La vida está hecha de estadísticas, también de esos tantos por ciento que tanto nos gustan a los periodistas para sacar un titular. También de engaños, porque los números constituyen un juego fácil para hacer trucos.
Bien lo sabe el Ministerio del Interior con sus estadísticas. Con ellas quiere jugar a la transparencia ofreciéndonos esa parte de la ecuación matemática que le sale 'rentable'. Sí, para los políticos los inmigrantes son rentables y juegan a moldear la realidad según se les antoja.
La presión que todas las noches, sin prácticamente excepción, se vive en la frontera sur rompe cualquier mundo fantástico que nos publicita la cartera que dirige el ministro Grande-Marlaska.
Hablar de entradas (las oficiales, claro, no las que quedan sin registro de Guardia Civil y Menores) no es contar la realidad que se produce en esta zona. Los intentos constantes y en amplio número, crecidos en noches de niebla, exponen una situación extrema a la que se tiene que enfrentar la Guardia Civil.
Si no se cuenta, y solo nos fijamos en los números, entonces podemos pensar que la situación en Ceuta no es para nada grave. Lo podemos pensar por los maquillados juegos de números que nos ofrece Interior, pero ni por asomo llegamos a la realidad de esos jóvenes que desaparecen en el mar o esos chicos rescatados in extremis en Marruecos porque la Guardia Civil entra a marcar donde están ahogándose.
Todo eso no se cuenta en los informes oficiales y, por tanto, nunca trascienden en las crónicas que ocupan los medios nacionales. Esas que deberían conocerse en el resto del país.
Lo que sucede en la frontera sur es una barbaridad, está todo tan llevado al extremo que si no ocurren más tragedias es porque realmente existen esos milagros (fortunas para los no creyentes) en muchos casos inexplicables.
No hablar de esto es malo para Ceuta porque no se cuenta lo que pasa realmente. No lo cuenta Interior, pero tampoco la delegada del Gobierno, que lo sabe al detalle, ni el alcalde, que únicamente parece querer pedir más y más dinero para tener tranquilas sus competencias, aquellas que voluntariamente aceptaron. Que no se cuente esto es la peor traición a la verdad.
Al César lo que es del César. Casi siempre os crítico negativamente por dejaros engañar por esos que no pisan el terreno,esos que desde las oficinas con un horario engañoso os cuentan lo que les da la gana. Esta vez habéis acertado, el ministerio sigue mintiendo, los guardias civiles exponiendo cada vez más, tirando de gente que no está ni de servicio o de unidades cuya misión no es la que realizan. Cifras reales las que tiene la guardia civil: los que se echan al mar, los que vienen corriendo por la orilla y los que lo intentan por la valla. O le ponemos freno, o se van a producir más desapariciones