Apesar de la pandemia y de las restricciones que siguen presentes, la Cofradía de San Antonio ha podido sacar adelante varios de los actos contemplados con motivo de la festividad. El día grande debería ser hoy, con la romería, la procesión y el reparto de panecillos, pero de nuevo no ha podido ser porque debe prevalecer el cuidado de nuestra salud. Sin embargo se ha podido mantener una agenda reducida con entrega de premios, con triduos tan especiales como los desarrollados en la iglesia de África con San Antonio y nuestra Patrona juntos o, ayer mismo, con la entrega de los típicos panes y el nombramiento de nuevos hermanos de la cofradía. Siendo Año Jubilar antoniano se había esperado con mucha más querencia una fecha tan señalada, pero no ha podido ser con el realce pretendido. Las tradiciones están para mimarlas, si las perdemos estaremos dando la espalda a la historia de este pueblo y, por tanto, seremos cómplices de la desaparición de costumbres que deben ser entregadas a nuestros hijos. Esa es la mayor de las riquezas, saber proteger lo que tenemos para que las nuevas generaciones lo disfruten como saben hacerlo.
San Antonio es una de las fiestas más nuestras, más queridas y apreciadas por todos que no ha pasado desapercibida porque el trabajo de la Cofradía ha sido constante, esforzándose porque, a pesar de los duros momentos, se tuviera en cuenta al santo de la ermita del Hacho. Hoy, en el día grande, se pondrá el punto y final con vistas a un 2022 que, confiemos, sea mejor.