Se han conocido los datos del paro registrado en el Servicio Público de Empleo Estatal del mes de mayo de 2022. Espectaculares. La afiliación a la Seguridad Social está en máximos históricos. Sube la misma en 213.643 personas y se sitúa en 20,2 millones. Esto significa que nos situamos por encima de lo que ocurría en 2008, antes de la crisis financiera anterior, y también por encima de lo que ocurría en febrero de 2020, cuando comenzó la pandemia. Es decir, el empleo crece a una tasa interanual del 5%.
Pero es que además, el 44,5% de los contratos firmados en mayo han sido indefinidos, lo que supone que en los cinco primeros meses de 2022 se hayan firmado 2,5 millones de contratos indefinidos, que es más que en todo el año 2021. A jornada completa suben en un 206% y a jornada parcial en un 331%. Y los fijos discontinuos, que con la nueva reforma laboral se destinan no solo a los trabajos de naturaleza estacional o de temporada, sino también para cubrir las necesidades de personal ciertas pero no constantes, han subido el 1.200%. Es decir, los contratos a jornada parcial y fijos discontinuos suponen ya el 60% de todos los contratos indefinidos firmados en mayo de 2022, mientras que los contratos temporales disminuyen en un 34% en tasa interanual.
Justamente ha sido la modalidad de contratos fijos discontinuos, la que mejor aceptación está teniendo, pues se clarifica su uso y se unifica el régimen con los trabajos periódicos que se repiten en fechas ciertas, marcando así la línea divisoria con la contratación temporal, pues lo decisivo para su utilización va a ser el objeto o la naturaleza de los trabajos realizados; se habilita su utilización en la externalización de las actividades de las empresas, o en las empresas de trabajo temporal. También se reforma el sistema de cómputo de la antigüedad, para evitar discriminaciones y el sistema de protección de desempleo en su nivel asistencial de estos trabajadores. Evidentemente, entre una contratación temporal, que ahora se prohíbe, y una contratación fija discontinua hay un abismo, pues en el primer caso significaba estar permanentemente precarizado en las relaciones laborales, mientras que en el segundo caso, se dispone de derechos y de estabilidad en el empleo durante determinadas fechas del año.
Si ahora nos fijamos en las cifras de paro, vemos que caen por debajo de los 3 millones por primera vez desde noviembre de 2008, situándose en 2.922.991 personas, cifra que coincide totalmente con las previsiones que hacíamos en nuestros modelos con los datos que se conocieron en febrero de 2022, que situaban el paro para mayo de 2022 por debajo de los 3 millones. Y esto ocurre, pese a la difícil coyuntura por la guerra de Ucrania y la alta inflación, y al tiempo que ha crecido el salario mínimo hasta 1.000 euros.
Es decir, la reforma laboral del gobierno de España, las subidas del salario mínimo pactadas y las medidas adoptadas durante la pandemia para evitar que millones de personas se hubieran quedado sin trabajo, han dado resultado. O como dicen algunos medios de comunicación, la situación mejora “a pesar de ellos”. De los que se han opuesto a la reforma laboral, de los que vaticinaban una ruina para el país si subía el salario mínimo y de los que, un día sí y otro también, no hacen más que hablar del déficit público, como si en una situación de extrema gravedad, fuese más importante tener las cuentas “saneadas”, que los estómagos de las gentes sencillas con algo de comida.
Pero lo que más me ha sorprendido ha sido que un político que aspira a ser presidente de todos los españoles, como el señor Feijóo, acuse al Gobierno de maquillar los datos del paro a consecuencia de haber convertido en no parados a los más de 700.000 trabajadores que están con contratos fijos discontinuos. Y esto es grave, por varias razones. Primero porque significa desconocer la legislación laboral. Segundo, porque implica poner en duda el sistema de registro del paro que viene aplicándose desde que su partido dirigía el gobierno de España.
Por tanto, no hay trampas en las cifras del paro. Simplemente son el reflejo de una brillante gestión del gobierno de España y de su ministra de Trabajo, a favor de los más necesitados y desprotegidos.