Los servicios de Salvamento Marítimo y la Guardia Civil buscan a los desaparecidos en los naufragios ocurridos en las últimas horas en el Estrecho. La salida de varias embarcaciones desde las costas marroquíes y su pérdida en un mar embravecido había alertado a las oenegés que dieron la voz de alarma a los servicios de salvamento. De la incertidumbre de los primeros momentos se pasó a la constatación, de nuevo, de una dura realidad, la que marca la Frontera Sur de Europa, en un Estrecho que se ha llevado ya las vidas de demasiadas personas. Seis fueron los cadáveres recuperados ayer, cinco fueron trasladados a Tarifa, el sexto, el de una mujer llamada Rebeca y procedente del Congo, llegó a puerto ceutí. Al mismo lugar a donde fueron llevados los supervivientes de este naufragio, cansados y conmocionados por una travesía de la que pensaban no iban a poder salir con vida. Las fronteras matan, África muere y a caballo entre unas y otra asoman quienes se lucran del negocio del tráfico de personas, de hombres, mujeres y bebés que se enrolan en las travesías de la muerte, que desaparecen por siempre, que en ocasiones no pueden ser siquiera ni recuperados, que demuestran a diario la frágil y constante línea que separa el futuro de la tragedia, la esperanza de la pérdida absoluta de oportunidades. Y las penurias no cesan, el fin nunca se escribe.