Tras la última denuncia interpuesta por la marcha de otra joven a Siria, se ha reabierto el debate (incluso trasladado a las redes sociales) sobre el origen de éste y otros problemas.
Y como clave más repetida aparece un término: abandono. Las consecuencias que ahora padecemos y las peores que se avecinan tienen un origen claro, un origen en el que todos hemos fallado de una u otra manera.
Que haya jóvenes con la mayoría de edad recién cumplida o incluso adolescentes que sean capaces de cometer este tipo de marchas, dejando atrás familias destrozadas y teniendo por delante un futuro quizá ni sospechado, viene a demostrar que hay algo que hemos hecho mal, muy mal. Que haya barriadas degradadas, en las que el tercermundismo no hace falta descubrirlo porque es más que evidente, significa que los años pasados de esplendor y grandeza se olvidaron de algunos núcleos que tenían el mismo valor que los demás. Que se haya, no ya permitido, sino más bien forzado, a las fuerzas de seguridad a dar un paso atrás hasta el punto de perder cualquier tipo de vinculación con los vecinos tiene mucho que ver con el panorama delincuencial al que hoy nos enfrentamos, protagonizado por individuos a los que no se les conoce, marcado por unos recursos que han dado pie a las consecuencias que se han ido padeciendo.
Ya no es que sea grave el panorama actual al que nos enfrentamos, sino que todavía haya personas que no le quieren dar la importancia debida a lo que está sucediendo. Igual es por torpeza o, peor aún, por una dejación tan brutal que prefiero pensar que no exista. El hecho es que hay quienes aún viven en un mundo happy, de realidades virtuales, pensando que lo que está pasando en una barriada perdida que igual ni conocen nunca les afectará; pensando que los sucesos que están conociendo nada tienen que ver con ellos. El no tomar conciencia de lo que sucede es, además de torpe, demasiado grave y malo para una ciudad que no se merece estar en el ojo del huracán porque sí.
Hoy es Siria. Mañana, veremos. Hoy son jóvenes, mañana quizá no haya que focalizar tanto en los problemas en alguien en concreto porque hayan invadido un entorno que salpicará a las generaciones que están llamadas a llevar las riendas de esta ciudad. A todos nos afecta. No sean tan torpes de seguir en su sofá con la única preocupación de quién será el próximo Sálvame de la sobremesa.