La Dirección General de la Policía debería explicar qué criterios sigue para imponer las medallas que se darán con motivo del patrón del Cuerpo, que se celebrará el próximo 2 de octubre. Debería explicar primero a los policías, compañeros de Ismael Derdabi, y después a toda la ciudadanía, cómo han decidido que la
propuesta de condecoración a este agente finalmente no se lleve a efecto. Si eso no es arriesgar su vida en el cumplimiento del deber, que lo expliquen. Si el policía Ismael no lo dio todo para atender una llamada de
alerta de robo en un colegio, que también nos lo expliquen. Y si todavía no lo tienen claro, los jefazos de la Dirección podrían venir a esta Ceuta siempre olvidada y acudir al hogar de Ismael para ver
cómo ha quedado después de las graves heridas sufridas.
Hay decisiones que no pueden entenderse porque no hay explicación que sea válida. El bofetón sin manos que nos han dado a todos y, principalmente, a Ismael y su familia es de los que hacen historia. El
malestar entre los compañeros de Ismael es evidente. No había ayer un policía con el que te cruzaras que sacara el tema a debate y con enojo. Están indignados porque saben cómo es Ismael y cómo ha trabajado siempre en todos los puestos en los que ha estado. Está indignada también la sociedad ceutí porque la historia de este joven nos llegó a todos. Su recuperación, poco a poco, fue un alivio.
Hechos así vienen a ratificar lo que todos pensamos: que al final este tipo de actos no es más que una merendola de amigos en los que se reparten premios y medallas. A eso rebajan las conmemoraciones, a regalar menciones en base a no sé qué criterios desvirtuando el sentido de unas medallas que tienen que darse en base a unos requisitos.
Pero a la Dirección General le importa nada y menos lo que se la jueguen unos agentes en la calle. Ellos están a otro nivel, al nivel politizado de premiar a colegas dejando atrás a agentes como Ismael que, como nadie, se merece este reconocimiento. Se lo merece y además todos queremos que se le dé porque puso en peligro su vida y lo hizo para atender un requerimiento ciudadano. Se portó como un buen policía, cumpliendo con su deber, no quedándose en los despachos viviendo de funcionario pero sin dejarse la piel. Decisiones de este tipo, tan sangrantes, deben sostenerse sobre criterios transparentes. Háganlo público. No se escondan por más tiempo porque eso, deben saberlo, tiene un nombre.