Bajo el título ‘El clima social, eje de la colaboración y de la interculturalidad’, el profesor de Didáctica Santiago Castillo Arredondo puso la guinda final al curso ‘Escuela inclusiva para la interculturalidad’, impulsado por la UNED en la Ciudad y que ha contado con cerca de cincuenta alumnos, ceutíes y foráneos. -¿Ocurre en la educación escolar como en la propia vida, que mientras haya más mestizaje habrá más posibilidades de enriquecimiento personal y colectivo?
-Ese es el objetivo. Se trata de que la sociedad sea capaz de dar un paso hacia delante y todos podamos beneficiarnos de una educación mejor y más plural en donde haya cabida para muchas opiniones.
-Realmente, ¿qué persigue la escuela inclusiva?
-La escuela inclusiva, el modelo del presente y del futuro, quiere igualar a todos, que cada persona sea respetuosa y reciba el respeto de los demás, que todos obtengan los mismos medios, que tengan idénticas posibilidades de formación.
-Pero Profesor si igualamos los conocimientos de los alumnos no habrá nadie que destaque y seremos todos iguales, para lo bueno y para lo malo.
-La idea es que dentro del modelo no haya un grupo predominante que aplaste a otro sino que todas las personas avancen, sean competentes. útiles para lo sociedad y este planteamiento que parece sencillo en la teoría no resulta fácil llevarlo a la práctica.
-¿Qué lo impide o lo dificulta?
-Puede ocurrir que los profesores no encuentren recursos e instrumentos suficientes para llevarlo a cabo. Y, en ocasiones, el obstáculo puede estar en elementos básico como el propio idioma.
-¿En que nivel se encuentra la escuela inclusiva en nuestro país?
-Si miramos los últimos años, comprobaremos cómo se ha avanzado. En la actualidad casi lo habitual es encontrarse aulas donde hay siete u ocho nacionalidades diferentes y todos son, a ojos del sistema, iguales y ésta es la grandeza de la escuela inclusiva: dar las mismas oportunidades a la personas vengan de donde vengan y sean como sean.
-¿Dónde queda el sello de exclusividad?
-En la sociedad actual se tiende a ir hacia la homogeinización. Ahora bien, si miramos el caso de Estados Unidos veremos cómo existe un mosaico de culturas, todas las personas forman parte de la idea de patria americana pero no por ello renuncian a la autenticidad de sus países de origen. Chinos, mexicanos, árabes reman en la misma dirección.
-No hay que viajar tan lejos: ¡estamos en Ceuta!
-El cruce de culturas se tiene que basar en el respeto, en que todos tengan las mismas oportunidades. Lo que he observado es que en Ceuta hay una armonía sana.