Colaboraciones

Todo lo que sube, baja (II)

A titulo de curiosidades, hago referencia a algunos ascensores que, por sus características, los hacen singulares:

Los ascensores más rápidos del mundo son: el situado en Guangzhou (China) en un rascacielos de 530 metros que alcanza una velocidad de 72 Km/h, permitiéndole ascender hasta la planta 95 en unos 43 segundos y el de la Shanghai Tower, de China, de 632 metros de altura, que sube 119 plantas en 53 segundos a una velocidad máxima de 69 Km/h. En un edificio de Taipei (Taiwán), de 508 metros, el ascensor viaja a unos 61 Km/h.

En Bailong, China se encuentra el ascensor exterior más alto del mundo, llamado el “Ascensor de los Cien Dragones”, tiene 326 metros de altura y está construido con cristal y acero en la ladera de un acantilado.

En el complejo World Center, en la ciudad india de Mumbai, se encuentra el ascensor de pasajeros más grande del mundo que puede transportar hasta 200 personas a la vez.

El edificio Burj Califa, de Dubai, el más alto del mundo, con más de 800 metros de altura dispone de 57 ascensores y uno de ellos recorre hasta los 504 metros a una velocidad de 10 metros por segundo.

Aparte de la función práctica de transportar personas verticalmente, la ingeniería y el diseño han creado una serie de ascensores singulares que proporcionan una gran belleza estética.

Merece la pena citar algunos de ellos, por si se tiene oportunidad de visitarlos. Aparte del ya citado de los Cien Dragones, en China, encontramos en Lisboa el ascensor de Santa Justa, neogótico, de 1902, con 45 metros de acero inspirado en Eiffel ; el Hammetschwand, exterior, de 1905, en la ladera de un monte en Lucerna (Suiza) con cabinas acristaladas y precioso mirador de los Alpes; el ascensor Lacerda en Salvador de Bahía (Brasil), de 1863 aunque renovado en 1930, con una estructura de dos torres; el Arco Gateway en Misuri (EEUU), de 1947, en forma de arco; el Skyview Ericsson Globe, en Estocolmo (Suecia), que asciende sobre raíles por el edificio esférico más grande del mundo; el Skylon Tower, en Ontario (Canadá), que ofrece maravillosas vistas de las cataratas del Niágara; el curioso Tauchgondel, en Alemania, de 2009, estilo victoriano, que más bien es un descensor ya que se sumerge en el mar Báltico; en La Coruña un ascensor panorámico de 2007 sube sobre raíles hasta el Monte de San Pedro; el de la Sky Tower de Auckland (Nueva Zelanda), de 196 metros e impactante suelo transparente; en el lugar de las Torres Gemelas de Nueva York, se ha construido el One World Trade Center de 541 metros de altura y los ascensores llevan, en 47 segundos, al mirador de la planta 102, las paredes de los ascensores están dotadas de nueve pantallas de 75” de alta definición. Durante el ilustrativo recorrido pueden contemplarse los últimos 500 años de la historia de la ciudad. Sin duda alguna, quizá uno de los más originales ascensores fue el del Aqua Dom, en el hotel Radisson de Berlin, que desafortunadamente se destruyó, accidentalmente, en 1922. Consistía en un enorme cilindro de 11 metros de diámetro y 25 metros de altura, con un millón de litros da agua salada donde se alojaban 1.500 peces de distintas especies. El ascensor subía por el interior del acuario hasta la planta superior del hotel. El no explicado reventón ocasionó una gran alarma por el enorme vertido del agua, cuya fuerza fue detectada incluso por sismógrafos de la ciudad.

En el terreno literario, el ascensor ha servido de inspiración a numerosos autores. Las referencias son abundantes pero solo voy a recoger en este artículo un número limitado de las mismas, algunas de conocidos escritores:

El ascensor que bajó al infierno, del Nobel 1951 Pär Lagerkvist; Para leer mientras sube el ascensor, de Enrique Jardiel Poncela; El Ascensor: Charnegos al poder, de Andreu Farras y Pere Cullel; Historias de ascensor, de Xavier Alcocer; Choque de civilizaciones por un ascensor en Piazza Vittorio, de Amara Lakhous; Lifted. A Cultural History of Elevador, de Andreas Bernard; Como meter toda la Antigua Grecia en un ascensor, de Teodoro Papakostas; Los ascensores dormidos de La Habana, de Carlos Díaz Domínguez; La muerte baja en ascensor, de María Angélica Bosco; El ascensor de los borrachos, de Fernando Fernán Gómez; El ascensor artificioso, de Roger MacBride Allen;Viajes en el ascensor del tiempo, de Gilda Espinoza; Un santo en el ascensor, de Petro Cimpoesu o El secreto del ascensor, de Ferguson Vail.

El ascensor es un habitáculo reducido – con una capacidad de maniobra ascendente y descendente– que ha sido utilizado por muchos directores cinematográficos para incluirlo en los rodajes de sus películas. En el limitado espacio han albergado secuencias de suspense, acción, terror, intriga, romances, comedia e incluso lujuriosas escenas. No es posible hacer una relación completas de la enorme cantidad de películas que protagoniza – de alguna manera– el ascensor. Sin embargo, me parece interesante incluir, como elemento testimonial, algunas de ellas: Metrópolis (1927), de Fritz Lang que fue la primera donde se utilizó el ascensor; Ascensor para el cadalso (1958), de Louis Malle; Con faldas y a lo loco (1959) y El apartamento (1960), de Billy Wilder ; El coloso en llamas (1974), de John Guillermin e Irwin Allen; Vestida para matar (1980), de Brian De Palma; El resplandor (1980), de Stanley Kubrick; El ascensor (1983), de Dick Maas; Atracción fatal (1987), de Adrian Line; El silencio de los corderos (1991), de Jonathan Demme; Misterioso asesinato en Manhattan (1993), de Woody Allen; Infiltrados (2006), de Martin Scorsese; La trampa del mal (2010), de John Erick Dowdle; Drive (2011), de Nicolas Winding Refn; Asalto al poder (2013), de Roland Emmerich; Capitán América: el soldado de invierno (2014), de Anthony y Joe Russo; Cincuenta sombras más oscuras (2017), de James Foley; Amar (2017), de Esteban Crespo; o Escuadrón suicida (2021), de James Gunn.Yendo a un tema más prosaico –pero entiendo que indispensable– precisamente en las últimas semanas el ascensor ha cobrado un protagonismo que evidentemente estará a la orden del día por las repercusiones de coste económico que puede representar para los titulares o propietarios, especialmente las comunidades de vecinos.

España ocupa uno de los países del mundo con más ascensores por habitante, estimándose una cantidad de 24 ascensores por cada 1.000 personas. Se calcula que existen en nuestro país más de un millón de ascensores y la antigüedad media de los mismos es de 20 a 30 años, superando los 30 años más de 400.000 aparatos.

Desde hace años, la normativa nacional generada por transposición de las directivas europeas sobre la seguridad del funcionamiento de los ascensores ha tenido una culminación en fechas recientes con la promulgación, en el BOE del 13 de abril de 2024 por el Ministerio de Industria del Real Decreto 355/2024, de 2 de abril, por el que se aprueba la Instrucción Técnica Complementaria ITC AEM 1 “Ascensores”, que regula la puesta en servicio, modificación, mantenimiento e inspección de los ascensores, así como el incremento de la seguridad del parque de ascensores existente. Dicho decreto ha entrado en vigor el 1 de julio pasado.

En este último párrafo es donde está el meollo de la cuestión, ya que lo que se requiera a los ascensores de nueva fabricación o puesta en funcionamiento solo obliga a los fabricantes e instaladores, pero cuando se exigen condiciones mínimas a los ascensores que ya están en funcionamiento – independientemente de la loable repercusión en su seguridad – puede repercutir en un coste bastante elevado que deben sufragar, en la mayoría de los casos, las comunidades de vecinos. Todo ello sin contar con los abusos que pueden producirse.Tanto esta prevención de vigilancia y control, como la manera de subvencionar el coste –que como digo puede ser muy elevado – de las modificaciones a los habitantes de los inmuebles afectados, para evitar un conflicto social, deben ser argumentos prioritarios de las administraciones públicas.

Evidentemente, la motivación de la promulgación de la instrucción es plausible ya que su objetivo es definir las condiciones de seguridad de los ascensores, estableciendo procedimientos y requisitos para protección de personas bienes y animales de compañía de los accidentes que puedan producirse por defectos de funcionamiento, modificaciones o mantenimiento de los mismos.

Creo que merece la pena examinar el contenido de la ITC AEM 1 para tener conocimiento de los aspectos fundamentales de la misma, sobre todo para los propietarios de ascensores existentes.

La Instrucción ITC AEM 1 se desarrolla en un amplio texto que contiene los capítulos: Disposiciones generales, puesta en servicio, mantenimiento, modificaciones e inspecciones. Unas disposiciones adicionales y unas disposiciones transitorias la complementan. Finalmente las aclaraciones e instrucciones aparecen en doce anexos.De ellos es fundamental, para el propósito de nuestro trabajo, el “Anexo VII: Medidas mínimas de seguridad a implantar en los ascensores existentes”, exceptuados los que dispongan de una declaración de conformidad CE con la Directiva 2006/42/CE, de conformidad UE con el Reglamento (UE) 2023/1230 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 14 de junio de 2023 o de conformidad UE con la Directiva 2014/33/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 26 de febrero de 2014 . Estas medidas, textualmente, son las siguientes: 1) Nivelación deficiente. Seguridad y accesibilidad; 2) Protección del o la usuario/a contra el cierre de puertas; 3) Protección del o la usuario /a contra los movimientos ascendentes incontrolados de la cabina y los movimientos incontrolados de cabina en reposo y puertas abiertas; 4) Comunicación bidireccional en cabina. Rescate de usuarios/as atrapados; 5) Sustitución de guías; 6) dispositivos de control de cargas; 7) Contrapeso; 8) Medidas de incremento de seguridad derivadas de legislaciones anteriores, como el Real Decreto 57/2005, de 21 de enero.

En consecuencia, la FEEDA (Federación Empresarial Española de Ascensores) que agrupa al 90% de las empresas de la actividad, ya ha publicado e ilustrado las medidas mínimas de seguridad a implantar en los ascensores de España:

a) Mejora de la nivelación entre cabina y planta de entrada y salida para evitar se tropiece en el acceso y se causen accidentes; b) Para la protección de cierre de puertas automáticas todos los ascensores tendrán que incorporar una cortina fotoeléctrica; c) Protección contra movimientos ascendentes incontrolados de la cabina y los movimientos incontrolados en reposo y puertas abiertas. Se deberán llevar a cabo las modificaciones necesarias para impedir o detener el movimiento de la cabina más allá de la planta; d) Comunicación bidireccional en cabina, para ello los ascensores tienen que estar conectados a un centro de rescate que permita una intervención rápida en caso de atropamientos ; e) Una actualización del contrapeso con dispositivos de control de carga, que dejen no operativo al ascensor si suben más personas de las indicadas en las instrucciones y f) Sustitución de las guías que presenten condiciones de seguridad insuficientes.

Complementariamente, la Instrucción prescribe también la adecuada información que debe recibir el titular de la instalación sobre el mantenimiento por parte de la empresa conservadora, definiendo además en qué debe consistir un Plan de mantenimiento, con las actuaciones mínimas que debe cubrir, la empresa y que la misma debe elaborar en el plazo de un año desde la entrada en vigor de la Instrucción. Los plazos de mantenimiento deberán hacerse, aproximadamente, cada cuatro meses para vivienda unifamiliar o ascensor de baja velocidad, mientras que el resto lo efectuarán mensualmente.

Asimismo se exige a la empresa conservadora la elaboración de un Manual de funcionamiento del ascensor, con la entrega de una copia al titular del aparato, y un plazo máximo de dos años para hacerlo, a partir de la entrada en vigor, si no existiese con anterioridad.Elemento importante es el Capítulo V, referente a las Inspecciones. En el mismo se especifica que los organismos de control comprobarán si los aparatos cumplen las condiciones de seguridad exigidas. Dichas inspecciones se dividen en iniciales, periódicas y otras.

Las inspecciones periódicas se realizarán como mínimo en los plazos siguientes: Cada dos años en aquellos instalados en edificios de uso industrial o en locales de pública concurrencia. Cada cuatro años en aquellos instalados en edificios de más de veinte viviendas o con servicio para más de cuatro plantas. Los no incluidos anteriormente lo harán cada seis años.

La Instrucción especifica que en las inspecciones periódicas la empresa conservadora deberá notificar de forma fidedigna y en plazo la fecha en que corresponda la próxima inspección. Asimismo el organismo de control deberá comunicar a la empresa conservadora y al titular, la fecha prevista de la misma para que pueda presenciarla.

Los defectos encontrados en la inspección se clasifican en Leves, Graves y Muy graves o críticos y cada uno de ellos debe corregirse para alcanzar la conformidad, bajo pena de sanción económica o paralización del funcionamiento.

“La vida es como un ascensor, sube y baja, sólo asegúrate de bajar en el piso correcto”

La alarmante preocupación que se genera estos días en los propietarios de ascensores y singularmente en las comunidades de vecinos, es el desembolso que deberán realizar por la puesta en práctica de las modificaciones que prescribe la Instrucción.

A mi entender - con un enfoque tranquilizador - la FEEDA ha adelantado que los costes, dependiendo de las circunstancias de ascensor, pueden oscilar entre los 800 y los 8.000 euros, aunque en los casos más complicados de reforma integral pueden llegar a los 30.000 o 40.000 euros. Sin embargo, incide en la tranquilización estimando que, en la mayor parte de los casos, se estará alrededor de los 1.000 euros.

Con respecto a los plazos de ejecución de las modificaciones, los mismos oscilarán entre los seis meses y un año aunque también podrán dilatarse, en algún caso, hasta la próxima revisión, con lo que en un plazo de cuatro a seis años estarán completados todos los ascensores de nuestro país.

Después de estas líneas ilustrativas necesarias, del enfoque de la ejecución de la nueva Instrucción para ascensores, hay que hacer algunos reconocimientos a la importancia de este esencial elemento urbano.

El ascensor tiene su homenaje con la celebración en el Día Mundial del Ascensor. Fue instituido en 2004 por la asociación The Internacional Association of Elevadors Engineers (IAEE) y fijaron la fecha de celebración, cada año, el día 23 de marzo. Se adoptó la conmemoración en esa fecha, porque ese día en 1857 se puso en funcionamiento el primer ascensor del mundo para público en los almacenes Haughwout and Company, de Nueva York. Muchas empresas lo celebran con visitas o actividades que reconozcan la importancia de este invento.

Paralelamente, existe el Día Mundial Sin Ascensores, por iniciativa de la Asociación Internacional de Deporte y Cultura (ISCA) en 2014, fijándolo el último miércoles de abril de cada año, para concienciación de la necesidad de realizar actividades físicas que redunden en beneficios para la salud. Aconsejan prescindir –las personas que puedan permitírselo– de medios tecnológicos que limitan la práctica del ejercicio. En este caso, recomiendan subir escaleras frente a la utilización continua del ascensor.

Como conclusión, es indiscutible que el ascensor ha sido el protagonista esencial de la transformación en el urbanismo de las ciudades, ya que ha permitido la construcción de aprovechamiento en vertical, mediante las edificaciones de altura y en grado superlativo de los rascacielos. Ha cambiado totalmente el modo de vida de la sociedad.

Para finalizar, me permito incluir una frase del poeta de guerra y soldado inglés Keith Douglas: “La vida es como un ascensor, sube y baja, sólo asegúrate de bajar en el piso correcto.” Lamentablemente él no pudo elegir la bajada, ya que murió en acción de guerra, en junio de 1944, durante el desembarco de Normandia.

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