Si yo fuera miembro de la Asociación Española de la Guardia Civil tiraría la toalla. Llevan años denunciando lo mismo sin que las autoridades muevan ficha, ordenen cambios y adopten medidas que sean lógicas. No se cansan, siguen escribiendo opiniones o haciendo declaraciones chocando con el muro de la inacción a todas luces interesada de quienes tienen el poder de ordenar cambios pero no lo hacen.
Los filtros antidroga importan de Algeciras hacia arriba, hablar de Ceuta es otro cantar. AEGC lleva toda una vida reclamando tener una frontera digna en la que sepamos quien entra y con qué entra, sobre todo esto último.
Como en todo control fronterizo te la puedan colar. La imaginación del delincuente no encuentra límites. Lo que no se puede consentir es que te la cuelen continuamente, sin freno, sin tope, sin medida. Así hasta que te topes con un cargamento de 3.000 kilos de hachís que no ha aparecido por arte de magia pero que ha salido desde aquí. Tanto ese como los que no se ven o no pasan por los filtros habituales.
Seguimos enfrascados en la reforma de una frontera inteligente que sigue adoleciendo de fallos, una frontera que se ve superada por trasiegos incontrolables y que sigue siendo empleada para la comisión de delitos.
Hace años Joan Mesquida, quien fuera director de Policía y Guardia Civil, apadrinó el proyecto que con todos los honores quería realizarse para disponer de una explanada en la que hacer registros y reconocimientos en condiciones. Existía hasta proyecto, incongruentemente terminó en un cajón sin que ninguna administración abogara por ponerlo en marcha.
¿Cómo hay que tomar esa negativa?, ¿existe un interés en no invertir en controles en origen pero en cambio tener dos para salir de Ceuta como si el puerto fuera otra frontera?
No sé ni la de veces que se ha denunciado esta cuestión, las mismas que quienes tienen poder han optado por mirar hacia otro lado.
Ellos sabrán por qué, quizá deberían explicarlo.