Últimamente con el devenir de nuestra economía, la mayoría de la población (entre ellos yo) ha sufrido en sus carnes algunos recortes y otros menesteres que nos traen y nos traerán de cabeza pero que, en cierto modo, yo como ciudadana puedo llegar a entender ya que cuando un país se viene abajo todos y todas debemos poner nuestro pequeño granito de arena para contribuir a la causa. Hasta ahora, nunca me había quejado al respecto sobre los ires y devenires de las cuestiones políticas hasta que han afectado, no a mi, sino alguien a quien aprecio y quiero: mi perro.
No quiero parecer que no entienda la necesidad de un protocolo de actuación cuando exista la necesidad, lo que me hiere en lo más profundo es a lo que hemos tenido que llegar porque ese protocolo se haya saltado algo tan fundamental como es la prevención primaria, donde destacan la promoción y la protección específica de la salud como sus puntos básicos.
Cada año, tenemos las llamadas “Campañas de vacunación antirrábicas” cuya finalidad, entiendo yo, es la de prevenir que nuestro animal enferme o sea capaz de transmitir la enfermedad, hasta ahí todo bien pero… ¿de verdad se piensa el gobierno de la ciudad que con únicamente anunciar la campaña la ciudadanía irá corriendo a vacunar a sus animales de compañía? Faltan campañas informativas, falta un control por parte de las autoridades de los animales que transitan nuestra ciudad ¿acaso no podría la autoridad competente haber ejercido su función todos estos años atrás, y al igual que nos piden el DNI a los transeuntes , pedir la documentación a los propietarios/as de los perros en vía pública cuya salud se predijera sospechosa? ¿Acaso no tenemos un censo con la población animal que nos sirve para ver quién sí y quién no está cumpliendo con la legislación vigente? Ésta y otras muchas medidas podían haber hecho que aquellos y aquellas inconscientes que tienen perros y no cuidan ni de la salud de su animal ni la de la ciudadanía se hubieran sentido un poco más “presionados” a cumplir con la ley.
Ahora hemos llegado al punto en que ha aparecido un pobre animal que ha sido contagiado con la rabia; para más inri este animal tenía un collar y por lo tanto imagino que se le presuponía un dueño que hoy por hoy no ha dado señales de vida ni las dará, eso está claro y finalmente pagamos todos los platos rotos .
Animales que en su vida se han visto sometidos a un bozal porque no es de exigido cumplimiento según la Constitución (exceptuando en caso de mordeduras, perros con antecedentes de carácter agresivo o perros considerados potencialmente peligrosos), que cuentan con sus vacunas y desparasitaciones al día, se ven ahora sometidos, por la negligencia de otros en sus funciones, a llevar un oprimente bozal. ¿Alguna vez han intentado los Sres. que tan alegremente han dictaminado lo del dichoso bozal, ponérselo a un perro que no está acostumbrado? : Estados de nerviosismo, estrés, escasa sudoración (lo que puede producir colapsos en el animal y con ella su muerte), cambios en el comportamiento, aumento de la agresividad en algunos casos y un largo etc. lo cual considero que es injusto e inhumano, y repito, solo porque quienes gobiernan esta ciudad, no hayan querido prevenir antes que curar.
Si bien he dicho al principio que estoy a favor de protocolos de actuación ante situaciones de riesgo, considero una cagada (y perdonen la expresión) que mi perro tenga que pagar el pato, cosa que yo si haré cuando me pongan la multa, puesto que es deber de todos contribuir a las arcas de nuestra ciudad, pero eso sí, el bozal en este caso y bajo mi humilde opinión… no, no y un rotundo NO.