UDCE y CpM (Coalición por Melilla) están a una en la implantación del dariya o ‘árabe ceutí’, como ha venido a denominarlo el principal partido de la oposición en nuestra ciudad, y del tamazig melillense como herramientas a la hora de erradicar la alta tasa de fracaso escolar existente en los centros de ambas ciudades autónomas, y que se llega a situar por encima de la media nacional.
La barrera lingüística es una de las causas, entre otras muchas, “del mal resultado” escolar, según aclaraba el director provincial del ME en Ceuta, Aquilino Melgar, mientras que su homólogo melillense apuntaba a la “escolarización infantil temprana” como manera de evitar las altas tasas de fracaso escolar.
Pese a la escolarización infantil, el abandono educativo temprano se sitúa en ambas ciudades en el 54,8%, casi un 25% por encima de la media de España, que se traduce en que ka mayoría de jóvenes de entre 18 y 24 años no han completado ningún tipo de educación o formación.
Ambos partidos se escudan en esta cuestión de cara a lo que viene siendo una reivindicación institucional de ambas lenguas, pero no su plena equiparación con el castellano. “No se trata de mermar el carácter oficial del castellano”, insiste. Desde Melilla por su parte, se lamentaban que en sus calles no existe un solo letreros en tamazig ni en sus escuelas libros de texto en ese idioma, pese a que cerca de la mitad de la población pertenecen a la cultura amazig (bereber) que hablan tamazig como herencia y culto a sus padres y abuelos.
Por su parte, Alí también se lamenta de que en las calles ceutíes tampoco es posible encontrar rótulos en árabe, “ni siquiera en la frontera con Marruecos, por la que transita una mayoría de arabófonos a los que se les da la bienvenida en la ciudad en varios idiomas, pero no en el suyo”. Frente a esto apunta a que en la península sí hay carteles en árabe “para orientar a los inmigrantes marroquíes que viajan a su país en coche, pero una vez en Ceuta desaparecen”, denuncia.
Pese a que algunos estudiosos atribuyen a estas lenguas un escaso valor lingüístico, el musulmán ceutí considera que su conservación responde a una salvaguarda de su identidad cultural y religiosa.