Los restos de Ndigua Saw podrán ser enterrados en Touba después de que ayer Sanidad autorizara el embalsamamiento tras la exhumación del cadáver, anulando un decreto inicial
Ndigua Saw podrá descansar finalmente en Senegal, la tierra de la que partió con intención de prosperar en la vida, sin pensar que iba a perder la batalla en un mar embravecido que terminó por ahogarlo, en octubre de 2015.
Enterrado en el nicho 162, ayer se llevó a cabo la exhumación de los restos por parte de operarios del cementerio de Santa Catalina y ante la presencia del médico de Sanidad, Javier Carrillo, y responsables de la Funeraria Luza.
Aunque en un principio Sanidad negó que fuera a permitirse el embalsamamiento de los restos dictando para ello un decreto, finalmente se autorizó para que Ndigua pueda regresar a su punto de origen, a su tierra de nacimiento, Touba, en donde su familia le despedirá de acuerdo con los ritos de su religión. Senegaleses de distintos puntos del mundo (Brasil, Italia, Argentina y ciudades de España) han colaborado económicamente en el pago del traslado que se llevará a cabo en los próximos días ya que falta por confirmar un vuelo específico en el que pueda trasladarse los restos ya embalsamados y con el sello de Sanidad que verifica que el trayecto puede realizarse.
Ndigua, el joven que había marchado de Senegal, que trabajó como agricultor, a quien su familia compró un tractor para que arraigara en su tierra y cuidara de su madre Sonamati, volverá para que restos y espíritu puedan descansar bajo tierra, tal y como establece su religión, tal y como siempre ha querido la comunidad senegalesa que ha luchado durante este casi año y medio por lograr este fin.
A sus 34 años, el joven Saw, el senegalés que como muchos otros quiso probar suerte, quiso arriesgarse, perdió sus sueños para siempre cuando un mar embravecido lo atrapó mientras él rezaba el Corán ante la mirada de sus compañeros de patera. Ndigua, ahora sí, podrá descansar en paz.