Según cuenta Virgilio en la Eneida, los troyanos que escaparon del saqueo de Troya, guiados por Eneas, arribaron a Cartago, donde sus habitantes, denominados “tirios” al provenir de la ciudad fenicia de Tiro, les recibieron de forma hospitalaria. La reina de los tirios Dido se enamoró de Eneas y juntos planearon la construcción de una gran ciudad donde vivirían tirios y troyanos. Pero los dioses recordaron a Eneas que su destino decretaba que los huidos de Troya debían fundar Roma, por lo que los troyanos planearon en secreto partir de Cartago con sus naves. Cuando Dido se enteró, antes de suicidarse, lanzó una maldición suplicando a los tirios venganza contra los troyanos y sus descendientes.
Esa maldición parece que ha llegado a los partidos de la derecha en España. Sin saber quiénes son los tirios y quiénes los troyanos, los unos y los otros se dedican a menesteres que les alejan de su objetivo principal, expulsar del cargo de Presidente del Gobierno por todos los medios que aporta la Constitución a Pedro Sánchez.
En lugar de ello cada uno realiza actos por separado que consideran que no solamente puedan molestar al Felón mendicante sino a los tirios si son los troyanos los que actúan o viceversa. El resultado es una política estéril de la que saca rédito el indigno presidente.
Es el caso de la enmienda a la Constitución del artículo 49 en el que el PP enseguida ha mostrado un agrado sublime al señalar que iba a consensuar la citada enmienda con el Partido Socialista. Alberto Núñez Feijóo se felicitó por haber llegado a un acuerdo con Pedro Sánchez para esa modificación puntual: «la buena política es algo parecido a lo que acabamos de hacer», afirmó.
El cambio de “disminuido” en la redacción actual por la de “discapacitado” en la nueva, no admitiría reproche alguno y de ahí el enseñoramiento como partido de Estado del PP. Pero ya se sabe que el partido social comunista en el poder, no da puntada sin hilo y que al PP le encanta caer en el error de brazos del PSOE.
La enmienda no se ceñía solamente al cambio de adjetivación, añadía otro párrafo que en la época del PP de Casado, éste había rechazado y que provoca una nueva desigualdad en la Constitución al escribir: “Los poderes públicos impulsarán las políticas que garanticen la plena autonomía personal y la inclusión social de las personas con discapacidad, en entornos universalmente accesibles.
Asimismo, fomentarán la participación de sus organizaciones, en los términos que la ley establezca. Se atenderán particularmente las necesidades específicas de las mujeres y los menores con discapacidad”. Vemos que, en primer lugar, y sin ninguna razón, puesto que si ya “los poderes públicos impulsaran las políticas “para su protección, aparece en esta nueva redacción el fomento de las organizaciones relativas a la misma protección al redactar y “la participación de sus organizaciones”.
¿Qué tienen que ver aquí esas organizaciones?, conociendo el intervencionismo permanente de este gobierno comunista ya apelará a multitud de organizaciones paraestatales. Está claro que esta redacción enturbia la Constitución.
“El Partido Popular, sin embargo, sí tiene líderes que lo conseguirían es el caso de Esperanza Aguirre, Cayetana Álvarez de Toledo o Isabel Díaz Ayuso. Cualquiera de ellas en el puente de mando de Génova, obtendría mejores resultados y despertaría la ilusión que la derecha necesita”
En segundo lugar, la redacción tendente a proteger a las mujeres, de nuevo va en contra del art. 14 de la CE: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo…”. Si en la Constitución ya había un problema de desigualdad en la sucesión al trono, ahora tendremos dos.
Lo que redunda en mi idea sobre los políticos españoles, al intentar resolver un problema, crean tres, esta vez al introducir la discriminación por razón de sexo y apoyar a determinadas organizaciones. Se puede estudiar en profundad la redacción del nuevo texto, pero llevaría inexorablemente al absurdo de la nueva e inconstitucional discriminación. ¿Por qué la ha apoyado el PP?
Feijóo ha manifestado que: «Acepto que me critiquen por querer mejorar la Constitución, y en consecuencia la política y las instituciones de mi país. Pero yo tengo claro cuáles son mis prioridades y lo van a seguir siendo. Mi prioridad es ser útil a los ciudadanos y avalar propuestas razonables, cumplir la palabra dada y servir a mi país».
Si este troyano (o tirio) acepta que con esa enmienda se mejora la Constitución y es útil a los ciudadanos, tenemos un problema en Roma. Y lógicamente va a enfurecer a los tirios. El PP votó a favor de esa enmienda a la CE y VOX votó en contra. Después de esto tres mil alcaldes del PP firmaron un manifiesto para defender la igualdad de los españoles frente a Sánchez. ¿Se puede entender?
Dentro del mismo problema, el Gobierno balear dirigido por el PP ha negado la petición de una familia para que su hijo pueda recibir, al menos, el 25% de sus clases en español. En la Galicia, también gobernada por el PP, tampoco es posible ejercer la libertad para poder estudiar en español, como si el español fuera una lengua extranjera, y promueve en los colegios que los escolares, durante 21 días hablen exclusivamente en gallego. Todo esto enfurece a los tirios (o a los troyanos).
El PP lucha enconadamente para obstaculizar la presentación de un partido como VOX a cualquier tipo de elecciones al ser considerado como un estorbo permanente para el PP, incluso le achaca la pérdida de la presidencia del gobierno en las pasadas elecciones generales del 23 J.
Feijoo ha reconocido que en las generales de Julio le planteó a Abascal que VOX no concurriera en algunas provincias donde no iba a lograr escaño pero no tuvo «éxito» en su planteamiento, algo que provocó que, según el líder de los populares, no lograse «siete escaños que hubiesen sido los de la mayoría absoluta. Bueno, cada uno tiene su propia responsabilidad y yo creo que ha sido un error, y ha sido un error histórico».
Las próximas elecciones gallegas plantean un escenario similar, según Feijoó es «un error la presentación de VOX en Galicia» y ha señalado que, si «realmente» se pretende finalizar con el sanchismo y con el independentismo no tiene sentido que concurra a unos comicios en los que sabe que sus votos pueden facilitar el mantenimiento de ese planteamiento político».
Como el PP domina la TV gallega, prohíbe la aparición de VOX pero deja a Sumar y a Podemos, y pondrá todos los obstáculos posibles para conseguir que la que presencia de VOX en coloquios debates y tribunas, sea ninguna. Pero ¿cómo puede pedir a un partido que no se presente a las elecciones?, otra cosa es que vayan en coalición.
“Tirios y troyanos deben dejar de enfrentarse e ir a la guerra juntos, dejando a un lado los puntos en los que no estén de acuerdo y respetándose mutuamente hasta poder alcanzar la expulsión del poder del peor gobernante jamás conocido en democracia”
El odio a VOX por parte de la derecha, asimila que es un partido anticonstitucional por el hecho de que pretende reformar las autonomías, es una letanía copiada de la izquierda, porque en realidad no soporta que sea una parte desgajada del mismo PP y que ahora ya se haya estructurado como nuevo partido.
Por ello en lugar de plantear una estrategia conjunta rompedora frente al sanchismo , solo se preocupa de pedir lastimeramente que por favor, los que se fueron que vuelvan mientras hace carantoñas, ora al sanchismo, ora Junts.
Ese odio ha sido transmitido y recogido por la mayoría de los medios de la derecha que nunca dejan de omitir un calificativo despectivo al referirse a VOX, como que es un partido fascista y de ultraderecha, omitiendo que está en contra del social comunismo que éste sí que se relaciona con partidos que integran asesinos o los independentistas, ya que todos estos son verdaderamente amantes de la Constitución, de la unidad de España, de la libertad y de la Justicia.
La última del PP ha consistido en admitir un mediador extranjero, el comisario Reynders, para renovar el CGPJ. Si era una barbaridad admitir que el indigno Sánchez permitiera que la Vicepresidente segunda y el tal Santos Cerdán se reunieran fuera de España con el prófugo del maletero para pactar la ley de amnistía y otras salvajadas a modo de cesiones, lo que fue muy criticado por el PP, ahora éste toma su lugar y se dispone a pactar la renovación del órgano de los jueces ante la incapacidad manifiesta de su solución en España.
Aparte de la humillación que se cierne sobre el Estado español por no saber resolver nuestros problemas y tener que solicitar el auxilio de un extranjero, el asunto trasciende ese marco y expone claramente que ninguno de los líderes actuales sirve a su cometido y debe irse por dignidad, si es que la tienen. El PP, ahora teme que el intento de renovar el CGPJ fracase, o dicho de otra manera, parece que se va a escudar en ese fracaso “internacional” para no tener más remedio que ceder el CGPJ a Sánchez. Cobardía e indignidad a espuertas.
El señor Feijóo, que es un buen parlamentario, ha demostrado sobradamente que el cargo le viene grande, y que no basta solo con ser buen parlamentario, organizar manifestaciones y al día siguiente ir del brazo del sanchismo, y como única estrategia solicitar que VOX por favor, no se presente donde su partido lo haga.
Feijóo está más cómodo llegando a acuerdos con el PSOE que con VOX, tal y como quedó de manifiesto cuando PP acordó con el PSOE el reparto de las presidencias de las comisiones parlamentarias, excluyendo al partido de Abascal.
Esa es la estrategia de jefe permanente de la leal oposición donde se recibe un buen sueldo, se critica permanentemente los errores del gobierno sin aportar luz alguna, no se molesta al equipo ni se sufre por los castigos políticos que debido a los errores sufre el gobierno, se llenan un buen montón de empleos para políticos que nunca hicieron otra cosa con sueldos de varias cifras y así hasta las próximas elecciones, que esas sí que van a ser reñidas. El PP tiene que quitarse el complejo de ser un partido de derechas.
El Partido Popular, con Feijóo como líder no creo que se capaz de aglutinar al número suficiente de votantes capaces de derrotar al Felón mendicante. Simplemente porque no es un líder y además no plantea las estrategias conducentes a la unión para las elecciones con su partido diestro VOX. Y no solo eso, es que persiste en el error una y otra vez y sostiene que la pérdida de votantes de VOX enriquece sus urnas.
El Partido Popular, sin embargo, sí tiene líderes que lo conseguirían es el caso de Esperanza Aguirre, Cayetana Álvarez de Toledo o Isabel Díaz Ayuso. Cualquiera de ellas en el puente de mando de Génova, obtendría mejores resultados y despertaría la ilusión que la derecha necesita.
El otro partido VOX, como hemos escrito perseguido por derechas e izquierdas, ahora sumido en un problema de dirección que tienen que resolver con más democracia interna , oyendo y comprendiendo a sus líderes regionales , y marcando una estrategia tras una profunda reflexión que no puede consistir en realizar muchos actos tanto en los tribunales como en la calle sin haber sido pensados y muy mucho, y examinadas sus consecuencias.
No sé qué le puede aportar a Abascal criticar al PP porque haya organizado una Manifestación el pasado 28 E en contra de la Ley de Amnistía, si no quiere ir que no vaya, pero la crítica me parece del todo absurda. El hecho de haber anticipado un Comité en el que se podía debatir el liderato de Abascal sin dar oportunidades a sus oponentes y sin las debidas explicaciones, no es un buen síntoma, como no lo es el goteo de bajas de militantes valiosos y el último problema en Baleares.
De acuerdo con Jaime Mayor, tras el pacto alcanzado entre el PSOE y Junts sobre los delitos de terrorismo en la Ley de Amnistía, España atraviesa una situación de “extrema gravedad” y una de las razones de la misma reside “en la maldad de los impulsores de este proceso, pero también hay que reconocer que la falta de comprensión, de diagnóstico de lo que se estaba gestando en España, ha facilitado esta crítica situación.
Cuando no se comprende, no se quiere entender, no se diagnostica’. Tirios y troyanos deben dejar de enfrentarse e ir a la guerra juntos, dejando a un lado los puntos en los que no estén de acuerdo y respetándose mutuamente hasta poder alcanzar la expulsión del poder del peor gobernante jamás conocido en democracia.
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