Pues la verdad es que el partido de fútbol que jugaron la selección nacional de España y la de Francia, en la noche el martes día 16 de Octubre - ayer mismo - fue un partido lleno de tensión desde el principio al final. De la esperanza al principio, desde el comienzo, a la tremenda decepción en los últimos segundos de la prórroga que otorgó el árbitro por pérdidas de tiempo acumuladas a lo largo del tiempo oficial del encuentro. Si nadie se podía creer que acababa de ser marcado el gol del empate final, los franceses menos que nadie, aunque la verdad es que jugaron con gran ánimo hasta ese momento del empate y del final del partido conjuntamente. Como los españoles no estamos acostumbrados a eso, en los partidos que juega la selección nacional, ha habido decepción general en los aficionados al fútbol.
Esa es la impresión que tengo, después de ver el partido por TV y de hablar con unos cuantos expertos en la materia, como son unos pocos amigos a los que veo, diariamente, a primera hora de la mañana. Todavía no había dado tiempo más a que a reflexionar en caliente y personalmente, sin que se hubieran prodigado las conversaciones sobre el asunto ni leído comentarios al respecto; la impresión general era la de decepción, expresada de formas muy variadas; algunas de ellas con abundantes puntos críticos, aunque ninguno hacía referencia a la falta de interés de nuestros jugadores, aunque abundaban en el señalamiento de errores de planteamiento. Total, que abundaba la sorpresa, así a bote pronto, aunque nadie dejaba ahí su última palabra sobre la cuestión. A partir de ahora ya aparecerán diversos juicios críticos. Es lo normal.
Con esos juicios habrá materia suficiente para poner de manifiesto alguna que otra carencia, del tipo que sea, y habrá que poner en práctica las medidas necesarias para corregir tal o cual deficiencia. Ya hay que pensar en el futuro pues otros - los contrincantes - también lo harán y no hay que concederles la más mínima ventaja. El seleccionador nacional es una persona muy bien acreditada en esa misión y es persona reflexiva, así que de aquí a un tiempo hay que estar muy pendientes de sus decisiones y también de sus palabras, aunque no es persona dada a la locuacidad sino a lo mínimo y en las ocasiones necesarias y adecuadas. En fin, parece que con este suceso podremos salir algo de la monotonía que nos viene agobiando desde hace ya algún tiempo.
Personalmente creo que es una llamada de atención general hacia las necesidades, cambiantes, que el panorama mundial nos ofrece. Nunca nos lo sabemos todo, ni mucho menos, en cualquiera de las cuestiones que en la vida se presentan, tanto a título personal, como de conjunto. Todos estamos sometidos a una serie de presiones y condicionamientos que hay que conocerlos muy bien para tratar de no caer arrollados por los acontecimientos; y así hasta el último segundo de la prórroga como ha ocurrido en ese partido de fútbol jugado con los franceses. Algo, creo yo, que se puede haber aprendido de ellos. A nadie ni a nada se puede menospreciar. Hasta en las cosas más simples puede aparecer algo importante y digno de ser tenido en cuenta para el futuro que ya ha empezado.
Siempre hay que aprender para tratar de ser más útiles, tanto en los problemas de nuestra propia vida como en los de la sociedad. Un tropiezo en la calle nos hace andar con más cuidado para evitar rodar por el suelo. Y, como eso, todo en la vida es necesario aprender a ponerlo a punto, a que sea útil para todos y no elementos de discordia que, por desgracia, abundan mucho, demasiado tal vez.
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