La ciudad autónoma registró en agosto más llegadas de turistas peninsulares que nunca durante la última década en el primer verano de normalidad real tras la pandemia de la enfermedad del coronavirus. Fueron más de 6.100 los visitantes procedentes del otro lado del Estrecho que llegaron a Ceuta, que todavía tiene mucho trecho por recuperar en lo relativo a las visitas de foráneos, fundamentalmente marroquíes, un desafío complicado tras el cambio de las condiciones de tránsito por el Tarajal, aunque no imposible.
Iniciativas como la de ayer alrededor de actividades ligadas al mar deben extenderse más allá del verano aprovechando la benigna climatología local, que permite seguir disfrutando del privilegiado entorno natural de la ciudad mucho más allá de la tercera semana de septiembre.
También ha sido un acierto el programa de subvenciones que permite a los no residentes llegar a la ciudad en barco con una rebaja del 50% en el disparatado precio de salida de los billetes de las navieras. En su primer mes completo operativo se han disparado las llegadas de residentes en territorio nacional y la línea de ayudas que con idéntico objetivo cubre las líneas en helicóptero también está dando resultados frente a tarifas que también resultarían, de entrada, prohibitivas para los no empadronados.
Ese esfuerzo económico de la administración local debe acompañarse desde el sector privado con iniciativas tendentes a hacer lo más atractiva y amable posible una visita a Ceuta, pues de otra forma resultará baldío y ninguna campaña podrá combatir un opiniones negativas de quienes pasan por aquí.