“Como veíamos que no cobrábamos desde comienzo de año y que llegar a fin de mes se hacía una cuesta muy hacia arriba, acudimos en mayo pasado a CCOO para ver si podían ayudarnos y estos denunciaron al Ayuntamiento por el retraso”, cuenta uno de los tres trabajadores acogidos a una subvención que la Ciudad otorga a la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos de Ceuta, FAMPA, y que ahora se sienten “intraquilos por una hipotética represalia de la Ciudad que afectaría no sólo a nosotros sino lo que es peor a nuestras hijos, algo que sería doloroso e injusto porque llevamos sirviendo a Ceuta catorce años, trabajando en fines de semana y en vacaciones así como con trabajos que no son fijos y que en muchos aspectos son precarios”.
No obstante, los tres trabajadores, que actualmente desempeñan sus labores en tres centros diferentes, concretamente en los colegios públicos Príncipe Felipe, Andrés Manjón y García Lorca, no han recibido ninguna notificación expresa de despido o suspensión de empleo y sueldo, aunque, denuncian, “sí que hemos sabido que desde entonces el Ayuntamiento se ha querido desprender de nosotros mandando cartas a los colegios instando a la dirección para que prescindiera de nuestros servicios”.
Al respecto, desde la FAMPA se niega este extremo y asegura que “ninguna orden en este sentido ha llegado a nuestras dependencias razón por la cual seguimos hacia adelante en las mismas condiciones que hasta ahora, adscritos al mismo plan de subvención y contando con el mismo personal, un elenco de profesionales que están realizando un cometido con buenos resultados”, aseguró la vicepresidenta Nuria Buscató.
De este modo, salvo giro radical e inesperado de última hora, los tres trabajadores podrán seguir desempeñando sus funciones, “una labor”, indican, “de enorme valor ya que nosotros hacemos el trabajo sucio que no se atreven a realizar ni la Policía por lo que hace de nosotros un personal imprescindible”.
Entre los cometidos de estos tres trabajadores, explican, se encuentran “vigilar y erradicar los actos vandálicos que se producen cada vez que nosotros hemos faltado por un breve período y prueba de ello es que los alumnos díscolos aprovechan que no conocen a los policías, no como nosotros que somos del mismo barrio y conocemos a sus familias, para apedrear cristales, romper mesas o sillas o robar materiales escolares, con la elevada pérdida económica que eso supone”.