En mas de una ocasión al realizar una compra algunos nos hemos podido plantear diferentes interrogantes, como por ejemplo aquellas relativas a ¿quien es el responsable de verificar el peso o la calidad que se expone en las etiquetas? o simplemente ¿cual es la composición de los productos que compramos?. Por lo general nuestra confianza es tal que en la mayoría de los casos, salvo rara excepción, no tenemos ni idea de donde proceden o de cómo se han elaborado, esto se da con especial relevancia en las denominadas marcas blancas, que con un poco de suerte aparecen con indicaciones realizadas en siete idiomas, aunque al final para lo único que sirven es para enterarnos de que se han fabricado en un pueblecito de nombre impronunciable situado en cualquier país de los adherido recientemente a la UE. Es cierto que el ciudadano español pide precios asequibles, pero no por ello menor calidad, especialmente cuando se trata de productos sanitarios.
En este sentido es un reclamo la necesidad de que desde la autoridad competente se proceda con cierta asiduidad a la verificación de que todos los productos que consumimos cumplen con los correspondientes certificados de calidad exigidos por la normativa vigente, sobre todo en aras de una mayor tranquilidad del consumidor, queriendo dejar constancia con esto de que, de ser así, el grado de confianza del ciudadano a la hora de adquirir un producto en nuestra ciudad será mayor y por lo tanto un cierto estimulo para el sector comercial que a buen seguro vera incrementado el numero de una clientela que acudirá al reclamo de la certeza de que paga lo correcto por lo que compra.
Dicho esto y continuando con el tema, un caso especifico es el de las gasolineras, sector este donde la indefensión del consumidor a priori puede ser calificada de mayor, ya que en rara ocasión las surtidoras de combustible aparecen identificadas con algún documento de verificación oficial que le indique al usuario que el contador esta perfectamente regulado, dándose esto ultimo por lo general y por parte del usuario como hecho, pues aun siendo así seria mucho mas adecuado dejarlo perfectamente señalado, disipando de este modo cualquier tipo de dudas al respecto.
Algo similar ocurre con las reparaciones de los vehículos, bien sea a la hora de realizar un simple cambio de pieza o de proceder a una revisión general del coche, como la mayoría somos profanos en la materia, quien nos asegura que lo que se le ha hecho al vehiculo es realmente lo que necesitaba, ya que cierto es que uno elige para sus reparaciones el taller que le ofrece mayor garantía, pero a pesar de ello en ningún caso se puede tener la total seguridad de que el trabajo realizado se corresponda con el precio a pagar por este.
Y si nos metemos en el tema de la venta ambulante de la Barriada de San José (Jadu), nos podemos echar directamente las manos a la cabeza, productos directamente vendidos desde el suelo, tingladillos colindantes al mercado con productos de dudosa fiabilidad, en este tema las preguntas son claras, ¿por qué no se cumplen la ordenanzas municipales? y sobre todo ¿donde esta Sanidad y los responsables de que se cumplan esas ordenanzas?
Aunque lo que aquí se recoge parezca poco mediático, es la realidad de nuestro día a día, siendo pocos los que se detienen a valorar este tipo de cuestiones que para mi y en este caso si que merecen de cierta reflexión, pues en momentos de crisis como el que vivimos las economías familiares son las mas afectadas y estas cosas que en otras circunstancias consideraríamos como “minucias” hoy por hoy inciden mas que nunca a la hora de llegar a fin de mes, pues no solo de los “goles de Iniesta” vive el pueblo.
Rara vez se escuchan conversaciones, sobre todo de personas con menor poder adquisitivo, en el que se hagan referencias al detalle de las facturas de ACEMSA o del Alumbrado entre otras o al ticket de la compra en el Hipermercado, ya que seguro que su percepción sobre lo que en este articulo digo cambiaria de manera drástica, todo lo contrario, preferimos hablar de “macroeconomía” política y de fichajes veraniegos, obviando de este modo lo que realmente importa.