Ceuta dispone de lugares preciosos. Tanto como desconocidos. Tanto como desaprovechados. No cuidamos lo que tenemos, ni sacamos partido al lujo patrimonial que se esconde en cada rincón de nuestra ciudad. El puesto de vigilancia del monte de la Tortuga es uno de esos lugares con encanto que pasa sus años mecido en el abandono, repleto de basura y olvidado. Un lugar al que, tras violentar sus puertas, acceden personas para la práctica del botellón o para el consumo del llamado gas de la risa. Sus restos se pueden apreciar claramente.
Este puesto de vigilancia, que se construyó en la época de la Segunda Guerra Mundial como punto de control ante las informaciones de un posible desembarco de las tropas aliadas en Ceuta, ofrece una de las mejores vistas a través de la suerte de miradores a los que se accede por sus distintas galerías. El campo visual es amplio, todo el Estrecho es captado desde este lugar estratégico así como parte del territorio marroquí.
Aun así, a pesar de disponer de uno de los lugares con mayor encanto de toda la ciudad, nadie le ha sacado provecho. Lleva abandonado años, como uno de esos elementos que no se ha tenido en cuenta para valorar cualquier utilidad posible. Carece además de protección, nunca se ha hecho el esfuerzo de inventariarlo y otorgarle esta categoría, aunque solo por años de existencia prácticamente la tiene adquirida ya que está cerca de obtener esa protección por edad.
El puesto de la tortuga tiene además de un interés patrimonial otro arquitectónico por su vinculación con la temática militar y todo lo que le rodea históricamente. Las cámaras de FaroTV muestran un recorrido por todo lo que fue, por sus galerías con paredes llenas de pintadas testimoniales de quienes usaron este punto como zona de juerga o esparcimiento, como zona a la que siguen acudiendo grupos a pesar de la acumulación de cuantiosa suciedad.
Para Septem Nostra este lugar sería ideal como punto de interés turístico y cultural debido a las impresionantes vistas que tiene. El presidente de la asociación, José Manuel Pérez Rivera, baraja incluso un uso como albergue ya que estaba preparada para acoger las tropas. Lo tiene claro, merece un cuidado y una protección urgentes.
Aunque no pidieron en su día que fuera declarado BIC -Bien de Interés Cultural-, se puede aprovechar que el plan general de ordenación urbana está en fase final para incluirlo en el catálogo de edificios de protección, tal y como recomienda Pérez Rivera.
Otros lugares como Gibraltar, que presenta también restos de este tipo encuadrados en la época de la Segunda Guerra Mundial, los tiene protegidos para el turismo, los ha convertido en zonas visitables restaurándolos y protegiéndolos. En Ceuta, qué menos que adecentarlo para incluirlo en una ruta turística con categoría de lujo que tiene esta ciudad pero que nunca ha sido aprovechada.
Donde ahora se levanta el puesto de vigilancia había un fuerte neomedieval. Franco tuvo miedo de la llegada de tropas y en ese contexto fue cuando ordenó la instauración de puestos de control como este, que se convirtió en un gran centro logístico en caso de algún tipo de agresión. Pérez Rivera recuerda que, al menos, lleva entre 30 y 40 años abandonado, sin que conste en los bienes que, a modo de inventario, realizó hace años la propia Comandancia General.
Esta especie de búnker fue construido de manera específica en este punto privilegiado de la ciudad, con galerías, departamentos, escaleras estrechas que conducen a distintas áreas que estaban controladas por las tropas.
Hoy lucen entregadas al abandono, con pintadas y dibujos sobre las leyendas militares de la época que diferenciaban las distintas áreas de este puesto, cuyas vistas eran y siguen siendo magníficas.
Mucho se ha escrito en torno a este puesto de mando, a este centro estratégico de control, pero pocas ideas se han aportado para conseguir una utilidad a un bien que forma parte de la historia de Ceuta, como otros tantos dispersos por toda la ciudad que ni se cuidan ni son motivo de visitas para que los escolares puedan conocerlas.
En esa apertura al conocimiento de nuestro patrimonio que ha llevado a cabo la Consejería de Cultura, anunciando visitas programadas a nuestros bienes culturales, falta la inclusión de otros lugares mágicos que primero deben ser recuperados, cuidados y presentados como se deben en vez de dejar que cada vez se encuentren en peor estado.
Queda mucho por aprender de nuestra historia, mucha conciencia activa en defensa de nuestro patrimonio local. Septem Nostra lanza una idea, al menos una posibiildad de uso. Como tantas otras ha ofrecido para otros bienes.
Solo hace falta atención e implicación al más alto nivel para que la historia local, lo que fue esta ciudad, siga viva.
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