La situación del patrimonio cultural de Ceuta ha sido debatida en cuantiosas ocasiones. Lo ha sido precisamente por su abandono, por no estar debidamente protegido y cuidado. No es cuestión de señalar a una u otra administración como culpables, puesto que todas tienen mucho trabajo por delante para salvar lo que forma parte de nuestra historia y todas evidencian que no están dando de sí lo necesario.
De nuevo el edificio de la Sirena presenta orificios practicados por quienes buscan acceder a su interior. Y bienes protegidos como las baterías históricas ubicadas en ese camino hacia el Hacho muestran un claro signo de ocupación con restos de alcohol, tabaco, colchones incluso quemados y basura.
Una revisión constante de ese patrimonio evitaría estas consecuencias.
Es evidente que no se puede poner un policía en cada esquina, tampoco un controlador, pero sí que se pueden realizar vigilancias constantes para supervisar el estado de esos bienes y alertar de las situaciones anómalas que se suceden.
Esto último no se hace, las autoridades competentes parece que solo se dan cuenta de lo que ocurre cuando se denuncia en los medios de comunicación. Mientras tanto tienen completamente olvidado un quehacer obligado.
Si hubieran vigilado el entorno se hubieran percatado, por ejemplo, del estado del edificio de la Sirena, de las baterías históricas próximas, también de zonas como la de Valdeaguas, con signos de ocupación claros.
Esas incursiones dan pie a destrozos, al daño hacia lo que debemos proteger.
Este tipo de asuntos ha sido tratado con anterioridad en sesiones plenarias sin conseguir adopción de medidas efectivas.
Algo no se está haciendo bien, resulta vergonzoso contemplar las imágenes de los espacios entregados al más puro de los olvidos sin que nadie se haga responsable.