La tumba 5007 del cementerio de Sidi Embarek, en Ceuta, acoge los restos del joven cuyo cuerpo fue encontrado el pasado 21 de agosto en la zona de Recinto-Fuente Caballos, en las inmediaciones de la almadrabeta.
Ha sido imposible su identificación. Llevaba al menos un mes fallecido en el mar, no portaba documentos y vestía únicamente ropa interior tras haber perdido todo lo demás.
El mar, que dicen no se queda con nada, hizo aflorar su cuerpo. No ha sido posible, dado el tiempo transcurrido, saber quién era ni tampoco tirar de algún hilo que sirviera a los agentes del Laboratorio de Criminalística de la Policía Judicial investigar ese origen, desandar el camino antes de que iniciara este periplo clandestino que ha terminado de la peor de las maneras, con la muerte.
Se sabe que era varón y joven. Ha sido recuperado en un mes que deja el hallazgo de 4 cuerpos cuyas muertes están relacionadas con la inmigración, en un agosto además de enorme presión en el mar que ha superado cualquier previsión.
La Funeraria Al-Qdar se ha encargado de su traslado este viernes al cementerio en donde se ha rezado y procedido a su entierro muy cerca de otros jóvenes inmigrantes fallecidos en la ruta del espigón.
Esta es la gran tragedia de sucesos de este tipo, que nunca se sepa qué pudo pasar, que no se llegue hasta su historia que queda atrapada en el mar, que sus padres nunca conozcan el destino final de estos hijos que huyen de Marruecos buscando, engañados, ese futuro que les venden que existe cruzando la frontera.
La Guardia Civil sigue trabajando en la identificación del otro cuerpo sin vida hallado ayer, solo 24 horas después del de este joven.
El trabajo de los agentes es clave, como también que se denuncie las desapariciones de personas y se pueda facilitar la presencia de familias directas para realizar las pruebas de ADN.
Y cuantas más habrán en un futuro.