La reescritura de muchas páginas perdidas de la historia de Ceuta ha sido posible gracias a las investigaciones arqueológicas realizadas en nuestra ciudad a partir de mediados del pasado siglo veinte. Estos estudios han experimentado una evolución positiva, tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo, desde sus orígenes hasta la actualidad. Lejos han quedado los tiempos en los que el profesor Carlos Posac recorría las obras por el centro urbano de Ceuta preguntando a los obreros y promotores por el hallazgo de restos de vasijas, monedas y otros objetos arqueológicos. Antes que él hubo otro intelectual interesado en los vestigios que salían a la luz como consecuencia de las remociones del terreno. Me refiero a Antonio Ramos Espinosa de los Monteros, primer cronista oficial de Ceuta y autor de la obra “Ceuta 1900”.
En esta última nos ofrece una pormenorizada descripción de aquella Ceuta que experimentó una rápida y profunda transformación de su centro urbano tras la abolición del penal y la construcción del puerto. Ambas decisiones fueron un importante revulsivo para la vida económica, social y cultural de nuestra ciudad que se materializó, entre otros hechos, en la remodelación de su imagen arquitectónica. Podemos imaginarnos la cantidad de restos arqueológicos que debieron aflorar en aquellos años, algunos de los cuales fueron reseñados por Antonio Ramos en la mencionada obra. Por aquel entonces no había emergido la conciencia colectiva sobre la importancia de documentar y salvaguardar el patrimonio arqueológico. Tan sólo interesaba a un reducido círculo de intelectuales como Antonio Ramos y algunos otros pocos más interesados en el coleccionismo de antigüedades.
Resulta previsible que los promotores del proyecto de construcción en el solar del desaparecido Patio Hachuel estén ansiosos por iniciar las obras de una inversión millonaria que les reportará unos beneficios muy elevados
Uno de los puntos de la ciudad a los que se refirió Antonio Ramos como lugar de hallazgos arqueológicos es el actual Paseo de Colón. No tengo a mano el libro “Ceuta 1900”, así que no puedo reproducir de manera literal el comentario de Antonio Ramos. Lo que sí recuerdo es la alusión a la presencia de monedas que acabaron en colecciones particulares. Mucho tiempo después, Carlos Posac pudo tener acceso a esas monedas, lo que le permitió clasificarlas y datarlas. Se trataban de un conjunto de monedas prerromanas de cecas del sur de la Península Ibérica de enorme interés arqueológico. De confirmarse su recuperación en este punto de la Almina podría indicarnos la presencia de un asentamiento de época púnica en la península ceutí y, de esta forma, completaríamos una página todavía en blanco de la historia de Ceuta. Esta sugerente hipótesis acude a nuestra mente, y a la de otros colegas, cada vez que pasamos por delante del amplio solar que antaño ocupó el llamado Patio Hachuel.
El patio Hachuel tenía una superficie aproximada de 3.000 metros cuadrados y fue construido en 1850 por el empresario Salomón Hachuel Sabat. Su demolición tuvo lugar en 1995. Desde esta fecha el solar está abandonado en pleno centro de la ciudad convirtiéndose en un foco de insalubridad, como han denunciado en muchas ocasiones los vecinos de la zona. No conozco los detalles de la historia reciente de esta parcela ni la razón de su abandono por un periodo de tiempo de cerca de treinta años. Al parecer el actual propietario del solar del desaparecido patio Hachuel es una empresa de capital de riesgo. Hace unos años se supo que esta empresa había proyectado unas altas torres en este solar para obtener el máximo rendimiento económico a su inversión. La erección de estas descomunales torres resultaba imposible con las limitaciones del vigente PGOU y convencieron a las autoridades locales para que modificaran la edificabilidad de esta parcela en el documento de revisión del PGOU. Ahora que la aprobación de este documento se antoja cercana, pues ya se encuentra en manos de la administración central, hemos escuchado que la empresa de capital de riesgo ha llegado a un acuerdo con una destacada empresa constructora de Ceuta para iniciar el proyecto en cuanto el nuevo PGOU esté aprobado de manera definitiva.
Resulta previsible que los promotores del proyecto de construcción en el solar del desaparecido Patio Hachuel estén ansiosos por iniciar las obras de una inversión millonaria que les reportará unos beneficios muy elevados. Estamos hablando de un solar de enorme extensión en pleno centro de una ciudad con uno de los precios más elevados de España de metro cuadrado construido. Supongo que lo venderán como una “obra emblemática que vendrá a cambiar la imagen de Ceuta”. Un slogan que no por conocido resulta menos patético y chirriante. Pero bueno, ésta será otro batalla que librar por el bien del paisaje de Ceuta. Lo que en este artículo nos ocupa es la afectación de este proyecto en el patrimonio arqueológico ceutí. Aunque no resulta fácil establecer un diagnóstico previo del potencial arqueológico de esta parcela debemos partir de una serie de premisas y certezas. La primera de ella es que en cuanto se excave en este solar van aflorar a la superficie los restos del antiguo Cuartel del Rey, cuna de la legión española.
De este acuartelamiento se conservan planos y fotografías, por lo que no resultará demasiado difícil sobreponer su planimetría sobre el solar del que venimos hablando. Más complicado resulta establecer el grado de alteración que pudo provocar la construcción del Cuartel del Rey en los niveles arqueológicos subyacentes. No conozco en detalle los planos de este establecimiento militar para hablar de posibles aljibes o sótanos que pudieron afectar de manera importante a los niveles arqueológicos más antiguos. Tampoco conocemos la potencia estratigráfica del solar. Para ello habrá que esperar a los resultados de los sondeos geotécnicos y arqueológicos previos. No obstante, todo apunta a que la potencia estratigráfica podría ser elevada según pudimos observar cuando tiraron hace unos años la cafetería el Campanero. Si se cumplen las mejores previsiones, estamos ante un solar de considerable interés arqueológico, la intervención arqueológica llevará su tiempo y requerirá el trabajo coordinado de un numeroso grupo de arqueólogos y auxiliares de excavación arqueológica, además de otros profesionales.
La arqueología urbana en nuestro país adolece de muchos problemas. El principal es la precarización del trabajo y su dependencia del sector privado. Según la ley 16/85 de Patrimonio Histórico Español corresponde a las administraciones públicas la obligación de velar por el patrimonio arqueológico impidiendo su expolio y destrucción indiscriminada. Todos los restos arqueológicos muebles e inmuebles se consideran bienes públicos y es obligación de todos los ciudadanos comunicar a las administraciones cualquier hallazgo casual. En ningún apartado de la ley se dice que sean las empresas promotoras de obras que pudieran alterar restos arqueológicos las que asuman los costes de los peritajes arqueológicos obligatorios según determinan las normas locales y autonómicas, pero en la práctica lo enunciado se ha convertido en norma.
La arqueología urbana en nuestro país adolece de muchos problemas. El principal es la precarización del trabajo y su dependencia del sector privado
Los sectores de la construcción y las infraestructuras se ha conformado con esta situación dando por bueno el argumento de que son estas empresas las que con su actividad destruyen o modifican el patrimonio arqueológico y, por tanto, las que deben asumir los costes económicos. En todo este complejo entramado la parte más débil es la del arqueólogo. Sus clientes son las empresas constructoras a las que no les hace mucha gracia tener que sufragar los gastos de las intervenciones arqueológicas y, sobre todo, tener que asumir los riesgos de acumular retrasos en la ejecución de las obras y modificaciones en sus proyectos si aparecen restos arqueológicos que tengan que ser conservados in situ.
En cuanto al papel desempeñado por las administraciones, a ellas les corresponde informar sobre los proyectos que afecten al patrimonio arqueológicos y establecer las medidas necesarias en cuanto a la extensión y grado de detalle de las intervenciones arqueológicas que permitan levantar las cautelas arqueológicas. También es competencia de los departamentos públicos encargados del patrimonio arqueológico autorizar las intervenciones arqueológicas a los técnicos que acrediten su competencia profesional y velar por la correcta praxis científica durante la realización de los trabajos arqueológicos.
El ejercicio de esta competencia tendría que aplicarse sin presiones privadas ni políticas, pues lo que está en juego es nuestro patrimonio común y el conocimiento de nuestro pasado. Si los distintos propietarios del solar del antiguo patio Hachuel ha tomado la libre decisión de mantener el solar abandonado durante treinta años no sería comprensible que quisieran ventilar el estudio arqueológico de esta parcela en un abrir y cerrar de ojos. Teniendo en cuenta el presumible potencial arqueológico de esta parcela, la Ciudad Autónoma de Ceuta tendría que obligar a sus propietarios a acometer una intervención arqueológica en extensión y en profundidad para extraer de este céntrico solar toda la valiosa información arqueológica que contiene. Quedan pocas oportunidades para estudiar en detalle la secuencia arqueológica de un sector de la Almina que, a buen seguro, ofrecerá datos relevantes para el conocimiento de la historia de Ceuta.