La niebla es una fuerza sobrenatural controlada por la Diosa Hécate, cuyo principal objetivo es el provocar que los mortales no puedan ver con claridad las cosas míticas, y en su lugar vean cosas que sus mentes si puedan comprender.
Hace unos días un buen amigo vino de unos campeonatos de ajedrez, llevaba tres días intensos, donde la preparación de las partidas, las partidas, los nervios y el no poder dormir por el gran estrés acumulad hizo que cuando llegara y se sentara en su sillón del ferri que le llevaría a su querida Perla del Mediterráneo, se quedara automáticamente dormido.
Pero un gran escándalo a su alrededor le hizo despertar presurosamente de su bien merecido descanso.
La gente estaba chillando y como fue natural, mi querido amigo se levantó y fue a otear las zonas de reunión del pasaje y observó en el exterior lo que pasaba.
Había una niebla tan grande y tupida, que no se veía absolutamente nada a más de un metro de distancia. Incluso hizo un vídeo para tener constancia de lo que me estaba relatando.
Mucho más pánico provocó cuando empezó a sonar los pitidos del barco con una fuerza tal que daba miedo.
A mí me gusta leer mucho y escuchar, y una de las cosas que me vino a la cabeza fue si estaba anunciando los siete pitidos de la alarma del buque, donde era signo de algo muy gordo y catastrófico.
Pero no era así. Eran zumbidos con larga duración para advertir al tráfico marítimo que estábamos allí, por si alguien no llevara los artilugios tan sofisticados que actualmente tienen casi todos los barcos. Pero esto me estaba escamando y decidí hacer una llamada telefónica a mi mujer, dándole novedades de que la quería mucho y que deseaba estar con ella.
Se me quedó pensativa y me preguntó qué era lo que pasaba.
La intuición femenina volvió a la palestra y le mandé el vídeo por Whatsapp y ella rápido se me puso en plan “madrera” y me fue dando ánimos y cordura a mi estado de pánico.
Pero fueron minutos de mucha impaciencia, de pensar en los míos y en el futuro.
Y mucho más cuando un buen amigo me confesó que el capitán de un barco estaba dispuesto a no salir de bocana si no remitía este tarot tan malo que estábamos sufriendo, ya que “no veía la proa del barco”.
Como diría un celebre actor de todos los tiempos: "No siento las piernas".
La Niebla me dio pavor.
No estaba dormido.
Era una escena de terror.
Pensaba con ardor.
Me llegaban los correos.
Y yo leía con los ojos abiertos.
Que solo era puro tiempo.
Lo que faltaba para llegar a puerto.
Los rosarios se abrieron.
Muchos comenzaron sus rezos.
Otros hicieron testamento.
Más las cosas eran un entuerto.
Lloraba de no poder ver mi encuentro.
Con mi familia dentro de unos momentos.
Pero vino el adviento.
Y vi el puerto.
Cuando salí a los pasillos.
Me acordé de Juan Pablo.
Y casi me tiro al suelo.
Para besarlo muy contento.
De haber llegado sano.
A mi querido lugar de nacimiento.