A cinco semanas de los comicios generales, la caldera de los partidos políticos está en plena ebullición. Reunidos en sus cuarteles generales, listas y estrategias pasan por los más diversos circuitos, mientras saltan las habituales chispas en el complejo de engranaje de sus pesadas maquinarias electorales.
A nivel local, sonada ha sido la renuncia del senador Fernández Cucurull a las listas al Senado, tras doce años de eficaz trabajo parlamentario en la Cámara Alta. De nada le han servido sus excelentes servicios en el gobierno local, ni su arduo trabajo en la consecución del 50% en las bonificaciones de las cuotas de la Seguridad Social o su presidencia de la Comisión de Presupuestos de la Cámara, como para que se le complaciese en su legítima petición de ser candidato al Congreso.
Su renuncia a toda actividad pública, que no a su partido, nos priva de uno de nuestros políticos más coherentes y preparados del momento. Un hombre que, una vez que el tiempo cicatrice las heridas, bien podría estar llamado aspirar a convertirse en el sucesor del propio Vivas, una vez palideciera la estrella que parece encumbrar al presidente de la Ciudad o que éste decidiera su retirada después de tantos años al frente del gobierno de la Ciudad. Al tiempo.
En medio de la crisis que parece existir en las filas del PP ceutí, especialmente por el sector más antiguo de la militancia y por las sombras de los ex - gilistas, Fernández Cucurull decidió apostar fuerte. Esperó a que desde Génova se atendiera su petición, pero a la vista está que en los populares también se hace bueno aquello de que el que se mueve no sale en la foto, ni siquiera a quien, como él, se consideraba como la mano derecha de Pío Escudero. Y en la foto de candidato al Congreso, efectivamente, no veremos a Nicolás.
Como tampoco la de Aquilino Melgar para esa misma Cámara, desde la acera de los socialistas. Fue la gran primera sorpresa de esta carrera preelectoral. Un hombre de su temple, preparación y prestigio en el mundo educativo parecía una apuesta inteligente desde la calle Daoiz, como en su momento fue la de Juan José León, director provincial también de Educación. Claro que el PSOE de entonces era muy distinto al de los últimos tiempos, especialmente en Madrid. Ferraz es firme con cuotas e imposiciones, de las que no se salva ni el propio Rubalcaba en un desesperado intento de evitar un descalabro histórico.
Tal y como lo pintan las encuestas, la carta de Melgar parecía la mejor baza en la titánica lucha por el escaño. No ha sido así para este ceutí nacido en Villa Jovita e hijo del propietario de ‘Industrias Melgar’, aquella conocida empresa de electricidad a la que en los años sesenta se le confiaba la instalación del alumbrado extraordinario de ferias y navidades. Y lo que son las cosas, al final tampoco de número uno al Senado “por razones de principios”. Creo que con Aquilino se han equivocado. Los votos lo dirán.
Y para rematar este trío de sorpresas preelectorales, la nominación de José Luís Sastre para el Senado, tras la renuncia de Cucurull, con la que los populares han creído encontrar en él a ese “profesional de prestigio que no estuviera en primera línea política”, que buscaban. El perfil se ha cumplido.
Conozco a Sastre desde su llegada a Ceuta hace 26 años y salvando la recíproca amistad que nos une desde entonces me consta su valía. El aspirante a senador ama profundamente a su tierra, la que se vio obligado a abandonar cuando, siendo maestro, fue destinado forzoso a la Estación de San Roque, no desaprovechando la oportunidad de volver a ella aceptando la llamada de Juan José León para confiarle la secretaría general de Educación, a cuyo frente permaneció hasta 2008.
Hombre de hábil mano izquierda, dialogante, con una gran capacidad de trabajo y profundo conocedor de la problemática de la ciudad desde su puesto, se decía de él que llevaba a la Dirección Provincial de Educación materialmente en su cabeza y lo que se le escapaba de ella sabía de inmediato donde encontrarlo.
Alguien podrá decir que Sastre, con los años, ha podido evolucionar en su ideología, un posicionamiento perfectamente legítimo con esa reflexión que, a muchos, da el paso del tiempo. Como también no es menos cierto que siempre es de agradecer que savia nueva llegue al ruedo político, especialmente si quienes acceden a él no precisan acercarse al calor del ascua de la política para vivir.