Solo queda la historia de lo que fue. El ambicioso proyecto del ferrocarril se ha visto reducido a cenizas en el presente. Ahora solo queda la Estación del ferrocarril, el apeadero y uno de los puentes por los que pasaba.
Tan solo uno de los elementos que quedan de esta parte de la historia de Ceuta está en funcionamiento. Se trata de la Estación del Ferrocarril, convertida en centro cultural.
Las puertas del apeadero, ya restaurado, permanecen cerradas desde hace décadas. Así lo afirma Juan José Concretas, investigador de la ruta ferrocarril Ceuta-Tetuán, que ha escrito, sobre todo, sobre el impacto social y económico de este proyecto. Contreras cuenta que en esta zona en los años 70 existía un restaurante pero, en el presente, este recinto no está abierto al público.
Quedan otros tímidos vestigios de esta ruta en su paso por la ciudad que resisten al tiempo. Se trata de los túneles por los que atravesaba la ciudad en dirección a Tetuán. El que se encuentra frente al Chorrillo se usa como basurero improvisado desde hace unos años y otros están, simplemente, tapiados, como el que se encuentra localizado en el jardín de la Argentina. El puente en el Chorrillo también ha llegado a nuestros días. Es el único vinculado al ferrocarril que se encuentra en pie. Los otros tres que se erigieron en la ciudad caballa eran de hierro.
Una riada hizo que en 1926 desaparecieran tres
Una riada en 1916 hizo que tres de ellos desaparecieran y, por ello, fueron construidos de nuevo, pero en hormigón. Los cambios urbanos y las necesidades de la ciudad han puesto un punto y final a la existencia de estas tres infraestructuras. “Ya no existe ninguno. Uno estaba en lo que era España Vinícola, la bajada de Avenida Reyes Católicos, estaba también otro en la bajada del hospital. Todos ellos han desaparecido en beneficio de las entradas”.
“No queda prácticamente nada más que la historia de lo que fue o lo que pretendió ser”. Una locomotora pervive en el presente, aún pendiente de su restauración. Contreras asegura que se encuentra en muy mal estado y que necesita ser rehabilitada. “Se trata de una recuperación de bastante profundidad”. Solo quedan fotografías y documentación por escrito de lo que fue esta infraestructura y del cambio de imagen que conllevó en la ciudad.
Según Contreras esta ruta ferrocarril fue para Ceuta su “gran y único intento por salir de ese sueño permanente en el que siempre depende de los demás”. La implementación de este medio de transporte tenía una gran carga económica. La idea era abrir un camino hacia el comercio en África. La ruta no consistía solo en crear una conexión entre Ceuta y Tetuán. Era una puerta hacia la expansión económica de la ciudad caballa de aquel momento. “Fue una apuesta común de todos los ceutíes por empezar un camino nuevo, hacer un proyecto de futuro y tratar de llegar a él. No se consiguió, pero se intentó”. Parte de este final no deseado lo achaca al contexto geopolítico de aquellos años que, en su opinión, fueron determinantes para el desarrollo de este proyecto.
La pretensión de Ceuta era, principalmente, arribar a las actuales Camerún y República Democrática del Congo para obtener materias primas que embarcaran con destino a Europa desde la ciudad caballa.
Ahora los vestigios de la ruta del ferrocarril son tan solo un recuerdo de un proyecto frustrado.
La Estación del Ferrocarril, un epicentro para la cultura caballa
La conversión de la Estación del Ferrocarril de Ceuta en un centro cultural y en la sede de la Fundación Premio Convivencia le ha dado una segunda oportunidad a parte de este patrimonio industrial en la ciudad. Después de 18 años de espera, el proyecto se hizo finalmente realidad, lo que lo convierte en el único elemento de la ruta del ferrocarril que abre sus puertas al público en la ciudad.
Desde su puesta en marcha las actividades culturales no han cesado y el recinto está lleno de vida. Al entrar, en la planta baja, está ubicada la sala de lectura y de estudio. Cuenta a su vez con un espacio multiusos para conferencias y exposiciones.
El principal objetivo de esta iniciativa es el de ampliar la oferta cultural de la ciudad más allá de las murallas. El espacio no solo acoge eventos culturales, también ofrece una sala para estudiar o para llevar a cabo programas formativos.
La Estación del ferrocarril goza de una segunda vida. Mientras, el resto de elementos de la ruta, esperan tener una nueva oportunidad.