La Policía Nacional y la Guardia Civil llevan años esperando disponer de unas sedes dignas para el desarrollo de su trabajo. Los dos proyectos harto anunciados han terminado bloqueados por una u otra razón. La Benemérita, según los cálculos de las promesas políticas efectuadas en su tiempo, debería estar ya disfrutando de su sede en el antiguo cuartel de las Heras. Hoy nada tenemos más allá de una explanada usada como aparcamiento para Feria sin que nadie aporte una respuesta convincente de tanto retraso. Que gobiernos populares y socialistas optaran por condenar todas las inversiones estatales a la construcción de una cárcel (el PSOE lo propuso y el PP fue connivente con esta decisión) agotó la posibilidad de reactivar proyectos dormidos que ahora se ven tan necesarios. A la Guardia Civil le obligan a habitar una casa cuartel que se cae a pedazos y que cada celebración de la Patrona debía de sonrojar a la clase política. Ni tienen espacio ni disponen de las mínimas condiciones para ejercer una labor con respeto. Mantenerles de esta guisa tanto a los agentes como a sus familias que ocupan los pabellones resulta demasiado indecente.
La Policía Nacional no se queda atrás. Hoy por hoy se ve condenada a ocupar una Jefatura convertida en particular piso patera, en donde se tiene que compartir despacho, en donde es inviable que se garanticen las mínimas condiciones de seguridad, en donde tan solo se está parcheando con obras que no sirven más que para tirar el dinero a la basura porque la propia infraestructura no soporta la ocupación y distribución requeridas. Pero allí se les mantiene, con las promesas no cumplidas de ocupar el actual centro de menores que nunca fue desalojado en tiempo y forma para atender un planteamiento que contaba con el aval político y policial. Muy al contrario hemos ido para atrás, cerrando la sede de Los Rosales que aunque tampoco servía de mucho sí que simbolizaba una presencia policial que para algo tenía finalmente utilidad.
No sé qué criterio se sigue para ordenar determinadas inversiones. Tengo claro que no atienden el bien común, ni miran por los intereses generales de la sociedad y de determinados colectivos que no están siendo respetados y a los que se les obliga a prestar servicio en sedes indignas. Tampoco espero respuestas. De ofrecerse serían falsas. Lo sé.