Se enfrentan a 13 años de cárcel. Es la petición contenida en la calificación inicial del Ministerio Fiscal para los cinco trabajadores de Emvicesa acusados de delitos continuados de cohecho, falsedad, organización criminal y prevaricación. Ante el tribunal de la Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta han declarado en la tarde de este miércoles dos de ellos.
Lo han hecho para negar cualquier vinculación delictiva y han contestado únicamente a las preguntas formuladas por sus abogados. Juan Manuel Zaragosí e Isaac Medina han abierto así el turno de los señalados por la UDYCO como elementos de apoyo clave para el exgerente Antonio López en esta trama de compra y venta de viviendas de protección oficial.
Zaragosí, que estaba destinado en el registro de demandantes de vivienda, participó en los trabajos de las promociones de las 170 y las 317, pero nunca rellenó contratos ni mucho menos los elaboró.
El trabajador ha negado haber colaborado en la elaboración de listas o rellenado compromisos, mucho menos proteger en algún momento alguna actuación presuntamente irregular de López. Su función asegura que se centró en la elaboración de boletines de agua, luz o garantía de termos.
A preguntas de su abogado ha negado además su relación con los delitos con los que se le vincula, también con la comisión de alguna falsedad. “¿Usted ha falseado, ha plasmado algo en algún documento, ha colaborado en la redacción de un documento, ha falsificado por decir alguna llave, fíjese lo que le digo, ha hecho algo que pueda ser considerado falso? En la vida”, ha respondido a la pregunta de su letrado.
Aunque no ha querido atender a las preguntas de la Fiscalía, el Ministerio Público ha formulado cuestiones con las que ha pretendido evidenciar las contradicciones respecto de las manifestaciones que el acusado prestó en instrucción. La misma fórmula ha seguido con el otro trabajador que ha declarado.
En el caso de Isaac Medina, administrativo del registro de demandantes y el segundo de los cinco trabajadores que ha declarado hoy, ha recordado cómo desde Fomento se dio orden de parar los trabajos relacionados con la promoción de las 317 tras el escándalo ocurrido y ha advertido que la lista publicada en un medio estaba incompleta.
“¿Pararon ustedes el procedimiento cuando la consejera de fomento así lo determina en las 317 de manera inmediata? Sí. ¿En qué momento? La verdad es que no lo sé. A mí me dijeron parar y no trabajar más hasta nueva orden, y nosotros paramos y paralizamos lo que estábamos haciendo. Vamos que no era algo muy importante ya que la lista fantasma que sale publicada era incompleta, no estaba entera. No habíamos terminado ni el trabajo. ¿Esa lista no tiene 317 nombres? No”, ha respondido a su abogado.
Medina ha considerado normal acudir a trabajar por las tardes a Emvicesa, hasta el punto de que incluso ha indicado que lo ha hecho fines de semana porque el trabajo acumulado era imposible de ser asumido en el día a día.
“En general desde que yo entré, recuerdo haber ido hasta sábados y domingos. Recuerdo la afluencia de promociones en los tiempos de GIL, no nos daba tiempo y había veces que no podía hacerlo todo yendo de mañana y tarde. Entonces acudía los sábados o domingos dos horas o tres, de manera esporádica, horas que no estaban pagadas. Era simplemente por sacar el trabajo adelante. Solamente en dos ocasiones nos han pagado las horas extras”, ha resaltado.
En relación a las prisas por entregar las viviendas y las razones de hacer listas a toda prisa, Medina ha dado una razón clara: “Más que nada es la ocupación ilegal. La prisa es la ocupación ilegal de las viviendas porque precisamente nosotros hemos tenido muchísimas ocupaciones ilegales. Es más cuando entregamos la llave, le decimos que si no tienen muebles se vayan a dormir allí porque sino le van a ocupar la casa, de hecho ha ocurrido”.
Medina ha recordado lo mal que lo pasaron en su declaración en Instrucción y durante el tiempo en el que estuvieron en los calabozos, deslizando que incluso no contaron con una defensa adecuada.
“Le puedo decir que aquello duró una hora, hora y media, y a la señora (Lucini) le pedí como seis o siete veces agua porque la boca se me secaba del nerviosismo tan grande que tenía. Me estaba enfrentando a una historia que me estaba contando, con una presión inmensa… yo pensaba que si lo que estaba viviendo era una película o un sueño. No daba crédito de lo que allí estaba pasando, que se me negara la defensa”.
“¿Cuándo declaró como testigo sufrió algún tipo de acoso?”, le ha preguntado su abogado. “Sí. El señor Rangel asistió a mi declaración y creo que la señora Lucini al menos conmigo fue bastante dura”, ha dicho.
“¿Le imputaba a usted la posible participación en la comisión de los delitos?”, ha insistido su letrado. “Ya le digo, que había momentos que yo no sabía ni de lo que me estaba hablando. Me decía hay un señor que ha pagado y yo le decía ‘que ha pagado qué’. Yo no sabía ni lo que me estaba diciendo, he leído mi testifical y sinceramente no sé cómo ese día pude testificar. Los nervios que se tenía allí era igual o parecido a los que sufrí después en las dependencias del juzgado”.
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