Hoy, jornada electoral. Toca votar. Atrás quedaron ya los mítines, la propaganda y toda la cansina algarada publicitaria que nos ha venido bombardeando. Solo queda la última encuesta. La definitiva, la que proclaman las urnas. Como escribía Manuel Martín Ferrand, las elecciones las carga el diablo, las apunta el talento y las dispara la casualidad. Mucho sabemos de ello ya los españoles por experiencias anteriores. Esta noche cuando se proclamen los resultados, una vez más, posiblemente, todos dirán haber ganado. Ya les oiremos, ya, como contradiciendo a Claudio Coelho: “un guerrero acepta la derrota como derrota, sin intentar transformarla en victoria”. Y es que, en política y si se nos permite jugar con la terminología, todo es diferente.
El 20 de noviembre, lejos del recuerdo del fallecimiento del anterior Jefe del Estado, fecha que a los jóvenes y a tantísimos españoles no tan jóvenes ya no les dice nada, casualmente tiene en el tiempo unos antecedentes electorales que vinieron a escribir una página en la historia reciente de España.
Y es que tal día como hoy, del año 1933, se proclamaba el triunfo de la que se dio en llamar la Confederación Española de Derechas Autónomas, la CEDA, en las que fueron las segundas elecciones generales de la II República celebradas el día anterior y las primeras en las que tuvo lugar un sufragio general en España. De las 60 circunscripciones electorales, en 48 hubo un ganador en aquella primera vuelta, mientras que en las doce restantes fue preciso esperar a la segunda, dos semanas después.
Fue el caso de nuestra ciudad en la que el resultado fue favorable a la candidatura socialista encabezada por Martínez Pedroso al sacar algo más de 200 votos al radical Tomás Peiré, pero al no alcanzar el 40 por ciento fue preciso recurrir a esa segunda vuelta en la que se invirtieron las tornas. Unos comicios, aquellos, que dieron lugar al que se dio en llamar el “bienio radical cedista” o “el bienio negro” para otros, de los años 1934 y 1935.
La siguiente efeméride del día hay que buscarla un año después, en 1934. Ese día, el alcalde de la ciudad dirigió varias alocuciones al vecindario invitándole a acudir al puerto a recibir a las tropas de la guarnición que habían sido trasladadas a Asturias para intervenir en los sucesos revolucionarios de aquella región. A bordo del buque ‘Capitán Segarra’ llegaron los tabores de Infantería de los grupos de Regulares de Ceuta y de Tetuán. Según informaba ABC, “las tropas expedicionarias fueron acogidas con un entusiasmo indescriptible, rivalizando todas las clases sociales en las muestras de afecto y patriotismo”. Pese a la lluvia torrencial que arreciaba en aquellos momentos, se congregaron en el muelle de España más de mil personas. Los Regulares desfilaron al grito de ¡viva la República!, entre atronadores vivas y aplausos, cerrando el comercio sus puertas a medio día.
Otro 20 de noviembre, en este caso del año 1952 y ante la actitud que venía mostrando la Empresa de Abastecimiento de Aguas, el Pleno de la corporación reunido con carácter extraordinario acordaba proseguir con urgencia el expediente de expropiación de la entidad por utilidad pública. De esta forma la municipalización del servicio tomaba una trayectoria imparable.
Ya en el nuevo milenio, en 2003, la noticia del día fue la llegada del entonces ministro Javier Arenas, quién giró una visita a las obras de la Manzana del Rebellín y a las del desdoblamiento del Paseo de las Palmeras, aprovechando también su agenda para celebrar con un acto en su partido.
Finalmente un 20 de noviembre de 2007, la Policía Nacional y en su nombre el Jefe Superior de la Comisaría, José Luís Torres, recibía la Medalla de Oro de la Ciudad como muestra del aprecio al Cuerpo por parte de la población ceutí.
Toca hoy pues escribir una nueva efeméride de esta fecha. Sea quien sea el vencedor de estas elecciones generales, este otro 20 de noviembre está llamado a ser un referente en el futuro del país y por ende de nuestra ciudad, dadas las circunstancias económicas actuales.
Una razón más para acudir a votar. Cada cual con la opción que crea más conveniente, pero cumpliendo con este hermoso deber democrático y posibilitando que disminuya el alto porcentaje de abstención que viene caracterizando cualquier convocatoria electoral en nuestra ciudad.