Opinión

¿Qué sucede en Ceuta? Sobre pactos y votaciones

El debate de aprobación definitiva del Presupuesto de la Ciudad para 2025 estuvo marcado por la polémica generada entre Mohamed Mustafa y Fatima Hamed, líderes de Ceuta Ya! y MDyC respectivamente. Dos fueron los motivos del agrio intercambio de valoraciones: la absolución de Mohamed Ali tras la sentencia del caso Emvicesa y el apoyo de Hamed al Gobierno. En este artículo me centraré en lo segundo, pues, creo, puede ayudar a comprender lo que, a mi juicio, está sucediendo con los votos que la ciudadanía depositó en las urnas en mayo de 2023. Voy a ello.

No satisfecha, al parecer, con la defensa que la propia Hamed ejerció ante los presentes en el Pleno para justificar su alianza con el Gobierno, la consejera Kissy Chandiramani invirtió tiempo de su turno de réplica a Mustafa en echar un capote a su socia. Lo hizo “recordando” que Ceuta Ya!, tras las elecciones, también había tratado de llegar a un acuerdo con el Partido Popular. El corte de vídeo con las palabras de la titular de Hacienda fue rápidamente difundido en redes por MDyC, en un desesperado intento por trasmitir la idea de que “todos somos iguales”, ya que estaríamos ante la inequívoca demostración de que Ceuta Ya! censura ahora lo mismo que Ceuta Ya! trató de alcanzar en el pasado. Resulta difícil encontrar una manipulación más burda, vulgar y torticera.

Lo cierto es que la información que la señora Chandiramani aportó en el Pleno, como si de un “bombazo” se tratara, no sólo no significa lo que PP y MDyC pretenden hacer ver que significa; es que, además, se trata de algo que aparece detalladamente explicado en el documento político (todavía hay formaciones que se molestan en elaborar estas cosas) que Ceuta Ya! presentó y repartió en la Asamblea “Tú decides!” el pasado febrero y que puede consultarse, de manera íntegra, en su página web. Aquí, un extracto del mismo:

La única duda era si gobernaría en solitario o si Vivas trataría de lograr apoyos para asegurarse una legislatura más “cómoda”. Optó por lo segundo y, en un primer momento, anunció que “únicamente hablaría con los localistas” (…) Trasladamos al Partido Popular nuestra postura. Ceuta Ya! no iba a ser “apoyo” de nadie. Únicamente estábamos dispuestos a participar de una fórmula que implicase reparto de poder real para impulsar transformaciones reales. Nuestra propuesta: un Gobierno “por Ceuta”, transversal ideológicamente (PP-MDyC-Ceuta Ya!) e intercultural, que convirtiese “las palabras en hechos” transmitiendo la idea de que Ceuta, de verdad, puede ser “gobernada por todos” (…) Propusimos la firma de un pacto completo y detallado, en el que quedase reflejado, no sólo la distribución de las competencias entre los partidos, sino un conjunto de medidas concretas que garantizaran avances significativos durante la legislatura (…) Además, Ceuta Ya! tendría que contar con una Consejería con competencias reales y con capacidad y recursos suficientes para gestionarla (…) El PP no aceptó nuestra propuesta y pretendió que le diésemos “apoyo desde fuera”, algo que, desde el primer momento, rechazamos y seguimos rechazando.

Otro más:

El escenario político actual, que en un principio se mantendrá inalterado hasta 2027, es un tanto extraño y confuso para la opinión pública, entre otros motivos porque se ha fraguado sin documento ni explicación alguna. PSOE y MDyC han alcanzado un acuerdo con el PP para “garantizar la estabilidad”, cuyos términos nadie conoce más allá del inocultable pago que se ha hecho público, consistente en el acceso a cargos muy bien remunerados (…) Esta realidad sitúa a Ceuta Ya! como la única alternativa progresista, integral y coherente al Gobierno del PP.

El acuerdo al que MDyC (junto a PSOE) ha llegado con el PP (apoyo a cambio de asientos vacíos de poder, pero rellenos de muy buenos sueldos) es, justamente, lo que Ceuta Ya! rechazó desde el primer momento por considerarlo obsceno e indecente. En su exposición, Chandiramani omitió una información sustancial para, así, conducir a una interpretación de la realidad incorrecta por insuficiente. Defendió a Hamed hablando de acuerdos, en abstracto, para no centrarse en lo relevante: el contenido de los acuerdos. Esto (que lo importante no es el acuerdo per se, sino lo que y a cambio de qué se acuerda) ya había sido preventivamente señalado por Moha en su discurso inicial, a sabiendas de que el rigor y el respeto por los argumentos del contrario apenas tienen ya cabida en un debate parlamentario que poco tiene de debate y de parlamentario. Desgraciadamente, la ausencia de honestidad intelectual hace tiempo que se erigió en norma suprema de una discusión pública en la que lo único que importa es ganar adeptos a la causa, aunque ello se logre a base de enfangar, confundir e inundarlo todo de medidas verdades y razonamientos falaces que se traducirían en un rotundo suspenso en cualquier clase de Filosofía básica. La intervención de Chandiramani, en auxilio de Hamed, da fe de ello. Aunque, todo hay que decirlo, es la propia Hamed quien se lleva la palma.

La vicepresidenta segunda volvió a decir, una vez más, que ella no ha podido venderse al PP por la sencilla razón de que ella tiene “trabajo fuera de la política”. Traducción: para Fatima Hamed, que una persona con dinero realice algo deshonroso para ganar más dinero es inconcebible, una “contradicción metafísica irresoluble”, puro contrafáctico, un hecho imposible por definición. Según este razonamiento, los únicos que se venden son los pobres y desempleados, pues son quienes tienen necesidad de venderse. Para evitar ser condenado, el estúpido de Rodrigo Rato sólo tenía que haber planteado ante el tribunal el mismo silogismo del que hizo y hace uso reiterado la líder del MDyC: “Yo ya tenía dinero, y los únicos que cometen fraude son los que no tienen dinero, ergo yo no he podido cometer fraude, señor juez”. Demencial, a la par que profundamente clasista. Resulta cómico que una profesional del Derecho pretenda revestir de eximente lo que, a todas luces, constituye un agravante, pues se puede llegar a entender que alguien, movido por la necesidad más básica, cometa un acto reprobable; no obstante, quien lo hace en nombre de la ambición y la codicia, no merece comprensión ni compasión.

Pese a todo, el MDyC votó a favor de todas las enmiendas de Ceuta Ya! al Presupuesto, incluida la dirigida a rebajar los sueldos políticos. Sin embargo, ninguna recabó los apoyos necesarios para su aprobación. Y es aquí donde reside la clave para entender lo que, actualmente, sucede en esa representación más o menos teatral que es la Asamblea de Ceuta.

PP, PSOE, MDyC y los dos diputados no adscritos deciden previamente lo que puede y no puede salir adelante (normalmente, lo que quiere el PP). Y el sentido del voto de cada uno de los actores de este pacto puede ser diferente en virtud de su interés electoral, pero siempre y cuando no se altere el resultado acordado con anterioridad. A veces, puede ser necesario que todos voten en bloque; otras, no hace falta. MDyC, PSOE y los no adscritos pueden votar (a veces uno, a veces otro) diferente al PP; pero, y es en esto en lo que hay que fijarse cada vez que se produzca una votación, aquello que voten (a veces uno, a veces otro) nunca puede servir para que salga adelante algo contrario a lo requerido por el Gobierno de Vivas.

En el último debate, el MDyC obtuvo “permiso” para votar a favor de rebajar los sueldazos del Gobierno y de las vicepresidencias de la Asamblea. El año pasado (esto es importante recordarlo), cuando Ceuta Ya! presentó la misma enmienda, no fue así. Entonces se asumió que ninguno de los socios, tampoco el MDyC, podía oponerse públicamente a lo que, en privado, se había pactado días antes. Doce meses después, quien más críticas ha cosechado por esta decisión es, con mucha diferencia, Fatima Hamed. El resto de socios lo entiende y accede a que MDyC implemente un cambio de voto que no modifica absolutamente nada. En otras palabras: el resto de actores accede a que la vicepresidenta segunda de la Asamblea siga cobrando el sueldo que ella misma pactó, pero pudiendo decir, a la vez, que está en contra de cobrar el sueldo que ella misma pactó y que sigue cobrando. Estilo Gatopardo: cambiar para que todo siga igual. Un clásico.

Seguid el rastro del dinero. Esto fue lo que “Garganta profunda”, el confidente oculto del caso Watergate, aconsejó a los periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, para destapar el escándalo que acabaría haciendo caer al presidente Nixon. Tres décadas después, la frase volvería a hacerse popular entre los amantes de la televisión de calidad gracias a Lester Freamon, aquel policía honrado de Baltimore que intentaba descifrar la complejidad y los entresijos del poder en The wire, la obra cumbre de una mente lúcida como pocas que responde al nombre de David Simon. Ceuta no es excepción para esta enseñanza que posee el mismo carácter universal que la siguiente: cuando se ejerce la política desde postulados de izquierdas es esencial vivir como se piensa para no acabar pensando como se vive. Pues eso.

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