El
policía nacional Ismael Derdabi tiene dos cumpleaños.
El que conmemora el día en que nació y el 8 de noviembre, cuando salvó su vida milagrosamente tras caer al vacío desde el techo del colegio García Lorca, cuando perseguía a un ladrón. Esa madrugada todo cambió, el contador se puso a cero. Su cuerpo quedó completamente destrozado, marcado por múltiples fracturas de las que poco a poco se va recuperando. En la barriada de Loma del Pez, en su hogar, Ismael recibe a FAROTV. En su brazo derecho quedan las secuelas de aquella caída, pero su fuerza física y mental, además del apoyo de su familia, han sido determinantes para que el agente Ismael salga adelante. “La evolución ha sido positiva. Ha sido un año duro, con mucho tratamiento, tuve que pasar otra vez por quirófano... Sigo recuperándome poco a poco, porque al 100% no creo que llegue”, explica. Tres intervenciones quirúrgicas, un traslado urgente a la península y muchas jornadas de recuperación marcan un año difícil, duro y complicado para este policía nacional, al que admiran no solo sus compañeros sino toda la ciudad. La misma noche de la caída se le operó en Ceuta de las lesiones más graves en el fémur y cadera, después se le evacuó al Hospital de Jerez para tratar el resto de fracturas. Intervenciones que se han combinado con más tratamientos, pero que no han terminado aún con las secuelas. “Muchísima fisioterapia y muy dolorosa. El codo es lo que llevo peor, porque de una tabla del 100 se me ha quedado un diez o quince por ciento de movilidad”. Aquella madrugada nunca se borrará de la mente de Ismael. Los recuerdos, un año después, todavía se agolpan en su mente. Fueron momentos complicados, duros, en los que toda una vida pasaba por su cabeza. “Había un techado muy pequeño del colegio.
Gritaba que me moría pero no podían abrir la puerta para sacarme. Le preguntaba a mi compañero cómo me veía, creía que me estaba desangrando”
Para subir a la cubierta había una escalera normal, así que subí. Cuando vi que el techado era resistente pues subí. Pisé una claraboya y me quedé colgando de un brazo hasta que no pude aguantar más. Me mareaba, perdía sangre por la nariz y la orina pero no perdí el conocimiento. Gritaba que me moría pero no podían abrir la puerta para sacarme. Le preguntaba a mi compañero cómo me veía, creía que me estaba desangrando”. Este 8 de noviembre ha sido el segundo cumpleaños para Ismael. Él lo entiende así, porque sin duda aquella noche volvió a nacer. “Me pasaba toda mi vida por la cabeza. Ha sido mi segundo cumpleaños. Hasta sueño muchas veces que me caigo, de diez caídas que se producen así solo se salvan dos o tres, según he leído y quedan con secuelas graves”. El día a día en la vida de Ismael Derdabi es la escenificación de una lucha que no cesa para conseguir la mejor de las recuperaciones. Cuenta con el apoyo de muchísimas personas, sus más allegados, pero también otros que ni siquiera conoce pero que le han mostrado su cariño.
Él, humilde, solo tiene palabras de agradecimiento. Ismael siempre será policía. Policía nacional. Siempre luchará por defender un uniforme que le lleva acompañando años. Pasando por distintas unidades. Siempre obteniendo el respeto de los suyos. Sus secuelas son ahora un lastre. Pero su lucha, con el apoyo de su familia, cobra mayor fuerza. “Hombre yo si pudiera seguiría trabajando, pero eso es tema del tribunal médico, si tengo o no secuelas graves. Yo siempre he querido trabajar y seguir adelante”, aspira, aunque reconoce y lo sabe, que está “vivo de milagro”.