Fue la corporación presidida por el banquero y miembro de la logia masónica de Ceuta "África", Ricardo Cerni González, quien dispuso e inauguró el 10 de octubre de 1892 el busto al ceutí Jacinto Ruiz.
Desde ese pedestal este ilustre ceutí, ha visto pasar numerosos acontecimientos históricos, caída de reyes, la llegada de la Segunda República, guerra civil, dictadura… Más de un siglo de historia y tradición, donde todos los 2 de mayo se depositan unas coronas de flores en su honor.
El monumento, en mármol de Carrara, se realizó en unos talleres de Italia. Jacinto Ruiz Mendoza nace en Ceuta un 16 de agosto de 1779. Hijo de Antonio Ruiz, Subteniente de Infantería y de Josefa Mendoza, ambos naturales de Ceuta. Sus hermanos fueron Ignacio, Salvadora y Antonio. Es bautizado dos días más tarde por el párroco Bernabé Zilleruelo en la Iglesia de los Remedios, encontrándose su partida de bautismo en el Archivo de la misma.
El 17 de agosto de 1795, a la edad de 16 años, entra como cadete en el Regimiento Fijo de Ceuta, donde ya había servido como Capitán su abuelo paterno, Antonio Nicolás Ruiz y donde su padre desempeñó el empleo de Alférez. El 10 de julio de 1800, a los 21 años asciende a segundo subteniente, y a grado superior un año después, estando destinado en el Regimiento de Voluntarios del Estado y a Teniente en marzo de 1807, permaneciendo destinado en el mismo Regimiento.
El teniente Ruiz, pese a quedar herido de gravedad en los hechos del 2 de mayo de 1808, consigue mejorar de sus heridas y decide incorporarse a las tropas que combatían contra los franceses. El Gobierno le destinó a Badajoz, laureando su heroísmo con el empleo de Teniente Coronel. Agravándose sus heridas, Jacinto Ruiz vivió en Badajoz bajo el cuidado de su tío Juan Cebollino, Tte. Coronel del Regimiento de Badajoz y más tarde en Trujillo (Cáceres). Fallece el 13 de marzo de 1809 cuando aún no había cumplido los 30 años, se le dio sepultura en la parroquia de San Martín de Trujillo.
En 1909 se dispuso que sus restos fueran trasladados al Monumento del Campo de la Lealtad en Madrid, que había sido erigido en 1840, para que descasaran junto a los de otros héroes del 2 de mayo. Tras ser exhumados, fueron depositados en una urna de plomo que se introdujo en otra de caoba, siendo solemnemente trasladados en un armón de artillería hasta el obelisco de la Plaza de La Lealtad de Madrid. Una vez ante el monumento se procedió a sacar y depositar la urna de plomo en otra arca de caoba con adornos de cobre, siendo colocada en una sepultura junto a los capitanes don Luis Daoiz Torres y don Pedro Velarde Santillán, siendo entregada la primera urna de caoba a la representación del Arma de Infantería para conservarla en su museo.
En este mismo año también se celebró en Madrid la conmemoración del primer centenario. Se realizó una procesión cívica en la cual el Rey tomó parte. Las tropas cubrieron toda la carrera, desde San Francisco, pasando por la Calle de Alcalá hasta el Prado, donde se dispuso una tribuna para que presenciasen el desfile la reina María Cristina. En las desembocaduras de las calles se levantaron arcos con banderas y gallardetes. Y en nuestra ciudad desde hace más de un siglo cada dos de mayo, en la plaza del Teniente Ruiz, y con la asistencia de las primeras autoridades civiles y militares se continúa celebrando un acto como homenaje a Jacinto Ruiz Mendoza y a los héroes de aquella efeméride.
Antonio Ramos, libro en el centenario
En torno al busto, se dieron varias situaciones curiosas como la ocurrida el 4 de Marzo de 1908, con ocasión de la celebración del centenario de los hechos, el Ayuntamiento de Ceuta dirigió un oficio al escritor y cronista de la ciudad, al Antonio Ramos Espinosa de los Monteros, encargándole la confección de un folleto en conmemoración de la Guerra de Independencia y que sirviese para ensalzar los heroicos hechos realizados por ceutí, Jacinto Ruiz. Con suma premura, el cronista tuvo que recopilar los textos, trasladarlos a Málaga e imprimir el libro, ignorándose si se hizo antes del 2 de mayo. Lo que sí se sabe es que el mismo apareció en 1.908 con el título ‘1.808 -1.908 - CEUTA A JACINTO RUIZ MENDOZA’. En las últimas páginas escribe el arabista Antonio Ramos: "… Vela por nuestra paz, inspira nuestro numen en el vuelo instintivo de los sentimientos de nuestros paisanos como tú gloriosos, cela para que esta patria de tu solar y de tu lares blasones en perpetuos acontecimientos de la cultura humana su ya ennoblecida heráldica; pero si dioses, patrias y reyes han de perturbar este empeño y España se ve amenazada en su integridad, inspirarnos en el mismo calor de tu rebeldía para que imitemos tu indisciplina santa y coloquemos tu nombre en los siglos que vieran en el erguido pedestal y sobre la cumbre de la gloria que tu heroísmo colocó a los heroicos del pasado que iban a fenecer con mengua para el ilustre de la Historia el día 2 de mayo".
Jacinto Ruiz, héroe olvidado
El historiador y miembro del Instituto de Estudios Ceutíes Alberto Baeza, publicó en 1983, al cumplirse el 175 aniversario de la efeméride, un cuidado libro, que el mismo, meticulosamente editó añadiéndole un capítulo suyo titulado "Jacinto Ruiz Mendoza - Héroe olvidado y después enaltecido", el cual reproduzco por su gran interés:
El 18 de agosto de 1779 cura párroco de la iglesia de los Remedios, de la ciudad de Ceuta, bautizaba a un niño que había nacido dos días antes, el 16 de dicho mes, otorgándole los nombres de jacinto, Roque, Antonio, Nicolás y francisco… Siguiendo la tradición familiar, el joven Jacinto, a sus dieciséis años, sentó plaza como cadete en el regimiento Fijo de Ceuta, formado en su mayoría por hijos de la ciudad, donde ya había servido como capitán su abuelo paterno, don Antonio Nicolás Ruiz, y en el que también su padre desempeñó el empleo de alférez.
A los veintiún años fue promovido a subteniente, y en 1801 se incorpora al cuerpo de voluntarios del Estado, en Madrid, donde asciende a teniente en 1807. Con esta graduación le alcanzan los sucesos del 2 de mayo en que, encontrándose en cama, preso de fuertes calenturas, al estallar la rebelión popular contra los franceses se incorpora inmediatamente a su cuartel, en la calle Ancha de San Bernardo, y de allí, con una sección de soldados, acude en auxilio del Parque de Artillería de Monteleón, en cuya defensa, junto a Daoiz y Velarde, se cubre de gloria en una jornada prodiga en actos heroicos. Gravísimamente herido en aquella acción, y evacuado por patriotas madrileños para que no cayera en poder de los franceses, jacinto Ruiz es trasladado a Badajoz, y posteriormente a Trujillo, al cuidado de su tío, el también ceutí, Juan Cebollino, teniente coronel del regimiento de Badajoz.
Sin poder restaurar su quebrantada salud, Jacinto Ruiz fallece en Trujillo el 13 de marzo de 1809, no habiendo cumplido aún los treinta años, y siendo enterrado al siguiente día en la parroquia de San martín de la citada ciudad extremeña… Pero la guerra sigue y los esfuerzos nacionales se concentran en expulsar al invasor. Así llega el año 1814 en que las Cortes y la Regencia vuelen a Madrid. Serenados ya los ánimos, se piensa en honrar a los héroes y mártires de la campaña, comenzándose, con toda justicia, por cuantos sucumbieron el 2 de mayo madrileño, a fin de exhumar sus cenizas para depositarlas en un panteón común que perpetúe su memoria.
Sin embargo, Jacinto Ruiz, perteneciente a un oscuro Cuerpo de voluntarios del estado, que se diluyó en la confusión orgánica creada por la guerra, y del que seguramente te ignora el paradero de sus restos, yace en el olido de las disposiciones y homenajes oficiales. Esto provoca que, desde Ceuta, y fechada el 25 de junio de 1814, llegue hasta el rey el patético llamamiento de un padre dolorido, don Antonio Ruiz Linares, quien tras exponer que se encuentra dichoso de haber sacrificado a la Patria un hijo tan digno, se siente al propio tiempo desgraciado y ofendido por el manifiesto agravio que ha hecho el Gobierno a su memoria, al no expresar el menor recuerdo de su gloriosa muerte, olvidando que la Regencia primitiva dispuso se inscribiese en su sala de sesiones el nombre del inmortal africano.
Después de esto hizo falta que trascurrieran nada menos que sesenta y cuatro años para que la memoria de Jacinto Ruiz fuese reivindicado. Fue otro teniente de Infantería, pedro A. Berenguer, profesor de la Escuela General Militar, quien el 2 de mayo de 1888 publicó un artículo con un título revelador "homenaje a un mártir olvidado de nuestra independencia". En el reivindicaba la figura de Jacinto Ruiz y propone un homenaje nacional… Lo que así se hizo, realizándose una estatua en Madrid y un gran homenaje. Y de este modo, Jacinto Ruiz, el héroe olvidado y oscurecido, a los ochenta y dos años de su muerte volvió a ser, con pleno reconocimiento nacional, el Inmortal Africano… Dejó escrito el gran historiador ceutí Alberto Baeza.
Historiador, investigador... Alberto Baeza
Todo un ilustre ceutí, Alberto Baeza Herrazti, dejo muchas páginas sobre la vida y aventuras de Jacinto Ruiz. Durante su dilatada dedicación a la historia de Ceuta escribió entre otros magníficos libros: Jacinto Ruiz, hijo de Ceuta, héroe de España (1983). Ceuta hispano portuguesa (1993). Bibliografía histórica de Ceuta (1981 y 1983). Bulas de la cruzada en la reconquista de Ceuta (1987). Descripción histórica de un grabado de Ceuta del siglo XVII (1983). El Aleo, bastón de mando de los comandantes Generales de Ceuta (1987). Evocación de Ceuta (1981). El Presidio de Ceuta (1985). La cruzada de Ceuta (1987). Ceuta lusitana (2001). Guión de ideas para la elaboración del Plan de ordenación turística de Ceuta (1971). La fundación de Ceuta y la fábula de Noé (1988 y 2009). Jerónimo de Mascarenhas; introducción y traducción del prefacio, (1995). Ramos y Espinosa de los Monteros, Antonio, Ceuta, 1900 (1989). Relosillas, Juan José, Catorce meses en Ceuta / Juan José Relosillas; introducción literaria por José L. González Hidalgo; epílogo: El presidio de Ceuta / por Alberto Baeza Herrazti, entre otros títulos.