Se llamaba Soad El Khatabi. Ayer, a mediodía, fue enterrada en Castillejos, su tierra, después de llegar ya sin vida al Hospital de Tetuán en donde pretendían salvarle. Pero esa batalla ya la había ganado la muerte. Soad había dejado de vivir. Su familia llora ahora su muerte en la vivienda situada en un barrio humilde de la población al otro lado de la frontera. El barrio de la Condesa es de esos núcleos que han crecido en Castillejos a la llamada de la Ceuta europea. Allí, ayer, estaban de luto por el fallecimiento trágico de una de sus vecinas.
Soad tenía solo 22 años, el 29 de agosto cumpliría los 23. Muy joven, pero ya con un hijo de 4 al que tenía que alimentar. Su marido llevaba tiempo separado de ella y no le daba ni un dirham para mantener al pequeño. Vivía en casa de su madre, junto a otros de sus hermanos.
Llevaba poco tiempo dedicándose al porteo. “Escasos meses”, cuentan sus familiares a El Faro, a la puerta de la vivienda familiar. El jueves, al igual que otros días, decidió no acceder por la nueva entrada del ‘Tarajal II’, sino por la frontera del Tarajal de toda la vida, la bautizada como ‘I’. Marruecos no permitía el paso y controlaba de manera exhaustiva la entrada de personas a pie hacia España. De pronto, en toda la revuelta, hubo una estampida, una avalancha. “Todo el mundo empezó a correr”, cuentan.
Soad tuvo muy mala suerte porque tropezó, se desplomó ante decenas de personas que le pasaron por encima, en una avalancha donde todo el mundo intentaba salvarse y colarse el primero. Como pudo se levantó. “Estaba magullada, pero la verdad es que no presentaba ninguna herida externa. Se volvió a su casa”, apuntan. Había ido a realizar un porte, pero volvió sin un euro. Cuenta su hermano que entonces comenzó a quejarse de la cabeza, de fuertes dolores. El viernes acudió al Hospital de Castillejos y no le hicieron ninguna prueba. Simplemente le recetaron unas pastillas para el dolor. Sin embargo Soad no mejoraba, seguía emperoando y el sábado los dolores eran terribles. Ella no quería separarse de su pequeño.
Ante la insistencia de la familia, el domingo por la mañana regresaron al centro hospitalario de Castillejos y le realizaron una serie de pruebas. De manera inmediata, los médicos de guardia solicitaron una ambulancia y el traslado urgente a un hospital con más medios, el de Tetuán. Al final no pudieron hacer nada por salvarle la vida, porque aunque Soad entró consciente en el vehículo que la trasladó hasta la capital, no llegó viva, la ingresaron ya cadáver. Los familiares que la siguieron en otro coche no podían dar crédito a lo sucedido cuando se bajaron a la puerta de urgencias del centro hospitalario de Tetuán. Cuando le dieron los permisos oportunos trasladaron el cuerpo a su población natal para darle sepultura.
Su hermano, su tío y su primo, con quienes tuvo oportunidad de conversar El Faro en la tarde de ayer ante la puerta de la vivienda familiar, cuentan que Soad se casó muy joven, pero que el marido en ningún momento tuvo un comportamiento adecuado. Se tuvo que ir a casa de su madre para intentar trabajar y sacar adelante a su pequeño. Llegó a hacerlo en un cafetería del centro de Castillejos, pero vino un día su marido y la sacó de allí diciendo que no era un lugar adecuado. Por eso decidió dedicarse al porteo. No llevaba mucho tiempo y ese porteo ha sido el que la ha llevado a la tumba, dejando ahora a un huérfano que sigue en casa de su abuela y que no deja de preguntar por su madre.
Sus familiares tienen mucha relación con Ceuta. Varios de ellos trabajan en una panadería donde llevan contratados muchos años y cuentan que Soad era una chica muy buena, que había nacido en Castillejos y que toda su ilusión la había volcado en su pequeño de cuatro años, pero una estampida, una maldita estampida en busca de una entrada en Ceuta para cargar un bulto le produjeron heridas internas que no pudieron ser descubiertas a tiempo. La familia se lamenta. La madre lloraba ayer tarde la muerte de su hija. Había traído al mundo a cinco hijos y hace once meses tuvo que enterrar a uno de sus varones.
Cuando no se ha cumplido ni el año, ahora le ha tocado a Soad. Como dicen sus familiares más directos, no queda más remedio que poner orden en el tráfico de mercancías, porque, de otra manera, a lo mejor Soad no es la única muerte que haya que lamentar en poco tiempo en esta frontera.
Soad, el rostro de la tragedia tras el bulto
Se llamaba Soad El Kathabi, vivía en un barrio de Castillejos, con su pequeño de solo 4 años. Hoy se ha convertido en otro rostro más de la tragedia que rodea el comercio del bulto. Murió el domingo en el hospital de Tetuán, después de agonizar desde el pasado jueves tras sufrir una avalancha en el lado marroquí, a la salida del ‘Tarajal II’. No pudo superar las graves heridas padecidas.
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