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“Somos pocos los que cerramos el círculo de la normalidad”

Basilio García Copín. Responsable del Comité de Personas con Enfermedad Mental.Trabaja para que sean muchos los enfermos mentales que logren trabajo

Forma parte del Comité de Personas con Enfermedad Mental, un órgano asesor de la Junta Directiva de la Confederación de Feafes a la que pertenece Acefep, la entidad ceutí que lucha cada día por que las personas que sufren alguna enfermedad mental salgan adelante fomentando la integración de este colectivo. La enfermedad mental picó a su puerta cuando era universitario en Madrid. La angustia le llevó a un infierno del que consiguió salir aprendiendo que vencer la autocensura ante el silencio de la sociedad y  conocerse a uno mismo son claves para encontrar salida.
–Ha puesto voz en el Día Mundial de la Salud Mental a todos los que padecen este problema. ¿Habló alto y claro delante de la ministra? ¿Qué ha supuesto para usted este nuevo reto?
–Alto, claro y con mucha preocupación. La idea que quería trasmitir es que la salud mental no es un asunto secundario, un dossier encima de la mesa de un director general. Más bien estamos ante uno de los grandes desafíos de la Humanidad, por su envergadura, por su dificultad, pero también por su justicia. Leer el manifiesto ante las máximas autoridades ha supuesto un ejercicio de responsabilidad, no obstante he dado voz al sentir de los 45.000 socios de Feafes, y más allá, al millón de personas con enfermedad mental en España. Ya lo dice nuestro lema este año: “La mejor inversión: tu salud mental”.
–Representar el Comité de Personas con Enfermedad Mental ¿qué significa para usted? ¿Qué metas pretende conseguir?
–Podemos hablar de espíritu de servicio. Yo soy una de esas escasas personas con enfermedad mental que cierra el círculo de la normalidad con su incorporación al mercado laboral. Una vez he llegado, podría irme a casa y mirar para otro lado. Sin embargo, he decidido ayudar, en base a mi experiencia, a aquellos que se dirimen en el olvido, esperando una oportunidad. El objetivo es la plena integración de nuestro colectivo. Convertir el rol de enfermo en un rol social de trabajo, que garantice la autonomía e independencia a la que todos tenemos derecho.
–Iba para periodista. Confío en sus dotes: descríbame el abismo del enfermo mental. Su propia desazón en el momento en que tocó fondo.
–Sin una vocación clara las tardes de estudio se me hacían interminables. Y cuando uno no está al cien por cien con sus obligaciones sale tiempo libre por todos lados: esto no es bueno. Durante años me sumí en una espiral de mentira, frustración y fracaso. Mi sentido del orgullo no pudo superarlo y enfermé. Nací a la vida en tierra de nadie, era nadie en una sociedad fuertemente competitiva. ¿Para qué hablar, para qué decir si tengo lo que tengo?.
–Ahora descríbame la recuperación.
–Tras una “moratoria” donde uno se conciencia de su propia situación, era momento de mirar hacia delante. Con diagnóstico claro y una medicación adecuada la normalización se va haciendo posible. Hay que hacer inventario de cuáles son nuestras fortalezas, y cuáles nuestras debilidades.De mi lado tenía a mi familia y a mi círculo afectivo. También a mi antigua vocación: el tenis de mesa. Con la dedicación a este deporte me llegó el reconocimiento, y con él la autoestima. Al tiempo, se convocaron unas plazas de auxiliar administrativo para la Ciudad. Con una oportunidad, la recuperación puede culminarse.
–¿Qué ha sido lo más duro de todo este proceso? ¿Por qué cree que le sucedió? ¿Cuál es exactamente su patología?
–Con la angustia y la sensación de haberle fallado a los míos mi voz interior se debilitó, y mi voluntad se perdió en el laberinto de la sinrazón. Una voz interior desaprobaba todo lo que hacía. Esa voz me daba órdenes incongruentes. Con la autoestima al alza, volví a coger las riendas de mis pensamientos. Lo más duro del proceso es vencer a la autocensura, ante el silencio de la sociedad.
–Hablemos del otro. De la sociedad. ¿Sabe afrontar este problema ayudando al otro o sigue apostando por apartarlo en lugar de por integrarlo?
– Las personas con enfermedad mental tenemos un camino por recorrer, pero al otro lado debe esperar una sociedad receptiva, con los brazos abiertos. Poco a poco se van visibilizando los aspectos positivos. Aún así, deben concretarse las líneas estratégicas de sensibilización y empleabilidad, quizá en base a un gran plan nacional.
–Es uno de los afortunados que tiene empleo. Siempre lo atribuye al factor suerte. Pero algo más habrá. Quizá perseverancia y creer en uno mismo. ¿El enfermo mental mejoraría si creyera en sí mismo y creyera en él el mercado laboral o su integración laboral ya no depende de eso?
–Tenga en cuenta que existe un gran estigma frente a la persona con enfermedad mental; una perpetuación de un estereotipo negativo o prejuicio. El que nos hace polvo es aquel que nos tiene por personas poco trabajadoras. Debemos corregir esa barrera invisible y establecer ajustes razonables en los mecanismos de inclusión, de manera que compitamos en una verdadera igualdad de oportunidades.
¿El enfermo mental deja de serlo algún día?
–El diagnóstico de la esquizofrenia, y de otros padecimientos es crónico. Ahora bien, puede uno avanzar grandes pasos conociéndose a sí mismo. Con el tiempo uno se hace experto de sus limitaciones, y puede paliar así sus síntomas. De hecho, una de las grandes líneas de intervención es procurar que el afectado pueda participar en el diseño y control de su propia recuperación.
–¿La Ceuta perfecta para el enfermo mental y sus familias?
–Siguiendo la directriz del modelo social comunitario, como herramienta más eficaz, en Ceuta se necesita un centro de día. Un centro que acerque el servicio al entorno del afectado y que garantice la continuidad en el tratamiento. Por otro lado, esperamos conseguir financiación para el local de Acefep.
–¿Es más complicado en España que en otros países ser un enfermo mental?
––Sí, en países como Gran Bretaña u Holanda el modelo social está implantado, y por tanto los resultados son mejores. En cualquier caso, el documento de la Convención de la ONU sobre las personas con discapacidad, abre el campo para que la normativa y los recursos sean semejantes en todos los Estados Parte.

Dos años como funcionario de la Administración

Poco antes de cumplir los 40, Basilio consiguió un trabajo estable. LLeva dos años y medio como funcionario en la Administración local, algo que ha supuesto para él una gran satisfacción. Casi tanto como su gran pasión: el tenis de mesa: “Según llego del trabajo, me preparo y voy a entrenar”. Reconoce que le entristece la falta de oportunidades que tiene la gente para desarrollarse en sociedad y tener un plan de vida y explica que “el sufrimiento de despertarse por las mañanas y no tener un rol social es desmedido”. Además dirije un taller de narrativa en Acefep. Y, en este sentido, le gustaría culminar un cuaderno que tenga a la Ceuta Mítica

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