En la mente de Ayoub, su plan parecía no tener fallas: un neumático de camión, unas aletas, su conocimiento del mar y la compañía de su amigo Moussin. Eran los ingredientes perfectos para llegar a nado desde el sur de Marruecos hasta Fuerteventura. Lo que no entraba en los planes de Ayoub era que acabaría viviendo una verdadera pesadilla que duraría ocho días y que le costaría la vida a su compañero.
Por suerte, la historia de Ayoub ha podido ser contada y gracias al reportaje de Eloy Vera (EFE), podemos conocer todos los detalles de este trágico viaje lleno de dificultades.
El 7 de enero de 2024, Ayoub fue rescatado por Salvamento Marítimo, a 16 kilómetros al sureste de Fuerteventura, cuando ya casi no podía mantenerse consciente tras sobrevivir durante ocho días en medio del océano.
La vida en Dajla, un paso antes del viaje
Ayoub vivía de la pesca en Dajla, una ciudad en el sur del Sáhara Occidental, pero la situación en el sector empeoró cuando las autoridades marroquíes comenzaron a incrementar la vigilancia y a tomar represalias contra los pescadores. “Nos quitaban el pescado y la situación económica se agravó”, explica Ayoub por teléfono al periodista desde Italia, donde se encuentra actualmente. La vida en Dajla ya no le ofrecía las mismas oportunidades, y el salario que enviaba a su familia dejó de ser suficiente. Fue entonces cuando comenzó a soñar con emigrar.
Un primer intento fallido por el Estrecho
Antes de embarcarse en su viaje a las Islas Canarias, Ayoub lo intentó en el Estrecho de Gibraltar, desde Tánger, con la misma idea: cruzar a España sobre un neumático de camión. Sin embargo, su intento terminó rápidamente cuando fue interceptado en aguas internacionales y devuelto a Marruecos. Ayoub, que temía que una patera pudiera volcar, prefirió confiar en su habilidad como hombre de mar.
El fracaso no consiguió que Ayoub se rindiera. Decidió viajar a Essaouira para reunirse con su amigo Moussin. Juntos, analizaron las rutas posibles y se convencieron de que la mejor opción era intentar la Ruta Canaria. Se equiparon con lo necesario, mirando incluso el parte meteorológico, y marcharon hacia Tarfaya, donde comenzaría su difícil travesía.
La travesía que cambió todo
Salieron entre el 30 y el 31 de diciembre, aunque Ayoub no recuerda la fecha exacta. Con el GPS de su móvil guiándolos, comenzaron a nadar hacia las Islas Canarias. Pero tras recorrer 46 kilómetros, la marea los arrastró, devolviéndolos diez kilómetros hacia atrás. “Tuvimos que parar y descansar un poco”, recuerda Ayoub. A medida que avanzaban, el miedo fue creciendo: animales marinos que creyeron que eran orcas y delfines pasaban cerca, y la ansiedad de ambos aumentaba. Sin embargo, no perdieron la esperanza. "Seguíamos confiando en que podíamos conseguirlo", confiesa Ayoub a Vera.
Pero la falta de comida y agua pronto empezó a pasar factura. Los días se hicieron interminables, el sol abrasador de día, y el frío y la humedad de noche los destrozaban. Fue en esos momentos cuando Moussin comenzó a delirar, y Ayoub recuerda que su amigo empezó a decir “palabras incoherentes”. En uno de esos episodios, Moussin cayó al agua. "Lo saqué a flote, le di de beber y lo reanimé", cuenta Ayoub, quien trató de mantenerlo con vida a toda costa.
La pérdida de Moussin
A medida que pasaban los días, el estado de Moussin empeoraba. El sol, la falta de hidratación y la agotadora lucha por mantenerse a flote hicieron que su amigo dejara de mover las aletas. Ayoub, viendo que no podía continuar así, decidió subirlo a su neumático. Sin embargo, Moussin volvió a caer al agua. “Yo ya no tenía fuerzas para volver a sacarlo del agua; empezó a echar espuma por la boca y agonizar. Se murió en mis manos y tuve que soltarlo”, confiesa a Vera con profunda tristeza.
Con el corazón roto, Ayoub se vio solo en medio del océano. "Estaba sin fuerzas e intentado componerme, pero tuve que hacer un esfuerzo para contener esas emociones y poder continuar", explica a Vera con una voz cargada de dolor.
El rescate y el alivio de llegar a tierra
Mientras Ayoub luchaba por mantenerse con vida, la Salvamar Ízar, que había salido desde Fuerteventura para rescatar a una patera que llevaba a 57 personas a bordo, se desvió de su ruta y se topó con Ayoub, flotando a la deriva. El joven presentaba síntomas de hipotermia y llevaba tres días sin agua ni comida. "Vi la Salvamar Ízar y sentí un alivio inmenso, pero no tenía fuerzas para continuar, aunque veía Fuerteventura cerca", recuerda Ayoub.
Vera explica que, tras el rescate, fue llevado al puerto de Gran Tarajal, donde fue atendido por los servicios médicos. Desde allí, lo trasladaron a un centro de acogida en Puerto del Rosario, en Fuerteventura, para recuperarse. Sin embargo, a pesar de estar a salvo, Ayoub no pudo disfrutar de ese sentimiento de felicidad de haber llegado a Europa. "Nunca sentí esa alegría porque siempre tenía en mente a mi amigo", comenta.
Un nuevo comienzo en Europa
Después de pasar 26 días en Fuerteventura, Ayoub fue trasladado a un centro de acogida en Murcia, donde pasó un mes. Más tarde, se mudó a Italia, buscando nuevas oportunidades. En su camino, también trabajó en Granada recogiendo naranjas y cortando el cabello en Albacete, aprovechando su conocimiento de la barbería. "Siendo inmigrante irregular la vida se complica mucho más", afirma Ayoub, quien ha vivido las dificultades de no tener documentación.
Ahora, aunque sus sueños de emigrante se han disipado, Ayoub se conforma con algo más básico. "No tengo grandes expectativas. Solo quiero llevar una vida normal, tener una casa digna y un trabajo", confiesa.
Cuando el periodista Eloy Vera le pregunta si repetiría el viaje, no duda en contestar: “Jamás”.