Una palabra de seis letras que te cambia la vida para siempre: Cáncer. Cuando aparece, el miedo te invade y sabes que ya nada volverá a ser como antes. Ni aquí en Ceuta, ni en ningún otro lado.
No solo por todo el proceso que lleva consigo de pruebas, operaciones y tratamientos, también porque te hace vivir de una forma diferente, valorar más el aquí y ahora.
Querer aprovechar cada segundo en todos los ámbitos, incluido el laboral, aunque muchas veces esto no resulta nada fácil por el estigma con el que se mira a las personas con cáncer en la sociedad.
Mariam Abdeselam Abdeselam y Erhimo Buxta son dos mujeres valientes y trabajadoras cuyas vidas cambiaron a raíz de esta enfermedad. Ambas asisten con frecuencia a la sede de la Asociación Española Contra el Cáncer de Ceuta y han querido compartir su historia con FaroTV.
Nos reunimos con ellas justo antes de empezar un taller de empleo, porque tienen ganas de trabajar, de sentirse útiles y recuperar su vida con plenitud.
"Llegó la doctora y luego... bueno, se fue confirmando lo que sospechaban desde un principio"
Mariam Abdeselam recuerda cómo comenzó todo, fue “de casualidad”. “Fui a hacerme una mamografía rutinaria, que la solicité yo. Tenía como molestias en el pecho derecho y luego resulta que era el izquierdo. Entonces ahí me dijeron, mira, te tienes que sentar porque te tenemos que repetir la mamografía y vamos a llamar a la especialista. Y luego tuve que esperar. Yo ya me lo imaginé. Me lo imaginé, sí. Llegó la doctora y luego... bueno, se fue confirmando lo que sospechaban desde un principio”.
Eso ocurrió a finales de 2021, cuando Abdeselam acababa de terminar un trabajo relacionado con la prevención de riesgos laborales, donde “daba clases, hacía informes sobre evaluaciones... Y luego ya, luego se me cambió. Se me cambió mucho el chip”.
No fue hasta junio de 2022 cuando la operaron por primera vez, pero durante todo ese tiempo no trabajó. Según cuenta, “había una empresa con la que yo trabajaba. Me llamaba y yo no sabía si podía contar conmigo misma para ella. No sabes si decir sí, si decir no, si puedo trabajar, si no puedo trabajar, si me van a llamar para operarme, si voy a recaer, si me voy a poner mala, si voy a estar bien... Ha sido mucha incertidumbre. No saber qué es lo que va a pasar con mi vida, con mi cuerpo y conmigo”.
Una sensación compartida también por Erhimo Buxta, para quien su vida era “como la de cualquier otra persona. Era una ama de casa, con trabajo esporádico porque yo no tengo estudios. Entonces, no tengo tampoco un trabajo fijo. Lo he tenido de más joven, pero ahora ya han sido planes de empleo o cosas de estas. Y a raíz de la enfermedad, pues... se te cambia un poco la vida, pero tienes que seguir para adelante por los niños y tal”.
Ella también se detectó la enfermedad por casualidad. Fue un viernes por la noche cuando, al salir de la ducha, “me di cuenta que tenía un bulto. Era viernes, era un día de mochila, venía un sábado, un domingo. Lo pasé muy mal hasta que me vio la médica de cabecera. Entonces, ya nada más verme, me mandó de urgencia al hospital”.
Así comenzó la ida y venida de médicos y hospitales, hasta que tuvo que pasar por quirófano. Y poco tiempo después, comenzó a trabajar en un plan de empleo.
Un periodo que lo recuerda con sabor agridulce, porque a pesar de que estaba trabajando y se sentía bien consigo misma por eso, tuvo que lidiar con algunos momentos complicados, como cuando “nos llevaron a limpiar caños y me caí dentro del caño. Subí a la casa a ducharme y tuve que volver a trabajar. Yo estaba recién operada y no tenía ni que haber vuelto”, lamenta.
Lo mismo ocurría cuando tenía cita en el médico, que le daban horas justas y después tenía que volver.
Respecto a las citas médicas, Mariam Abdeselam, que trabajó por última vez en septiembre del pasado año, recuerda su experiencia. Y es que, “en el segundo día del trabajo tenía una revisión importante con el oncólogo Hassan. Y yo me dije, es que ahora acabo de firmar, he empezado, no puedo decir, ‘ah, no, no, sí, yo me tengo que ir antes’. Llegué tarde a la cita y luego se lo tuve que explicar al doctor”.
Todo ello, por el miedo que arraiga el empezar un trabajo estando enferma y que las revisiones, pruebas o citas médicas pendientes sean un hándicap para el empleador.
"Ya no te sientes tan enferma porque esto del cáncer parece que no, pero es muy psicológico"
Sin embargo, lo que ellos muchas veces no entienden es lo importante y significativo que es para estas personas trabajar, porque “te hace olvidar muchísimo. Ya no te sientes tan enferma porque esto del cáncer parece que no, pero es muy psicológico”, expresa Mariam.
Y es que, aunque a veces se piense lo contrario, “a mí me gusta trabajar y es lo que dice la compañera. Cuando estás trabajando y tienes la cabeza metida en algo, sabes que vales para algo y aportas algo”, reitera Erhimo Buxta.
Asimismo, añade, “en la casa, cuando te quedas mucho tiempo, le das muchas vuelta a la cabeza. Y además que hace falta, que la situación como está, hace falta un trabajo. Ya no por ayudarte mental, sino económicamente”.
Por todo ello, estas dos mujeres con un gran futuro por delante no dudan en mandarle un mensaje a los empresarios y empleadores.
"Somos unas más y también necesitamos trabajar. Y lo vamos a hacer igual de bien que cualquier persona"
En palabras de Buxta, quiere dejar claro que “somos unas más y también necesitamos trabajar. Y lo vamos a hacer igual de bien que cualquier persona. Ganas tengo y así nos ayudan a salir de pequeñas depresiones y bajones”.
En esa misma línea, Mariam Abdeselam, insiste en que tienen “muchas ganas de trabajar, de sentirnos útiles, de hacer cosas, de demostrar que el cáncer no nos impide hacer nada”.
“Tenemos muchas ganas de que nos incluyan en el mundo laboral, que cuenten con nosotras, que ayuda muchísimo. Es un apoyo psicológico muy grande el levantarte y hacer algo y no levantarte y estar en casa y pensar que estoy malita. Podemos hacer muchísimas cosas y las hacemos con ganas. Con ganas como que no sé si mañana voy a estar. Estamos preparadas. Hemos pasado por esto y estamos aquí. Podemos con un trabajo, con un contrato y levantarnos por la mañana temprano y así dormimos por la noche sin las pastillitas”, bromeaba Mariam antes de terminar esta entrevista e imaginando todas las cosas buenas que le quedan por vivir cumpliendo sueños y metas.
La Asociación Española Contra el Cáncer tiene sus puertas abiertas a todo el mundo y, al igual que Mariam Abdeselam acudió a ella en momentos complicados, también lo hizo Erhimo Buxta, quien se ha sentido “muy acogida. Me han entendido desde un principio y me han ayudado mucho. Más en este tiempo que me he venido para abajo”.
Además del apoyo de los profesionales, también ha encontrado a personas que están pasando por lo mismo y hablar entre ellas “nos ayuda mucho”, manifiesta Buxta. “Te escuchas los problemas de los demás y te sientes comprendido”, añade.
Y es que, “cuando tú cuentas tu dolor y por lo que estás pasando, lo que esperas es que alguien lo comprenda. Y si no lo vives, no lo entiendes. Si no lo vives, no lo entiendes”, asegura con lágrimas en los ojos Mariam Abdeselam.
Ambas forman parte actualmente de un taller de empleo para conocer herramientas que les ayude a encontrar trabajo.
La Asociación Española Contra el Cáncer es una entidad que trabaja a nivel nacional con pacientes de cáncer y familiares, ofreciéndoles atención sanitaria, psicológica y social, así como apoyo y acompañamiento. Todo ello de forma gratuita con el fin de mejorar la calidad de vida de estas personas.
En Ceuta, su sede se encuentra en la calle Independencia y son muchas las personas que acuden a este lugar en busca de ayuda y orientación cuando la palabra cáncer entra en sus vidas.
Mariam Abdeselam Abdeselam la conoció por su madre, quién falleció de un cáncer en mayo de 2021, tan solo unos meses antes de que se lo detectaran a ella.
Desde entonces, no dudó en hacerse socia, sin esperar que luego tendría que ser ella quien necesitara su apoyo.
Abdeselam siempre ha sentido que la “asociación es muy entregada y está muy al alcance a cualquier hora, a cualquier momento. Tienen un personal muy profesional y te ayudan en lo que quieras. Ofrecen tanto, tantísimo, sin ánimo de lucro”, que a veces cuesta creerlo.
Y es que, cuando llegó con su madre, le pusieron a su disposición “el psicólogo, la cama, el colchón, la silla de ruedas, el personal de compañía, la ayuda, todo, todo, nos lo ofrecieron todo”, relata muy emocionada.
Además de la ayuda durante la enfermedad, la Asociación Española Contra el Cáncer de Ceuta también ofrece apoyo para que las pacientes puedan recuperar su vida en todos los ámbitos, como en el laboral.
Para ello, llevan a cabo diversas estrategias, tal y como detalla José Manuel Marín, trabajador social de la entidad.
La primera de ellas, como no podía ser de otra forma, es “informar, orientar y asesorar individualmente a cada persona, porque es verdad que cada una es diferente. Su historia vital, su experiencia laboral y sus formaciones son distintas y hay que ajustar el plan individual a cada persona”.
Además de eso, en la AECC de Ceuta colaboran con “programas como Incorpora, que están en muchos territorios de España y aquí en Ceuta los gestiona Fundación Cruz Blanca. Allí derivamos tanto a pacientes como a familiares de personas oncológicas a ese programa porque lo que hace es buscar una incorporación al mundo laboral a personas que han pasado por estas experiencias. Se dirigen a colectivos con vulnerabilidad social y el colectivo oncológico es uno de ellos”.
Por otro lado, tal y como cuenta Marín, “estamos desarrollando un taller de incorporación al mundo laboral, de ayuda a incorporación al mundo laboral y desarrollo profesional. Es un taller colectivo, un taller, una actividad grupal para tratar de aportarles actitudes, competencias y también información para que ellos puedan incorporarse a este mundo laboral que es muy competitivo”.
José Manuel Marín es trabajador social en la Asociación Española Contra el Cáncer de Ceuta. Entre otras tareas, ayuda a pacientes con cáncer a reincorporarse al mercado laboral con diversas acciones porque son muchos los problemas que estas personas se encuentran para poder acceder a un puesto de trabajo.
El primero de ellos, tal y como asegura Marín, es “el estigma que tienen las personas con cáncer en la sociedad”, así como ellas mismas, ya que “hay veces que no se sienten capaces o piensan que no son las mismas personas que antes de la enfermedad”.
Asimismo, no se puede obviar el hecho de que pueden presentar “limitaciones físicas que pueden padecer del paso de la enfermedad, que hayan dejado esa marca en su cuerpo”.
Esto provoca que muchas empresas se piensen el hecho de dar una oportunidad laboral a personas que han padecido cáncer porque pueden pensar “que la persona va a estar continuamente cogiéndose baja o de médicos o que su enfermedad le va a limitar el desarrollo de esas competencias profesionales que debe tener para realizar ese puesto de trabajo”.
Tal y como lamenta el trabajador social, ante estos casos, nos encontramos con empleadores que no son “empáticos” con estas personas “que han pasado por unas experiencias vitales muy complejas, muy difíciles y que han desarrollado una serie de habilidades, de actitudes que muchas personas que no han pasado por ahí no las tienen. Están viendo la parte solamente negativa y no desde las personas totalmente válidas y fuertes, que realmente es lo que son”.
Trabajar es lo que estas personas necesitan para, después de superar la enfermedad y todo lo que ello trae consigo, ir recuperando el control de sus vidas poco a poco y en todos los ámbitos.
Levantarse cada día e ir a trabajar no les ofrece solamente un desarrollo personal muy grande, también “uno económico tan necesario hoy en día para poder desarrollarse tanto ellas como su familia, poder aportar economía al núcleo de convivencia, a la unidad familiar”.
Asimismo, reitera Marín, les aportaría una enorme estabilidad personal y emocional después de “lo mal que lo han pasado”, explica en esta entrevista.
Desde la AECC son conscientes de lo importante que es trabajar para estas personas y por eso siempre intentan darles “nuestro granito de arena para que se desarrollen y se den cuenta, a lo mejor, de cosas que ellas mismas o ellos mismos no saben o no se están dando cuenta, como por ejemplo el tema de la digitalización de hoy en día”.
Y es que, considera además que “muchas veces hay una brecha digital importante en un sector de la población, una edad, la que viene siendo una edad ya mediana,y ese colectivo necesita desde nuestro punto de vista una pequeña ayuda para poder buscar empleo”.
Además del apoyo que estos profesionales les ofrecen para aportarles herramientas y todo lo necesario para encontrar trabajo, desde la entidad local también piden a las empresas un poco de empatía y humanidad y que “sepan ver que estas personas son personas especiales, personas súper fuertes y con una resiliencia brutal”.
“Han pasado una época, una etapa o están pasando una vital muy compleja que les ha hecho desarrollar unas competencias, unas habilidades y unas aptitudes súper beneficiosas a la hora de desarrollarlas en su trabajo”.
En otras palabras, deben aprender a mirar a estas personas “desde un punto de vista positivo y teniendo en cuenta que son personas que han crecido, que han hecho una metamorfosis personal y que eso les va a repercutir a la hora de realizar cualquier trabajo seguro”, concluye José Manuel Marín.
Con estas palabras, el trabajador social quiere hacer ver y dejar claro que estas personas son completamente válidas e incluso pueden demostrar más ganas y actitud por su forma de ver de la vida y valorar cada instante después de todo lo que han pasado con la enfermedad.
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