El Faro ha tenido el placer de conversar con la Teniente María Romero, una sevillana destinada en el Regimiento de Ingenieros nº 7 de la Comandancia General de Ceuta. Deportista de alto nivel, todo un icono de las carreras militares o cívico-militares, pero persona ante todo.
Viene de proclamarse campeona de los 101 kilómetros de Ronda, lo que supone ya su cuarta victoria consecutiva en una prueba de la Legión. Según ha confesado, ningún otro evento deportivo le había ocasionado los nervios que vivió en Ronda.
Este encuentro con la teniente Romero no solamente aborda sus logros deportivos, sino que ahonda en la persona, en su sencillez, humildad y bondad.
María Romero habla sobre cómo el deporte le ha servido de terapia para encontrar la felicidad en momentos en los que la vida no se lo puso nada fácil.
La teniente Romero no solamente resultó ganadora de la modalidad femenina, sino que ocupó el sexto lugar en la general, toda una consecución dada la dificultad de esta prueba.
Dejando a un lado los campeonatos, ¿qué es el deporte para usted?
La verdad es que para mí el deporte es vida, como bien dice mucha gente.
El deporte te da unos valores que también comparte mi profesión, que es el ejército y todo lo que es el mundo militar; como el sacrificio, la disciplina, la constancia, que todo eso se ve en el día a día, tanto en los entrenos como en la instrucción que tenemos en todas las unidades de todo el ejército.
El levantarte temprano para sacar tus entrenos teniendo un objetivo claro, el compañerismo, el ayudar a quien va a entrenar contigo, el que te encuentras en una carrera, son valores que en la vida en sí no tenemos presentes y que haciendo no sólo el correr sino cualquier otra práctica deportiva se encuentra.
Para mí correr es el deporte que más me gusta ahora mismo, aunque llevo relativamente poco practicándolo, pero ciertamente he encontrado en él una vía de escape para encontrar todo eso y ser feliz y disfrutar, y como no, pues pasarlo bien, claro.
¿Se puede decir que para usted correr es terapia?
Sí, en cierta manera, y en muchas maneras, la verdad es que sí. Cuando te ves tú sola pensando en qué voy a hacer hoy, voy a hacer tal, tal, tal, y en las horas, dos horas de desconexión en las que sólo piensas en ti, en mantener el ritmo, en qué voy a hacer, no hace falta estar 100% concentrado, sino planificarte qué vas a hacer en el día, la verdad que sí, que es ciertamente una terapia.
¿Qué siente María cuando corre, cuando le da el viento en la cara, cuando se ve capaz de correr kilómetros y kilómetros y alcanzar las metas que se marcó?
Pues la verdad es que yo me siento súper gratificante conmigo misma de marcarme un objetivo y decir, bueno, pues para prepararme tal, tengo que hacer tanto ritmo, y al principio del entreno pues decir, pues esto es difícil, esto no, me duelen las piernas, no voy a poder alcanzar este ritmo, tal, o ¡qué sueño! Ayer estuve trabajando hasta tarde, descansé fatal, bueno, tengo que entrenar, tengo que hacerlo porque me he marcado esto y quiero cumplirlo, y bueno, si lo cumplo bien, si no pues que no sea por mí, que yo he hecho todo lo posible para lograrlo.
Sentir que no hay límites y que si uno se esfuerza lo va a conseguir, la verdad que es súper gratificante.
Adentrándonos un poquito en lo personal, ¿cómo se definiría a sí misma?
Pues, la verdad es que soy una persona bastante simple, no me gustan las grandes cosas, soy feliz con poco, pues para mí lo más importante es mi familia, sinceramente, y después ya viene todo lo demás. Me considero también una persona bondadosa, simpática, muy simple.
Cambiando de tema, tengo entendido que cuando cruzó la línea de meta en los 101 kilómetros de Ronda, se besó uno de los tatuajes que lleva consigo, ¿nos puede explicar qué significa para usted?
Es un tatuaje que llevo en el brazo izquierdo y es un corazón con un árbol que dibujó mi hermana pequeña, que falleció de una parada cardíaca hace ocho años.
Entonces, decidí tatuármelo al poco tiempo de que sucediera para tenerla siempre, que siempre la recuerdo, evidentemente, en mi pensamiento, pero lo hice para tenerla marcada en mi piel y, como símbolo, cada vez que cruzo una meta, gane o no gane, me lo beso porque yo sé que todo mi esfuerzo y sufrimiento lo he hecho por ella.
Se puede decir que es el motor en sus carreras, ¿no?
Sí, yo creo que ella es quien me da las fuerzas cuando estas me faltan.
Y su familia, ¿la apoya en esta pasión que ha encontrado en el deporte?
Pues sí, la verdad es que mis padres siempre han estado muy pendientes de mí, en todo lo que deportivamente he hecho en mi vida.
Yo empecé a jugar al fútbol desde que tenía 5 años hasta los 17, y siempre me han apoyado y acompañado en cada entreno, cada partido, no faltaban a uno.
Y bueno, ahora cuando empecé a correr, pues sí que es verdad que al principio les preocupaba, porque con todo lo que había pasado con mi hermana, pues era normal. Y más haciendo las carreras que cualquiera diría que son verdaderas barbaridades, ¿no?
Porque estar tantas horas, digamos, sufriendo a nivel orgánicamente del cuerpo, pues es duro. Pero bueno, ellos saben que yo entreno en el día a día para hacerlo, que tengo, y es muy importante, los reconocimientos cada 6 meses o al año.
Que me observo, digamos, muy bien en ese aspecto y que haciendo las cosas bien, pues no tiene que pasar nada. La vida sigue y ellos bien lo saben. Entonces, están muy orgullosos en cada carrera, pues sufren un montón al estar tantas horas esperando a que cruce la meta o por si me ha pasado cualquier cosa. Yo creo que se sienten muy orgullosos.
Como bien decía, “la vida sigue” y, en esta carrera de los 101 kilómetros de Ronda, ¿qué destacaría de ella? ¿qué fue lo que más le costó, lo que más le gustó?
Pues la verdad que los 101 son sorprendentes desde el kilómetro 1 al kilómetro 101.
Para mí es la mejor carrera que hay ahora mismo en lo que a las carreras militares o cívico-militares se refiere.
Es por la animación que se despierta en cada pueblo, pero no solo en cada pueblo, sino que existen tramos en los que hay fincas perdidas y encuentras gente que te pone una mesita con una chuche, un Aquarius, algo fresquito o alguien con una manguera echándote agua. Es impresionante.
Si tuviese que destacar algo sería el paso por Setenil, es alucinante. Se te pone la piel de gallina y mira que ya llevaba 50 kilómetros, pero es que te da fuerzas para seguir otros 50 más.
Ayuda disfrutar de las vistas para continuar, ¿no? ¿Qué consejos les daría a aquellos que están introduciéndose en esta pasión que es correr?
Primero, marcarse un objetivo, porque teniendo algo claro es más fácil o te cuesta menos llevarlo a cabo. Si uno se marca, pues quiero conseguir tal, pues tiene que luchar por ello y no es tan difícil como decir, no, me quiero poner en forma, pero solo puedo ponerme en forma.
Hay que marcarse un objetivo y hacer las cosas bien. Entrenar día a día, pero también descansar cuando hay que descansar o tener unas buenas zapatillas.
Son cosas simples que quieras o nos van sumando y sumando y hacen que las cosas salgan bien.
¿Cómo coordina esta pasión con el trabajo? ¿Puede hablar un poco de su vida militar?
Yo salí de teniente hace un par de años e hice las prácticas aquí en Ceuta. El Regimiento me encantó desde el primer día, me acogieron muy bien. Y a la hora de elegir, pues no lo dudé.
Ahora mismo estoy como jefa de la sección de reconocimiento, que es la que se encarga de hacer los temas de buceo, de navegación, también reconocimiento de ingenieros a nivel de tierra, de puentes, de viales, de playas, de orillas, etc.
Estoy muy a gusto, mis soldados son increíbles, para mí son lo mejor de la Comandancia, ¡cómo no! Hacen que el trabajo sea fácil.
Combinarlo no es una tarea fácil, porque muchas veces pues se mezcla el entreno con algunos ejercicios, entonces tengo que madrugar mucho, o hacerlo a última hora de la tarde cuando uno ya está cansado.
Pero bueno, como mi trabajo me encanta, que por eso llevo también la camiseta del Regimiento en todas las carreras, pues me gusta mucho más así, para mí es difícil, pero a la vez muy gratificante y sale bien.
Al estar aquí destinada, su trabajo le ha permitido correr por los escenarios de Ceuta, ¿qué le parecen los campos o las carreteras de la ciudad para hacerlo?
Ceuta, para lo pequeña que es en comparación con otras ciudades o con otros sitios en la península, tiene multitud de escenarios para correr y es algo que a mí me sorprendió cuando llegué el primer día, por el abanico de posibilidades que tiene uno para entrenar.
Sí es cierto que, si quieres llanear solo hay dos sitios, pero bueno, como una a lo que se tiene que picar es al ritmo, pues ya está, y después el monte es precioso y la verdad es que a mí para entrenar me encanta.
¿Un lugar favorito para entrenar?
Pues lo que tenemos alrededor del cuartel, que es lo que hago al día a día. Como he dicho antes, soy una persona muy simple y con poco me conformo, así que todas las pistas de la lastra, todos los fuertes, García-Aldave, todo.
Son muchos los logros que ha conseguido, ¿se acostumbra a ganar o se sigue emocionando en cada una de esas consecuciones?
No, yo creo que cuanto más uno se ve en el podio o gana, más se autoexige. En mi caso, por ejemplo, noto que en cada carrera todos los focos ya están puestos en mí y me pongo cada vez más nerviosa. De hecho, en la 101 yo no recordaba una carrera que me hubiera puesto tan nerviosa en mi vida, ni para un partido, nada.
Pues, no se le nota.
Bueno, es que lo llevo por dentro (dice con tono amable).
Pues, María, muchísimas gracias por recibirnos y espero que siga consiguiendo todo aquello que se propone, porque la verdad es que nos está sorprendiendo a todos. Muchas gracias.
Muchas gracias a vosotros.