El antiestético y habitual uso de puertas giratorias, y del reparto de puestos directivos o consejeros en grandes empresas como gracia caciquil que recae siempre sobre algún político de renombre, bien sea del Gobierno, la oposición o los sindicatos, tiene un precio. Precio que, sin lugar a dudas, recaerá sobre todo aquel que tenga que pagar una factura de la luz o del gas, que en este frío mes le dejará helado.
No se llame a engaño. En esos consejos empresariales hay miembros del PP, del PSOE, de Podemos, de UGT, de CCOO, de… Todos, absolutamente todas las instituciones políticas que viven a costa del erario público, tienen a algún preboste en estos consejos. Así que, no echen la culpa exclusivamente a los populares por ello. Primero porque la historia viene de muy lejos, y segundo porque las decisiones, y como diría Esperanza Aguirre, “las mamandurrias” que brotan de esos consejos son patrimonio de muchos. Si no, que se lo pregunten a Espinar, padre, y su tarjeta negra de Bankia.
Pero tampoco piense que estos consejos son los promotores exclusivos de estas astronómicas facturas que amenazan con dejar a más gente bajo el umbral de la pobreza energética. Sepa que, aproximadamente el 35% del recibo depende del precio mayorista, y el 65% son costes políticos directos con tasas, peajes e impuestos que el Estado impone por mandato del Gobierno. Esto hace que España se sitúe en el podium de la electricidad y el gas más caro de Europa.
Échese a temblar. El Gobierno ha dicho que volverá a intervenir en el precio, y ya saben que cada vez que un gobierno anuncia una intervención, esto apunta muy mal para el común de los ciudadanos.
Por ahora, ha obligado a MIGBAS (mercado de gases) a una serie de operaciones y va a poner en marcha la figura del “creador de mercado” del que todavía no sabemos su nombre. Quizá habría que recordarle al Presidente, que ya colocó al frente del MIGBAS, desde el 2014, al exdiputado popular Antonio Erias con una retribución de 366.705 euros (según aparece en el 2015) para intentar que esto que está ocurriendo ahora, no ocurriese.
Todo esto no da más que la impresión de una política de parches y dejadez política, sobretodo si recordamos que hasta no hace poco el ministro de industria era un individuo que ignoraba disfrutar de acciones opacas en paraísos fiscales. Y, preguntando a entendidos, todos declaran que la ecuación para hallar el precio de la luz no es apta leguleyos, ilusos aspirantes al reconocimiento como hombres de Estado, que son fagocitados fácilmente por astutos lobos de espalda plateada abundantes en esos consejos empresariales.
El Gobierno no puede contentar a todos, y si de verdad no quiere que España caiga con un gobierno radical-populista, da la impresión que ya va siendo hora de contentar a la mayoría que, en este caso, es el verdadero interés general de los ciudadanos.