“Mi ‘muchacha’ no me llega a tiempo”. “¿Por qué no pasan ‘las muchachas’, hasta cuándo va a ser esto así?”. Son algunas de las preguntas más repetidas desde que la Delegación aplicó controles fronterizos más férreos en la frontera del Tarajal, que separa Ceuta de Marruecos. Las ‘muchachas’ son las protagonistas de esa economía sumergida mantenida durante años en la ciudad, mujeres que trabajan en las casas pero no tienen contrato, ni por tanto protección sanitaria. Los sueldos que perciben son arreglados entre ‘muchacha’ y familia. Ahí puede valer todo.
Quienes sí tienen contrato, quienes sí están regularizadas no tienen problema para cruzar la frontera. Ellas son las que hacen incrementar el número de registros de altas en la Seguridad Social y las que representan la transparencia de unas labores porque las mismas se rigen de acuerdo a unos pagos establecidos. Conseguir la regularización no fue fácil. Con José Fernández Chacón se frenó cualquier posibilidad, creyendo que con la imposibilidad de hacer contratos a marroquíes se iba a fomentar el de ceutíes. Fue un fracaso porque ni los cursos del SEPE creados al efecto tuvieron éxito. Con la llegada de Francisco Antonio González Pérez, se pudo volver a contratar a marroquíes.
Hoy en día el porcentaje sigue inclinándose a favor de la no contratación, las altas en la Seguridad Social aumentaron pero no se corresponden ni por asomo con la economía sumergida que sigue prevaleciendo en Ceuta. La delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, ha afirmado este martes que con la entrada en vigor, para marzo, de la llamada frontera inteligente el control será mayor.
Anima a las familias ceutíes a que acudan a la Oficina de Extranjería para que regularicen a las mismas, aunque confía en que pueda incrementarse el personal que allí trabaja para que los trámites pueden hacerse ante. Ahora tardan unos 6 meses por esa falta de personal. Además se aspira a que las renovaciones no tengan que hacerse cada año, sino al menos cada dos.
Estas jornadas de mayor control en el paso fronterizo han dejado en evidencia que son muchas las mujeres que prestan servicios en hogares de Ceuta careciendo de cualquier tipo de contrato, permitiéndose por tanto una economía sumergida que puede tener graves consecuencias si, por ejemplo, esa persona sufre un accidente porque carecería de cualquier tipo de respaldo.
La Administración cree bueno hacer una campaña informativa para que los ciudadanos se animen a regularizar a las personas que limpian sus casas, cuidan de sus hijos y personas mayores y llevan, en el fondo, el control de muchas viviendas de Ceuta. Del resultado dependerá si realmente hay interés en poner control a lo que ya es un modo de vida tejido entre territorios de fronteras.
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