Empiezo la columna y ya rondan las once de la noche. Llevo media hora intentando buscar la forma de comenzar mi pequeño homaneje a Vicente y todavía no sé cómo ponerle al niño. Y es que el genio de la página 5, la que lee todo el mundo por el faldón que lleva debajo, es mucho niño. Si hoy me hubiera dedicado a hablar de don José o de don Juan o de la pobre Mabel y sus cuadros pictóricos habría escrito esta columna desnortada en cinco minutos. Si hubiera tenido que perder el tiempo analizando el discurso del comisario y sus meteduras de pata, una detrás de la otra y las dos juntitas a la vez, hubiera invertido la mitad de tiempo. Y si hubiera tenido que aludir a las campañas mediáticas que inicia la clase política para que los votantes empecemos a pensar y a creer que algo hacen, lo habría escrito en menos tiempo que crackrracao mete la pata. Y aquí estoy viendo la manera de referirme a un compañero al que insultaría con cualquier presentación, a un tío noble que nunca pierde la chispa, a un genio respetado porque sabe hacer sencillo lo complejo y porque consigue superarse día a día, a un hombre grande como persona y como profesional.
Ayer Vicente se vio rodeado de políticos, de los que le aprecian porque toca apreciarle y de los que lo hacen de manera sincera; de los que le abrazan con sentido y de los que lo hacen mientras desearían clavarle un puñalito por la de veces que lo han padecido; de los que siempre han estado a su lado y de los que hubieran deseado que sus seres animados nunca les hubieran conocido. Vicente se lleva un reconocimiento sincero y eso, en esta tierra, acostumbrada a premiar el seguidismo y no la genialidad, ya es bastante.
Vicente qué quieres que te diga pichita: que en esta Casa se te quiere mucho y que los cabritos de mis compañeros me dejan en mis manos el expresártelo por este norte y no veas lo complicado que resulta. Tonterías: las justas, que esas se las dejamos a don Juan; emociones: controladas, que esas se las dejamos a don José y sus camisas de feria; así que sólo me queda decirte de parte de todo el Faro que se te aprecia cohone y que nos vemos en la batalla, que tú sabes que es mucha.