Las fuerzas habían desembarcado con éxito. Sin embargo, desde el Dictador Primo de Rivera hasta el General en Jefe Sanjurjo, pasando por determinados Oficiales, sabían que todo podía irse al traste porque había surgido un grave problema en la zona de Tetuan. Ahmed ben Mohamed el Hosmari el Jeriro, el más competente caid de los rifeños y antiguo servidor del vencido Raisuni, se había adelantado al desembarco y, siguiendo un plan perfectamente preconcebido por Abd el Krim y su hermano, pretendía nada menos que ocupar la capital del Protectorado. Había que reembarcar las tropas y defender Tetuan o parar de alguna forma a Jeriro.
Las tropas salieron de Ceuta y Melilla hacia Alhucemas el día cinco de Septiembre de 1925 por la tarde y de Melilla en la madrugada del mismo día cinco al seis. Sin embargo, cuarenta y ocho horas antes, el tres del mismo mes, fue atacada la posición de Cudia Tahar, próxima a Tetuan y de gran valor estratégico.
La capital del Protectorado estaba defendida, por la parte del Rif, mediante una línea que partía cinco Kilómetros al sur, desde la desembocadura de Río Martín hasta el macizo de Beni Hosmar, aunque el enemigo dominaba las alturas de Bu Zeitung y, por tanto, los caminos hacia Tetuán. De toda esta organización, los puestos más avanzados eran Cudia Tahar y Gorgue, enlazados ambos con la base de Ben Karrich. El ataque rifeño pretendía romper la línea por la mencionada posición de Cudia Tahar para progresar por el valle del Martíl y entrar en Tetuan. Un ambicioso plan comparable que pretendía anular al desembarco en Alhucemas.
Los bereberes habían emplazado nueve cañones cerca de la posición y el día 3 de Septiembre atacaron con un intenso fuego de artillería y armas automáticas. La débil fortificación cedió rápidamente y horas después estaba ardiendo y con dos bajas de oficiales y 27 heridos. De Ben Karrich se enviaron dos compañías de Cazadores de Africa como refuerzo con toda rapidez, pero solo una parte de ellas consiguió entrar en la posición. Los días siguientes se intentaron nuevos envíos de ayuda que fracasaron estrepitosamente con 40 bajas y pereciendo incluso el jefe de la columna, el comandante Hernández Francés. El 4 de Septiembre, después de sufrir intensos bombardeos, solo quedaban 48 soldados útiles en Cudia Tahar. A pesar de todo, Primo de Rivera ordenó el embarque de las tropas en Ceuta y estas zarparon con la preocupación del problema que dejaban atrás.
Del 5 al 11 de Septiembre, cuando ya el desembarco había resultado un éxito, la situación se fue agravando progresivamente en el sector de Tetuan. Bajo el mando del General Federico Sousa volvieron a fracasar un tabor de Regulares de Ceuta, un Batallón del Serrallo, la Mehalla de Tetuán, un batallón de Toledo y otro de Infantería de Ceuta 60. La situación se hacía angustiosa y Cudia Tahar podía caer en cualquier momento y con ella, Tetuan.
Ante esta situación desesperada, Primo de Rivera decidió prescindir de algunas de las fuerzas concentradas frente a Alhucemas para evitar un nuevo desastre y el día 10 de Septiembre, después de una travesía marítima a toda máquina, ya se encontraban en Tetuan las fuerzas seleccionadas. Se trataba de un tabor de Regulares de Melilla con el Comandante Romagosa y dos banderas del Tercio al mando del Teniente Coronel Balmes. A estas fuerzas se le unieron las disponibles en el sector y, bajo la dirección del General Sousa salieron hacia Cudia Tahar que ya conocía el esfuerzo hecho para ayudarle, gracias a la aviación que le aprovisionaba de hielo, municiones, alimentos y noticias.
El 11 de Septiembre comenzaron las operaciones y no se pudieron cubrir los pocos kilómetros de distancia, por la resistencia que oponían los bereberes. Al día siguiente se reanudó el avance. Fue lento, difícil, con frecuentes asaltos a punta de bayoneta y soportando un elevado numero de bajas, pero las fuerzas llegaron a Cudia Tahar y la liberaron. El enemigo se retiró dejando sobre el campo 125 cadáveres, cosa insólita, y gran cantidad de armas y municiones. Las fuerzas del Tercio y Regulares regresaron a Alhucemas y Primo de Rivera recibió personalmente en Tetuán a los defensores de Cudia Tahar que quedaron vivos y entregó a cada soldado un enorme puro y ciento veinticinco pesetas.
Hacia Axdir
Las playas en torno a Alhucemas son numerosas pero muy diferentes. Mientras que al Este, frente al Peñón de Alhucemas, la costa es baja, cómoda, arenosa y con el Peñón de Alhucemas enfrente, formando las playas de Suani y La Rocosa, a continuación la también playa del Quemado es pequeña, bonita y fácil de dominar desde las alturas de Morro Viejo. Sin embargo, al otro lado del inmenso Morro Nuevo, las playas de Cebadilla e Ixdaín son pedregosas, con gran profundidad y pequeñas porque, a pocos metros del mar, el terreno se escarpa y resulta muy fácil batir la costa. El desembarco que era esperado naturalmente en Suani, se hizo en Ixdaín que era la peor, pero quizás por eso se consiguió el factor sorpresa y todo resultó un éxito inicial.
Comenzado tres días después de la primera oleada el desembarco de la columna Fernández Pérez de Melilla, los problemas comenzaron en cuanto Abd el Krim consiguió reaccionar y organizar la defensa de su territorio. Después de ocupar un perímetro de dos o tres kilómetros cuadrados, las fuerzas españolas tuvieron que dedicarse a rechazar continuos ataques y quedaron inmovilizadas durante quince días en que solo consiguieron progresar 2 Kilómetros. Los rifeños disputaban cada cueva, cada hondonada de un terreno que conocían bien y sus baterías disparaban solo de noche para no ser detectadas por la aviación. Los potentes reflectores de los barcos buscaban las piezas enemigas e iluminaban los barrancos para facilitar la defensa en ataques nocturnos.
Durante los 15 días de aquel parón, continuó el desembarque de hombres y material y, a partir del 23 de Septiembre, se comenzó a progresar aunque a costa de importantes pérdidas. Los legionarios avanzaron hacia el suroeste, donde se encontraba Axdir, la cabila de Abd el Krim y el Coronel Goded consiguió ocupar la Cala del Quemado, después de vencer una resistencia que se llevaba a cabo hasta el último hombre. En una cueva, un viejo caid fue encontrado muerto con el Corán en una mano y el fusil en la otra. Goded conservó, con respeto, ambas cosas como recuerdo.
Hasta el 2 de Octubre no se pudo llegar a Axdir que estaba situado a solo once Kilómetros de las playas del desembarco. Se había progresado a razón de 400 metros diarios y los últimos ataques tuvieron una gran ferocidad por la enconada resistencia de los rifeños. El 3 de Octubre se dio carta blanca a las tropas y el poblado de Abd el Krim fue incendiado y destruido. El Coronel García Escámez, el primero en penetrar en la casa del líder rifeño, encontró una copiosa documentación epistolar que puso en situación difícil a muchos españoles que habían mantenido contactos con el enemigo.
Epílogo
Las noticias de la importante victoria fueron recibidas en España con fiestas y un regocijo general. Eran las primeras buenas noticias en mucho tiempo. Cientos de misas y actos públicos se celebraron como homenaje a las bajas que, de Septiembre a Marzo de 1925, sumaron 133 jefes y oficiales y 2.203 suboficiales y soldados. No se contabilizaron las pérdidas rifeñas. Los generales Primo de Rivera, Sanjurjo, Fernández Pérez y Saro fueron ascendidos. Los franceses iniciaron el 10 de Septiembre, al conocerse el éxito inicial del desembarco, una violenta ofensiva desde el Uarga, limite de las dos zonas, hacia el norte. Una columna española, al mando del Coronel Dolla partió hacia el sur y enlazó con los franceses en Zoco el Telata, en Metalsa y, una semana más tarde, Petain y Sanjurjo se encontraron algo mas al este, en Beni Bu Yahi.
El éxito no se explotó lo suficiente y la guerra continuó dos años más, hasta 1927. Francia colaboró desde entonces con España, después de soportar en la campaña de 1925 mas de 12.000 bajas, manteniendo 300.000 soldados en Marruecos y 400.000 más en reserva. El mariscal Lyautey regresó muy triste a Francia, siendo sustituido como Residente General, por Steeg, Petain volvió como héroe y Sanjurjo fue nombrado Alto Comisario, mientras en Tetuan, en Noviembre de 1925 tomaba posesión el nuevo Jalifa Mulay Hassan ben el Mehdí ben Ismail.