Los tiempos que corren son difíciles, bajo muchos aspectos, y ello hace que mujeres y hombres, de cualquier edad y condición, tengan que tomar conciencia plena de ello y procurar vencer cuantas dificultades se presentan, que no son pocas en su variedad e importancia. Esa actitud la deben tomar hasta los de más corta edad, pues la guardería, a la que muchos tienen necesidad de ser llevados, ya es un lugar en el que se pone en juego la capacidad de cada uno de esos pequeño personajes - niñas o niños - para amoldarse a un régimen de vida que es distinto al de la casa de cada uno de ellos. Sé de uno que corrige a su madre la pronunciación de alguna que otra palabra del idioma inglés, que él, con dos años y pico, está aprendiendo en la guardería londinense a la que asiste, mientras sus padres atienden sus trabajos en Londres.
Ese es un capítulo importante en la vida de los seres humanos, la de la forma de recibir la enseñanza, en la que haya que conjugar el aprendizaje de las primeras palabras y seguidamente su utilización para la lectura y escritura; a veces en dos idiomas diferentes y simultáneamente. El algunas ocasiones nos hemos visto sorprendidos por el grado de analfabetismo existente en algún que otro país y hoy día, aunque tenga unos valores diferentes, tanto en cantidad como en calidad, sigue siendo un problema al que hay que dedicar el máximo de atención y las medidas correctoras que sean adecuadas. A los seres humanos se les exige actualmente mucho más que en épocas pasadas porque desde bien temprana edad han de dar respuesta, por sí mismos, a muchos interrogantes importantes de la vida.
En los últimos tiempos ha cambiado mucho el sentido de la vida. Un ejemplo de ello es el de esas reuniones masivas de jóvenes, en lugares abiertos y también en otros cerrados, que son una invitación clara al desenfreno. Es bien conocida la tragedia ocurrida últimamente en un local de Madrid, de la que ahora nos lamentamos y que debe ser una seria llamada de atención para todos; tanto Autoridades como Empresarios y a todos nosotros, en general, cualquiera que sea nuestra edad y condición. La vida, personal y comunitaria, es algo sumamente valioso y el ser humano tiene capacidad para embellecerla y también para degradarla. Son caminos a seguir bien distintos y todo ser humano debe estar preparado para tomar, conscientemente, una u otra vía para su vida y la de sus contemporáneos.
Con frecuencia es la persona la que se crea sus propias dificultades; quizás por desconocimiento o por debilidad ante el ambiente. Es el ser humano el que ha de esforzarse en dar de sí lo más valioso que sea capaz. Dificultades aparecen por todas partes y la lucha para vencerlas hay que mantenerla siempre viva. El derrotismo personal no sirve para nada, sólo produce el frenado de cualquier deseo de luchar para vencer y en ésta vida sólo hay vencedores o vencidos.
Toda persona ha nacido para vencer, aunque sólo sea en pequeñas cosas pero que, en definitiva, son la base de los grandes triunfos. Es la unión firme de esas pequeñas cosas las que hacen posible las grandes y significativas victorias, si no se olvida la constancia, movida por la fe en la importancia de la vida de todo ser humano.
Seres humanos más valiosos, más llenos de espíritu de dominio sobre sí mismos, son los que se necesitan en esta etapa de la Humanidad. Son muchas las dificultades existentes y crecerá su número y diversidad si no se toman las medidas adecuadas para combatirlas. Seres humanos más valiosos que no tienen por qué ser unos "gallos de pelea" sino gente de gran fortaleza de espíritu.
las marginan con un acoso permanente lo hacen negándole su ayuda. Una ayuda que, por supuesto, no es necesario pedir, dado que todos sabemos identificar el acoso ya que convivimos con él desde que comenzamos a tener consciencia de lo que nos rodea. Quien no ofrece su apoyo a otra persona que está sufriendo una presión tan descomunal no es porque no sepa que le está ocurriendo, sino porque prefiere asegurar su posición neutral dentro de la sociedad, ¿para qué arriesgarla por una persona? La cuestión es que no se trata de una persona sino de miles que sufren individualmente vidas tan horribles por esta razón que jamás podríamos ni imaginar. Podemos ignorarlo todo hasta que nos afecta a nosotros mismos o a nuestra inmediata cercanía, donde duele de verdad. Será entonces cuando más de uno comprenda la gravedad, no quedándole más que revolverse al pensar que no hay antídoto para el veneno que un día él mismo contribuyó a desarrollar.
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