Aunque se tengan muchos años hay un sólo momento de la vida que prima sobre el resto de la existencia. Un sólo momento que nos inunda de amargura nuestra mente y nuestro corazón o, por el contrario, que llena de alegría toda la propia existencia.
Puede haber alegrías y tristezas en la vida, muchas y variadas, pero son de índole menor sin llegar, en ningún caso, a superar a ese sentimiento dominante en alegría o en sufrimiento. Son, ,estos. elementos vivos que jamás desparecen por muchas e importantes que sean las vicisitudes que se vayan viviendo. El ser humano es extremadamente sensible a lo que le acontece , a él personalmente o a aquellas otras personas a las que pueda estar ligada de alguna forma-
Por eso tiene razón de ser la sociedad, por los sentimientos que nos van acercando unos a otros aunque la divergencia de pensamiento pueda ser muy grande. Es muy frecuente ver la sonrisa de satisfacción por algo que contemplan muchas personas - bien distintas - al mismo tiempo. Es ese aplauso espontáneo ante una acción de alguien en público. ¿Quién se puede mostrar indiferente ante una acción de ayuda a alguien que está en peligro? ¿Quién no sufre al contemplar las indecisiones de un invidente en su caminar por una calle cualquiera¿ Muchas son las ocasiones de peligro por las que unos y otros pasamos a lo largo de nuestras vidas y muchas, también, las ocasiones de satisfacción y hasta de éxito
La vida d los seres humanos es un continuo batallar con uno mismo, una continua pugna entre lo que se debe hacer y lo que se hace o se deja de hacer por desidia, por no importar que las cosas se hagan a su debido tiempo y en su debida forma. Es mucho el abandono de lo que debe ser la vida, porque cuesta trabajo, veces mínimo pero que puede traer consecuencias graves para uno mismo o para muchas otras personas. Alguna vez se oye decir de alguien que pasa por la vida sin darse cuenta. Y no todo es materialismo pues hay infinidad de cuestiones en la vida que merecen toda nuestra atención y las dejamos pasar sin que existieran. Una leve sonrisa a alguien al que cedemos el paso, en cualquier lugar, tiene el gran valor de la estima por otro ser humano, aunque no se le conozca.
Un sólo momento de la vida está llamado a ser de gran valor o de de desamor, de alegría profunda o d una tristeza infinita y hay ocasiones en las que andamos desprevenidos para actuar como debe hacerlo todo ser humano en cualquier circunstancia. Pero hemos de ser conscientes de que nos corresponde a cada uno, por sí mismo, encauzar sus actos por las sendas del buen hacer o del disparate. Y la sociedad espera más de la sensatez que de la despreocupación o de las mentes alocadas que camban de rumbo sin ton ni son. Mucha y grave es nuestra responsabilidad y debemos tratar de llenarla de sentido del bien hacer y del amor a la gente, a toda sin excepción alguna.
A la hora de la verdad, a esa en la que cada persona se encuentra consigo misma; es el momento en el que puede que alguna lágrima se abra paso y escape de nuestros ojos como señal de dolor o tal vez como señal de amor. Es el momento del alma abierta a la claridad de la sinceridad, Hay que aprovecharla porque no engaña.