Opinión

Ser un buen español

Hace muchos años me enseñaron qué era ser un buen español. Era un niño y lo entendí sin ninguna dificultad. Es sencillo: ser un buen español es levantarse por las mañanas para buscarse el pan honradamente, pagar nuestros impuestos y ser respetuosos y tolerantes con nuestros vecinos y compatriotas. Eso mismo me dijeron en la Academia de la Guardia Civil muchos años después. Cada uno se busca la vida como puede, pero ganarse la vida utilizando un marketing soez como reclamo de personas a las que la palabra democracia les da escalofríos no es de ser un buen español. Esto es lo que precisamente está ocurriendo en algunos establecimientos donde hacen negocio mostrando nuestra bandera, además de hacerse el gracioso insultando a los que no piensan como él. Pero lo peor, no es el mal gusto de este marketing, lo peor es la normalización del insulto y que el insulto y la falta de respeto sea un reclamo beneficioso. La introducción viene porque en algún que otro establecimiento público se muestran tablones de precios con muy mal gusto o con una la falta de educación evidente como: “Si usted no está a gusto en esta casa se puede ir a tomar por culo”. Un cartel que evidencia una falta de respeto intolerable y que no está muy ducho en eso de escribir, aunque se encuentra “AGUSTO” escribiendo. En cuanto a la alusión a los precios, según el cargo político o la ideología, dice mucho de un establecimiento que muestra sin pudor la bandera de todos los españoles como reclamo. La verdad es que desconozco si existen entre las muchas disposiciones alguna que pueda sancionar a los establecimientos por mostrar a sus clientes un cartel con tal mal gusto, pero en lo que no me equivoco es que la técnica para mejorar las ganancias del establecimiento, “el marketing”, les da buenos resultados, porque en educación y de ser un buen español algunos que presumen mucho andan muy justitos, casi no llegan ni a parvularios en esta materia. Por último y como anécdota, recuerdo que de pequeño íbamos a un bar donde el dueño decía ser acérrimo seguidor de un equipo de fútbol. La semana que perdía el equipo el bar se llenaba de clientes que iban a meterse con el propietario por el resultado. En el bar se formaba la grande porque el dueño se cogía unos grandes cabreos hasta mandar a la mierda a los clientes. Los clientes se reían y pensaban que lo estaban sacando de quicio, mientras se pedían otra consumición. Un día un cliente le dijo al bueno del periodista, Antonio Fernández Márquez, conocido como el poeta y el mejor cuenta cosas de Ceuta, porque él decía que era un cuenta cosas, “DEJAR DE REÍRSE DE ÉL” respondiendo El poeta: “Te equivocas, él se está riendo de nosotros, porque este no ha visto a ese equipo ni en pintura, ni ha ido a esa ciudad nunca, pero ser forofo del club le viene bien para llenar el bar toda la semana”. Esa es la moraleja. Lo importante es que España está llena de buenos españoles, esos que trabajan, respetan y pagan sus impuestos para que todos podamos vivir mejor.

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