La opinión del espectador | The Italian Job: Luca

El binomio Disney-Pixar, siempre efectivo en réditos y generalmente exitoso en satisfacción del público al que va dirigido (cuanto más, mejor), vuelve a la palestra con esta refrescante fábula ambientada magistralmente en la costa italiana de los años 50, repasando un verano de amistad entre dos muchachos que comparten amor por la libertad y las míticas vespas (muchos dirían que lo segundo es sobrenombre de lo primero). Pero ambos guardan un secreto: en realidad son más diferentes a los demás niños de lo que aparentan. Los dos son en realidad monstruos marinos que viven en las profundidades y que quieren vivir como los humanos, ser felices y no molestar a nadie en el intento.

La película, deliciosa en su “piccola” concepción estética, trata con contundencia y elegancia a la vez el tema de la diversidad y la tolerancia, de la diferencia y la riqueza que ésta puede traer a todos de una manera tan clara como ausente de las pretensiones de predecesoras como Soul. Toda una oda al “vamos a llevarnos bien”, que no cuesta tanto, con mensaje y puesta en escena de la historia esta vez para un público de corta edad, pero no difícil de digerir por aquellos que, por mucho o por poco, hayamos pasado la barrera de los 12 años.

La música, los helados, las expresiones, los escenarios luminosos y coloridos típicos de la región, los vestuarios, los utensilios… absolutamente todo nos transporta a esa Italia bulliciosa, alegre, cálida y cercana que te habrá atrapado si alguna vez has tenido la suerte de visitar. Pixar vuelve a enseñar puño de hierro y demuestra que en aspectos de desarrollo técnico, están en otro nivel, otra órbita, otra galaxia (muy, muy lejana, que dirían los “primos” de compañía).

Sin destaparse como películas como Toy Story, Up, o Wall-E, Luca es una muy buena propuesta para un público ávido estas fechas sin colegio de algo así, y un buen punto de partida para el verano que nos evoca la cinta. Lo veamos como lo veamos, estamos ante una posibilidad de ocio tranquilo, seguro y veraniego, justo en el momento correcto y en el lugar correcto (las televisiones o dispositivos de reproducción de cada cual).

Muy buen debut de su realizador, tiene su mérito hacerlo por la puerta grande de Disney, con el equilibrio necesario entre la ligereza para ser digerida y el poso que deja su historia, que contiene más de lo que aparenta, como sus entrañables protagonistas, que parecen de lo más convencional siempre que no les salpique agua, ya lo entenderán, ya, especialmente en la secuencia de lluvia…

Se trata pues de una rareza (en todos los sentidos, porque historia y ambientación son bastante originales) en forma de alivio de luto de las grandilocuencias metafísicas multipremiadas que ocupan y preocupan a Pixar en los últimos tiempos. Y ello supone un poquito de oxígeno, como pasearse por la orilla del mar sin mayor intención que el hecho de que el agua te refresque los pies, que también hace falta a veces…