Dicen que la Justicia se moderniza. O al menos eso es lo que se vende cada vez que se publicita un avance encaminado a que todo funcione informáticamente y cada vez más rápido. Pero la realidad es bien distinta.
Los fallos en el sistema están a la orden del día, produciéndose con mayor asiduidad de lo debido, lo que imposibilita el trabajo correcto de los magistrados y demás funcionarios.
Así ha ocurrido esta semana en la Audiencia, con dos jornadas consecutivas de bloqueos y fallos en los ordenadores, lo que deja con los brazos cruzados a los jueces, sin posibilidad de avanzar en sus resoluciones.
Este tipo de casos deja de ser circunstancial cuando se analiza la agenda de incidencias y se confirma que a pesar de las promesas y compromisos sigue habiendo fallos, lo que no hace sino retornar la situación a la época más atrasada de la justicia.
De todas las incidencias se tiene que dar parte a Madrid para que desde la central se dé una solución. El hecho es que el trabajo de los magistrados queda en suspenso provocando una paralización de su labor, dando como resultado lo contrario de lo previsto: en vez del avance el retroceso.
Los sindicatos han trasladado en multitud de ocasiones esta situación a la Gerencia sin que se adopten soluciones.