Una mirada al pasado

Por mucho y complicado que sea tu quehacer, por mucho que tengas que pensar en tu trabajo del día de hoy y hasta en el de mañana y otros días, muchos, que se encadenan unos con otros, siempre habrá en tu mente la imagen del pasado –la del cercano y la del lejano– a la que podrás prestar más o menos atención y que tendrá influencia en el quehacer que se tiene por delante.

No querer hacerle caso a lo que esa imagen del pasado te está presentando es querer olvidarte de tí mismo; querer borrar de tu vida aquello que quizás no te gusta o entiendes que no te dice nada y, sin embargo,  es tu propia vida, es lo que tú has sido para llegar a ser lo que eres. Haz que tu mente se refrene, se aquiete y se disponga a volver a vivir, con seriedad y responsabilidad, cada uno de esos recuerdos.
Lord Byron (1788-1824) resumía lo anterior con una frase más breve, aunque llena de sentido común y hasta de afecto. Esto fue lo que dijo para que lo tuviéramos en cuenta en esos momentos en los que la mente necesita reordenarse: “El mejor profeta del futuro es el pasado” . Esa es la realidad, esa es la forma en la que el ser humano actúa cada día, siempre con esas características que se han ido grabando en nuestro modo de pensar y de actuar a lo largo del tiempo pasado. Muchas son las lecciones que están guardadas en nuestro pensamiento y en nuestra conciencia y cada una de ellas tiene su protagonismo, a veces muy silencioso, en los momentos en que más falta nos hacen. Podremos tener conciencia de ello o no, pero el valor del pasado está siempre en nuestro ánimo.
 Cada día nacen, en el mundo, muchos seres humanos y ya desde ese momento están recibiendo valores para su futuro. Por eso hay que cuidar a esos pequeños seres humanos y proporcionarles la mejor enseñanza y así a lo largo de toda la vida, tanto en el seno de cada familia como en la educación a recibir en los colegios y centros de enseñanza superior. De ahí la importancia de la familia y de esos centros de estudios: Con su labor diaria están formando nuestro pasado y, como consecuencia nuestro futuro. De ahí, también, la importancia de la renovación en las jefaturas o direcciones de partidos políticos, de empresas y también de equipos de fútbol, ahora que tenemos tan sumamente recientes los episodios de la competición por la Copa del Mundo de Fútbol.
 Una serena mirada al pasado, con el espíritu abierto a la verdad, nos es de suma necesidad. No vale eso de “mis espaldas son anchas” como expresión de que toda equivocación no produce ni siquiera la menor turbación o desasosiego. Nuestras espaldas –las de cada persona– han de ser sensibles a la carga que han de soportar para el bien común y para la propia serenidad ante los posibles errores; para aprender de ellos o para reconocer que esa es una carga superior a las posibilidades personales de cada cual y dar paso a otras personas con mejores cualidades y aptitudes. Esa mirada al pasado –tantas cuantas en verdad sean necesarias– nos proporcionará la debida tranquilidad de que hacemos no lo que queremos sino lo que debemos.
 El ejemplo de la Copa del Mundo de fútbol estoy seguro de que resulta muy claro, sin necesidad de profundizar mucho. No se debe tomar parte en competiciones sin saber, en verdad, cuál es la calidad de un equipo. Dejarse llevar de ensoñaciones conduce al más completo de los fracasos. Toda persona los tiene a la vista pues han sido demasiado escandalosos y, aunque algo nos duela, debemos reconocerlo así. El pasado nos enseña que sin trabajo constante y orientado hacia un determinado fin, nuestro futuro será tan lamentable como lo ha sido el presente. ¿Se está trabajando ya para que no vuelva a producirse un error tan lamentable y doloroso? Lord Byron tenía y sigue teniendo razón; una mirada al pasado, sin quedarse en él, nos llevará a un futuro mejor.