La revista académica británica ‘Third World Quarterly’ acaba de publicar un trabajo de dos investigadoras españolas, Rosa María Soriano-Miras y Cristina Fuentes Lara, y una mexicana, Marlene Solís, que condensa los resultados de dos estudios sobre “género, trabajo y movilidad” en las fronteras de Ceuta y Melilla con Marruecos.
Su objetivo era “comprender los impactos de los procesos de globalización, como la deslocalización industrial y las dinámicas fronterizas”, en la vida cotidiana de las mujeres marroquíes del entorno.
De acuerdo con las conclusiones que han extraído las expertas de la UGR, la Universidad Rey Juan Carlos I y el Colef azteca “los resultados no solo indican que la complejidad de la vida fronteriza y su precariedad representan un desafío para las mujeres”, pues aunque desarrollan diferentes formas de lidiar con limitaciones estructurales y culturales en su lucha “por una autonomía y un empoderamiento más sustanciales” terminan enfrentándose a parecidas desigualdades de género y nuevos obstáculos.
“Si bien la frontera representa una oportunidad para que las mujeres adquieran un grado de autonomía financiera, también conlleva precariedad y vulnerabilidad, lo que es un indicio de la falta de reconocimiento social del trabajo femenino, no solo a nivel local sino nacional y mundial”, aprecian Soriano-Miras, Fuentes y Solís.
Tras su trabajo de campo, realizado cuando el porteo todavía no se había extinguido, han constatado que “las mujeres se encuentran en un tira y afloja constante a medida que se adaptan a condiciones de trabajo inestables con salarios exiguos, horarios extenuantes y cargas de trabajo agotadoras”.
Con la desaparición del ‘comercio atípico’ las dificultades no se han extinguido: “En la industria exportadora los puestos de trabajo más precarios son ocupados por mujeres” y estas “son excluidas de los puestos de mayor prestigio y salario’. Además, “existe una desconexión constante entre el matrimonio y el trabajo, tanto en los imaginarios propios como en los de los demás”.
“El ‘techo de cristal’, metáfora empleada en referencia a la falta de oportunidades de movilidad social, permanece firmemente intacto en estos contextos, al igual que el ‘suelo pegajoso’ que alude a la forma en que las mujeres están atadas por normas de género interiorizadas y socialmente impuestas”, diagnostican.
Las autoras valoran la aparición de “formas de resistencia”, pero remarcan el reconocimiento de todos sus derechos a las mujeres del país vecino y el acceso a los mismos “para construir ciudadanía desde la igualdad” sigue “lejos”.
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