidad antivacuna?

–No utilizan la evidencia científica, porque no tienen argumentos para poder utilizarla.

Los beneficios de las vacunas son infinitamente más ventajosos que los supuestos efectos adversos que pueden llegar a tener en algún caso. Estos efectos podrían ser que te duela el pinchazo, puede que la persona se ponga roja o que podamos llegar a tener una sensación de fiebre. Los antivacunas no tienen ninguna evidencia científica y lo que hacen por sus hijos es poner en grave riesgo su salud, porque si cogen alguna enfermedad puede que fallezcan o que curen y se queden con graves secuelas para toda la vida como ceguera,parálisis cerebral, sordera...

–¿Cómo se puede solucionar para que la población entera esté vacunada?

–Hay países como Italia que se han dado cuenta de que la mejor manera es obligar a todo el mundo a vacunarse. Lo han añadido a su legislación. Otro ejemplo más cercano: Andalucía. En la Comunidad es obligatorio vacunarse de la gripe toda la población. Entonces, los antivacunas que no quieran ponérsela irán a la fiscalía.

Aquí en Ceuta tenemos la suerte de tener coberturas de casi el 100%. Tenemos una inmunidad de grupo bestial y se calcula epidemiológicamente que teniendo coberturas por encima del 95% si hay un caso, sería muy localizado.