Aseguran que desde el pasado curso han manifestado la situación de las instalaciones, donde permanecen sin calefacción desde noviembre
Acceder a la Residencia Universitaria del Campus, lo que no se plantea como una situación muy complicada, es adentrarse en unos pasillos que bien parecen experimentar unas temperaturas, incluso, más bajas que en el exterior.
La sensación térmica tampoco disminuye en las habitaciones o estancias comunes, donde este diario se reúne con un grupo de residentes que encabeza las denuncias que acarrea desde el pasado curso.
Por miedo a represalias, porque en otras ocasiones “ya se ha abierto amonestación y a la tercera se expulsa e, incluso, hubo un caso hace unos años de unos residentes que hablaron con la prensa y les invitaron a irse”, prefieren que no aparezca ni su imagen ni sus nombres.
Pero A.G, E.O, A.C, A.G y J.J son la ‘voz cantante’ de la viva desesperación porque, aseguran, que son constantes las quejas y demandas para que solventen sus “problemas”. Denuncias que han delegado en sus familias porque “a nosotros, ni nos escuchan ni nos responden”.
El sistema de climatización, averiado desde noviembre
Es palpable en el ambiente que el primer tema a abordar será el del sistema de climatización. “El aire acondicionado ya fallaba el pasado curso, pero cuando llegó noviembre y con el cambio de aire frío a caliente, los aparatos dejaron progresivamente de funcionar, llevamos desde entonces sin calefacción, y con las semanas que estamos atravesando, la mitad hemos caído enfermos con fiebre”, explicaba A.G.
No se les permite disponer de ningún tipo de electrodoméstico en las habitaciones, por lo tanto se mantienen a la espera de actuaciones.
Con respecto a la tenencia de aparatos versa su siguiente demanda. “Se supone que es una residencia, es decir, aquí viven personas. En la oferta se específica que no podemos cocinar, pero tenemos a nuestra disposición el comedor del campus, un servicio inexistente”, manifiestan.
Señalan que su único medio para subsistir es a base de platos precocinados o los “tupper que traemos de casa” pero el problema radica en que disponen de dos frigoríficos (uno por cada 20 residentes).
“Es imposible que podamos tener toda nuestra comida almacenada ahí. Llevamos más de un año demandando más espacio, otra nevera o un refrigerador más grande, pero estas peticiones se pierden por el camino y la respuesta es que pronto lo solucionarán”, expresan.
En el recorrido por uno de los pasillos, con luces intermitentes que no terminar de llegar al encendido, aparece en las inmediaciones una pareja perdida. “Esto es normal”, aseguran. “El acceso a nuestras habitaciones y zonas comunes es libre para todo aquel que transite el campus.
Denuncian que el acceso es totalmente libre para personas ajenas
Es decir, que de 8.00 a 22.00 horas tenemos visitas diarias de personal ajeno a la residencia”, revelan. “Hace unos meses a un compañero que permanecía en su habitación le abrieron la puerta unos chicos que decían haberse perdido”, confiesan.
A todo ello añaden lo que definen como “males menores”: la falta de ventilación por carencia de ventanas (la única luz visible accede a través de claraboyas), la ineficacia de un intento de solventar el problema de la luz a las 6.00 horas con unas persianas que “están rotas”, o la constante presentación de goteras en los dormitorios.
Aseguran que no piden más que “se cumpla lo estipulado en el contrato, queremos unas mínimas condiciones, nada más, no pedimos que inviertan en algo que vaya más allá de lo concertado”, determinan.